Estados Unidos quiere que este país vuelva a comprar su avión de combate más moderno. El problema es que Rusia está en medio

Si tenemos que definir la situación militar global actual en una palabra podemos usar «cambios». Las potencias del mundo están inmersas en una evidente carrera armamentística que está transformando las cosas. Uno de los puntos en los que más se está invirtiendo es en las fuerzas aéreas. Estados Unidos en concreto tiene en marcha el conocido programa F-35, un avión de combate furtivo con capacidades cada vez más inteligentes. Por eso ha sido vendido a países aliados, aunque hay uno: Turquía, fue expulsada del programa. Aunque ahora podría volver y cambiarlo todo.

En el desarrollo del F-35 han intervenido muchos actores. Sobre todo a nivel de fabricación Estados Unidos ha paseado su moderno caza furtivo delante de los ojos de sus aliados en la OTAN para que lo adquieran y así rentabilizar su inversión. No solo es importante la cuestión económica claro, el país norteamericano quiere que las fuerzas aéreas de los países aliados dispongan de un vehículo aéreo moderno para enfrentarse a futuras amenazas y mantengan su poder de disuasión frente al bloque liderado por China y Rusia. Por eso el F-35 no ha dejado de actualizarse con nuevas armas para mejorar su potencia, aunque es verdad que ha estado metido en problemas con algún que otro accidente.

Dejando eso a un lado, el F-35 es un caza de quinta generación que ya ha sido adquirido por Italia, Israel, Canadá, Grecia y quizá próximamente Turquía, aún no se sabe. La historia mencionada se remonta a 2019. En ese año Turquía estaba dentro del programa F-35, pero el régimen del presidente Erdogan dio un paso en falso de cara a Estados Unidos. Decidió hacer una compra de material de guerra ruso, en concreto adquirió un sistema de misiles antiaéreos S-400. Tras hacerse público, los estadounidenses expulsaron a los turcos del programa.

Turquía fue expulsada del programa F-35 en 2019, pero podría volver

¿Por qué esta medida draconiana? Está claro que Turquía se encuentra en una posición clave de cara al resto del mundo. No es un país occidental, pero tampoco es oriental. Tiene partes de ambos mundos y esa es la baza que juega el presidente Erdogan. Por eso mismo mantiene relaciones con EE. UU, la UE a la vez que con Rusia, China y el resto del bloque antioccidental. El gobierno turco esperaba tener así armas de ambos «bandos». Pero para Estados Unidos eso es inaceptable, ya que no quería que su F-35 pudiera caer en manos rusas. Aunque ya lo ha hecho debido a una filtración hecha hace unos meses.

Siendo esta la situación, Turquía fue expulsada y desde entonces ha hecho grandes esfuerzos por preparar y sacar su caza de quinta generación de producción nacional, el KAAN. El problema es que la entrega va tarde y el aparato todavía no está ni siquiera en vuelo, requerirá algo más de tiempo. En esta tesitura, el gobierno griego (enemigo no declarado de Turquía) ha adquirido el F-35. Esto ha conseguido poner nervioso a la administración de Erdogan, ya que su actual fuerza aérea no puede enfrentarse en igualdad de condiciones a los F-35. Como ha contado el medio National Interest en un artículo la semana pasada: «Ankara [cuenta] con una fuerza aérea prácticamente obsoleta compuesta principalmente por viejos F-16, F-4 y F-5«.

Con los F-35 en Grecia la capacidad de respuesta turca se ha degradado, por lo que ha abierto conversaciones con Washington con intenciones de volver al programa del F-35. Todavía es pronto para saber cómo van los intercambios de datos y opiniones, pero está claro que Estados Unidos quiere que Turquía vuelva al redil de los que considera justos. Aunque eso no evita sus críticas al régimen de Erdogan. En la legislatura de Joe Biden Turquía ha sido dada de lado. Ahora, en la recta final de la presidencia del demócrata puede que las cosas cambien de nuevo, todo se verá.

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