En el estudio de los fósiles se ha encontrado una especie clave: Eupodophis descouensi, una serpiente fósil de unos 95 millones de años de antigüedad descubierta en el Líbano. Este fósil mostró la presencia de huesos de patas traseras, aunque las patas eran extremadamente reducidas. Este espécimen representa una fase intermedia en la que las serpientes ya habían perdido la función de las patas para desplazarse, pero no habían completado el proceso de reabsorción total de estas extremidades.
La tecnología de imágenes en 3D permitió a los científicos visualizar con precisión las patas ocultas en la roca caliza que rodea a Eupodophis descouensi, revelando que aún poseía estructuras del tobillo, aunque faltaban los huesos de los dedos. Este hallazgo sugiere que la especie estaba en una fase temprana de la pérdida de extremidades, posiblemente como resultado de un cambio en su modo de vida. Esta transición no se dio de manera inmediata ni uniforme en todas las serpientes, lo que se puede observar también en fósiles de otras especies de serpientes primitivas con evidencias de extremidades.
Las teorías sobre la pérdida de las patas en las serpientes
Existen dos teorías predominantes que explican por qué las serpientes evolucionaron hasta perder sus patas: una teoría terrestre y otra acuática.
Teoría terrestre: según esta teoría, las serpientes se desarrollaron a partir de lagartos que comenzaron a habitar ambientes subterráneos. En estos hábitats, las patas habrían representado una desventaja, pues dificultaban la movilidad en túneles estrechos. Así, mediante un proceso evolutivo, las extremidades delanteras desaparecieron primero, seguidas de las traseras, y se desarrolló un cuerpo alargado adaptado a cavar y moverse bajo tierra.
Teoría acuática: esta teoría sugiere que las serpientes podrían haber evolucionado a partir de reptiles marinos, adaptándose a la vida en el agua, donde las patas resultan menos necesarias para el desplazamiento. Este cambio hacia un cuerpo alargado y sin extremidades favorecería un estilo de vida nadador.
Hasta ahora, ninguno de estos enfoques ha logrado consenso total en la comunidad científica. Sin embargo, los fósiles de especies como Eupodophis descouensi son fundamentales, pues representan fases intermedias en la evolución de las serpientes y aportan datos cruciales para entender si las patas se perdieron en tierra o en el agua.
Serpientes modernas con vestigios de patas
A pesar de que la mayoría de las serpientes actuales no presentan patas funcionales, existen especies que conservan pequeños restos de extremidades. Un claro ejemplo son las boas y las pitones, que poseen unos «espolones» ubicados cerca de la base de su cola. Estos espolones son estructuras vestigiales, es decir, restos de las patas traseras que en algún momento fueron funcionales pero que han perdido su función original a lo largo de millones de años de evolución.
Los espolones en boas y pitones no tienen función locomotora; sin embargo, se cree que cumplen un papel en el cortejo y en la reproducción, ya que son utilizados como pinzas o puntos de apoyo durante el apareamiento. Estos vestigios de patas son una evidencia de la relación evolutiva entre las serpientes actuales y sus ancestros, y proporcionan una visión sobre cómo pudieron ser las extremidades de las serpientes primitivas.
¿Por qué algunas serpientes conservan vestigios de patas?
El hecho de que ciertas especies de serpientes, como las boas y las pitones, conserven estos espolones no es casualidad. En biología evolutiva, es común que algunas características desaparezcan gradualmente, especialmente cuando ya no representan una ventaja para la supervivencia de la especie. En el caso de estas serpientes, los espolones no interfieren en sus actividades ni representan un obstáculo, lo que significa que no existió una presión evolutiva suficientemente fuerte como para que se eliminaran por completo.
Además, el uso de los espolones en el apareamiento puede haberles dado un rol funcional secundario, lo que también contribuiría a su conservación parcial. En algunos contextos evolutivos, las estructuras anatómicas pueden adaptarse a nuevas funciones, como en este caso, en el que los espolones actúan como ayuda en el cortejo.
Avances tecnológicos en el estudio de fósiles de serpientes con patas
Los avances en la tecnología de rayos X y en técnicas como la laminografía computarizada han permitido a los paleontólogos explorar en detalle los fósiles de serpientes primitivas y visualizar estructuras internas con un grado de detalle sin precedentes. En el caso de Eupodophis descouensi, el uso de esta tecnología permitió obtener imágenes en 3D de alta resolución de los huesos ocultos, mostrando con claridad las partes de las patas que aún conservaba. Este tipo de investigaciones ofrece una ventana al pasado evolutivo de las serpientes, y cada nuevo descubrimiento ayuda a completar el rompecabezas de su evolución.
Serpientes y otras curiosidades
La evolución de las serpientes no solo nos deja el misterio de sus patas perdidas, sino que abre la puerta a un mundo lleno de sorpresas. ¿Sabías que algunas de las 5 serpientes más venenosas que viven en España pueden encontrarse en hábitats insospechados? O que en territorio español también habitan las 5 especies de serpientes más grandes que viven en España, capaces de alcanzar longitudes impresionantes. Y si eres de los que se dejan fascinar por los tamaños sorprendentes, te interesará descubrir las 10 especies de serpientes más grandes que existen en el mundo, cada una con características que desafían lo que sabemos sobre estos reptiles. La historia de las serpientes es, sin duda, mucho más vasta y diversa de lo que imaginamos.
¿Cuál es la serpiente más grande del mundo?
La serpiente más grande del mundo es la anaconda verde (Eunectes murinus), que puede alcanzar hasta 9 metros de longitud y superar los 200 kg.
El artículo ¿Existen las serpientes con patas? Qué especie sí que tiene y por qué las conservan aún fue publicado originalmente en Urban Tecno.
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