Akihiko Kondo, que ha cumplido 41 años el pasado último día de mayo, se casó con el holograma de su cantante virtual favorita, Hatsune Miku, en una ceremonia simbólica hace seis años. Solo dos aniversarios después, Gatebox, la empresa responsable del avatar, dejó el servicio y el joven administrativo de una escuela pública japonesa enviudó por muerte informática. La historia de Kondo, aunque parezca extravagante, no es más que un anticipo de una realidad de consecuencias impredecibles: la sustitución de relaciones personales reales por agentes robotizados programados para responder al usuario según sus expectativas. El investigador y profesor de robótica de la Universidad de Sheffield Tony Prescott ha presentado el libro The Psychology of Artificial Intelligence (La psicología de la inteligencia artificial), con el que sostiene que la IA puede ser un paliativo de la soledad. Pero con riesgos, según admite él y decenas de investigadores.
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