No es por llevar la contraria a los libros de historia, pero cada vez son más las evidencias que desmienten que Cristóbal Colón fuese el primer europeo en alcanzar las costas americanas. Civilizaciones nórdicas podrían haber sido las primeras en alcanzar regiones prácticamente aisladas hasta su desembarco y es gracias a muestras de ADN de restos de morsas que ahora podemos empezar a esclarecer esta curiosidad histórica.
El marfil que vino de América del Norte
Un equipo internacional liderado por miembros de la Universidad de Lund ha publicado un artículo en la revista científica Science Advances en el que ponen sobre la mesa la posibilidad de que vikingos y pueblos indígenas del Ártico hubiesen compartido territorios e, incluso, comerciado con marfil en áreas de Groenlandia, muchos siglos antes de que Cristóbal Colón llegase a América del Norte.
Durante la Edad Media, algunos productos y materiales eran realmente valiosos y entre ellos se encontraba el marfil. Dado que no era sencillo hacerse con suministro de este preciado material, pueblos nórdicos como el vikingo parece que pudieron expandirse fuera de las fronteras del continente para encontrar el ansiado marfil. Peter Jordan, uno de los autores del estudio y profesor de arqueología en la Universidad de Lund, ha asegurado en el medio Phys.org que:
Lo que realmente nos sorprendió es que mucho del marfil de morsa exportado a Europa estaba originado en territorios de caza muy remotos, localizados en el Alto Ártico. Previamente, se había asumido que los Nórdicos simplemente cazaban morsas cerca de sus principales asentamientos en el suroeste de Groenlandia.
Los científicos involucrados en la investigación utilizaron una técnica conocida como huella genética, que se utiliza para distinguir individuos de una especie, para intentar averiguar de dónde procedían las morsas cuyos artefactos fueron hallados en asentamientos de Groenlandia. Y aquí es donde surgió otra cuestión: si el marfil se obtuvo en el Alto Ártico, ¿los vikingos de Groenlandia tenían las habilidades y tecnologías para aventurarse en el mar en busca del ansiado marfil?
La respuesta fue encontrada a través de un curioso método: reconstruir las posibles rutas utilizadas en la época y viajar por ellas en embarcaciones similares a las que habrían utilizado los marineros vikingos. Greer Jarrett, otro de los autores del estudio, afirma que:
Los cazadores de morsas probablemente salieron de los asentamientos vikingos tan pronto como el hielo marino se retiró. Aquellos que se dirigían al norte más alejado tenían una ventan estacional muy corta en la que viajar hasta la costa, cazar morsas, procesarlas, guardar el cuero y el marfil en sus barcos y regresar a casa antes de que el mar se congelase de nuevo.
Además, habría que incluir en este viaje la posibilidad de que los vikingos se hubiesen topado con algunos de los pueblos que habitaban el Ártico en aquella época, como podrían ser los thule. Y parece, incluso, que se establece la zona de la North Water Polynya, un área entre Groenlandia y Canadá en el norte de la bahía de Baffin, como el posible lugar donde habrían tenido lugar estos encuentros.
Por el momento, no se tiene evidencia directa de la relación entre pueblos indígenas del Ártico, con rasgos asiáticos, arpones sofisticados y ropas aislantes, y los pueblos vikingos, de aspecto más europeo, con ropa de lana y lanzas de hierro. Sin embargo, parece que los exploradores nórdicos sí habrían tomado la delantera a Cristóbal Colón y todo gracias a las evidencias del ADN de morsa.
El artículo Colón no fue el primer europeo en pisar América. O al menos esto es lo que dice el ADN de una morsa fue publicado originalmente en Urban Tecno.
Dejar una contestacion