Las imbatibles economías de las energías renovables

Mi columna de esta semana en Invertia se titula «Las promesas cumplidas de la transición energética» (pdf), y trata de explicar las magnitudes económicas de las energías renovables en un país que aún habla con ironía de la época en la que las instalaciones solares generaban energía por la noche y batallitas similares de abuelito Cebolleta, sin darse cuenta de que el mundo no solo es diferente ahora, sino de que, además, se está preparando una gigantesca era de abundancia energética gracias precisamente a esas mismas tecnologías que tanto desprecian.

Para los que estudiamos la transición energética y la descarbonización, probablemente una de las revoluciones tecnológicas más importantes y significativas de la historia de la humanidad, resulta enormemente llamativo que algunas cosas sea necesario explicarlas. Nos parece patentemente obvio que si comparas una fuente de energía en la que constantemente tienes que aportar un combustible que, como su nombre indica, se quema y desaparece completamente no dejando más que emisiones nocivas que tienes necesariamente que respirar y con un rendimiento patético de un 30% o menos; con otra fuente en la que no tienes que aportar nada y que, además, permanece prácticamente igual que como estaba al principio con una escasísima o nula necesidad de mantenimiento, las segundas salgan claramente favorecidas en cualquier análisis.

En efecto, las diferencias son obvias, pero muy importantes, y sobre todo en el caso de la energía solar fotovoltaica. Un estudio longitudinal de treinta años llevado a cabo en la Unión Europea demuestra que los paneles, a lo largo del tiempo, mantienen su eficiencia en tasas muy superiores a las esperadas. En Francia, paneles instalados en 1992, hace nada menos que treinta y dos años, siguen generando energía con un rendimiento del 80%. En otro estudio sobre la degradación de más de 8GW de paneles solares llevado a cabo en los Estados Unidos por el National Renewable Energy Laboratory (NREL) se demuestra que su degradación es mínima y completamente dentro de las expectativas, y que además, el impacto de posibles daños provocados por fenómenos climatológicos extremos es también muchísimo menor de lo inicialmente esperado.

Con este tipo de cifras, lo lógico es que hagamos precisamente lo que la mayoría de los países están haciendo: sobredimensionar cada vez más las instalaciones de renovables a costa de otras inversiones inicialmente planteadas para generación mediante combustibles fósiles, mucho más caras, o mediante energía nuclear, profundamente rígidas e inflexibles. De aquella idea de que era supuestamente necesario tener un respaldo del 100% en forma de generación mediante energías fósiles «por si acaso» el sol no brillaba o el viento no soplaba, ya no quedan más que lamentos de ingenieros desactualizados o directamente pagados por lobbies. Y de todos aquellos artículos acerca del «terrible problema de los residuos generados por tantos paneles solares», ya no queda nada: el 95% de los materiales de un panel solar son reciclados, y el problema, sencillamente, no existe.

Las energías renovables están cumpliendo con creces todo lo que prometieron, y cada vez más, los que se agarran a la supuesta necesidad de mantener los combustibles fósiles o de migrar a supuestas «panaceas» como los sintéticos para poder seguir quemando cosas están quedándose más y más desactualizados. Si bien es fácil entender los mecanismos mentales de aquellos que nos quieren seguir vendiendo cosas que se queman y que tenemos que volverles a comprar constantemente, es más fácil aún comprender que el futuro está en construir cosas que no necesitan más que elementos como el viento o el sol para producir, y que producen de manera estable y predecible durante décadas y décadas.

Ahora solo queda apartar a los que no lo han entendido de los centros de decisión, jubilarlos y seguir haciendo las cosas como debemos hacerlas, para llegar a un futuro de energía abundante e ilimitada, tan barata que no compense ni siquiera medirla. Y si no te lo crees aún, mírate los números.

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