Jaime Gómez-Obregón, el activista al que pagan para vigilar a la Administración>

Jaime Gómez-Obregón podría seguir siendo empresario tecnológico de éxito, ir a jornadas de ‘start-ups’, ocupar puestos en patronales. Este ingeniero lo ha probado durante 20 años. Le divierten las bases de datos y el software libre. Le gusta el rigor, la optimización, la precisión. Lo que le falta a la evaluación de las políticas públicas de la Administración. Por eso agrega iniciativas un poco disparatadas de ayuntamientos , señala anuncios grandilocuentes que no se materializan en mejoras para el contribuyente, el ciudadano. Su última cruzada contra la pompa administrativa es el Observatorio de observatorios, inspirado por el anuncio de Mónica García , ministra de Sanidad, de poner en marcha el observatorio contra el fraude y la corrupción sanitaria. Arreciaba entonces la lluvia de titulares de mascarillas, de Koldo y de las comisiones. Fue la provocación que necesitaba este santanderino para ponerse a rastrear observatorios. Ya tiene acumulados 262 en su web , con un logo de aspecto muy institucional, todos con misiones redactadas en ‘consuñol’, que es como ha bautizado a esa jerga de consultoría en español. De su lista se concluye que la infancia y el cambio climático están muy observados en España, por ejemplo.Noticia Relacionada estandar No Denuncian el sesgo político encubierto de Wikipedia en español ABC Juan Carlos Girauta, Álvaro Vargas Llosa, Cayetana Álvarez de Toledo, Joaquín Leguina, Albert Rivera, Daniel Lacalle o Toni Cantó son algunos de los firmantes de un manifiesto por la neutralidad de la enciclopedia ‘online’«España es un país en el que nos gusta quejarnos en el bar del exceso de burocracia pero nadie hace nada. Es deporte nacional. Nos fustigamos y no provocamos cambios y si no nos implicamos, ganarán los malos», explica desde un punto de Italia, porque hace unas semanas metió lo poco que tiene en el coche y se lanzó a una aventura de nómada digital por Francia, Suiza e Italia. En una entrevista muy íntima con el podcaster Joan Tubau confesaba su escaso apego a lo material, su rechazo a endeudarse y la necesidad de sentirse libre. Esto último lo consigue porque tiene detrás a una legión de seguidores dispuestos a hacer donaciones , que disfrutan con el escrutinio al que Jaime somete a la administración. Se quejarán en el bar, pero contribuyen a una causa. Errores y corrupciónHa sido capaz de cruzar datos para señalar tramas de corrupción entre apellidos de cargos públicos y adjudicatarios pero cree que se podría hacer más : «No puedes acceder en una licitación a las otras ofertas presentadas, así no podemos comprobar si hay distintas empresas pero con mismos propietarios», apunta. Queda camino en la transparencia. Él siempre ha acudido a jornadas, congresos, a dar ponencias sobre cómo mejorar. Con cierto entusiasmo inicial y, ahora, un escepticismo cercano a la decepción. Lo que no quita para que alabe iniciativas que se están poniendo en marcha en Aragón, por ejemplo. Anima al resto de las autonomías a copiar las mejores prácticas entre ellas, pero no suele ocurrir. No le excita nada la idea de entrar política: «Sé que no sería tan libre de decir lo que pienso, por ejemplo»Si hay algo que le ponga nervioso es el « despotismo tecnoilustrado, todo para el pueblo pero sin el pueblo» , esos anuncios que magnifican el alcance de la última moda tecnológica, como el metaverso, sin que se use para mejorar el acceso ciudadano a los servicios. « Se hacen políticas para titulares y eso es dañino », explica, sobre todo si luego no hay un seguimiento. Ahí tiene cierto reproche hacia el periodismo. La Justicia es un ejemplo de lo mucho que queda por hacer: «¿Cómo es posible que haya juzgados con carritos de Mercadona llenos de expedientes?». «Se habla poco de la enorme brecha que perciben los ciudadanos entre la usabilidad de lo que les ofrecen las plataformas privadas y la Administración. La eficacia que separa a los servicios digitales privados de los públicos», explica. Y señala también la dificultad añadida del lenguaje jurídico administrativo . Se hacen desde la administración «alardes tecnológicos» que son anuncios, pero el ciudadano, mientras, percibe que cada vez hay más barrera para acceder a los servicios: «Es una barrera. Nadie debería hablar en jerga. Nadie fuera de la administración lo hace si queremos que nos entiendan». Sin entrar en el barro políticoMientras que Amazon y sus imitadores asiáticos son capaces de que la compra esté a golpe de click, Jaime ha ido certificando las muertes de todas las iniciativas de plataformas de comercio online que pusieron en marcha ayuntamientos para animar a las tiendas locales en la pandemia. Tiene los titulares de sus nacimientos en ciudades medianas de toda España. No llegaron a ese tamaño las actas de defunción que tiene este ingeniero, convencido de que aquello no llegaría a nada. No le interesa el barro de la lucha de partidos. De hecho, no ha entrado nunca en propuestas para señalar a unos u otros como peores gestores. Tampoco le excita nada la idea de entrar política. «Sé que no sería tan libre de decir lo que pienso, por ejemplo». Y, claro, por ahí no pasa. Porque no se puede callar cuando escucha un anuncio de un responsable público que sabe que está destinado a un titular y a una posterior agonía en la mediocridad administrativa. Unas semanas antes de iniciar el observatorio de observatorios, se dirigió en un vídeo a José Luis Escrivá cuando el ministro anunció un plan público para un modelo de inteligencia artificial en español. El santanderino, hablando desde un parque en Suiza, le dijo por dónde empezar: le explicó que todas las sentencias judiciales no están disponibles, pese a estar digitalizadas con dinero público y tampoco los datos del registro mercantil. ¿Servirá de algo? Gómez-Obregón cree que sí. Mientras sigue vigilante, aquel niño tímido en el colegio ha ido abriéndose en redes y, ahora, además de disfrutar con su lupa sobre la administración, sus seguidores lo hacen con sus aventuras de nómada por Europa. Es razonablemente feliz con un propósito. Él, sí, ser observador de observatorios y demás derroches de esfuerzo y dinero. O de postureo.

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