La evolución de las especies animales, incluido el ser humano, es uno de los aspectos más interesantes de la vida en la Tierra. A lo largo de los millones de años que tiene nuestro planeta su superficie ha estado plagada de todo tipo de seres. Algunos de ellos han conseguido sobrevivir el tiempo suficiente para que todavía estén entre nosotros, y con ello nos referimos a los cocodrilos. No obstante, su poder de depredación podría haber sido mucho mayor si no fuera por este motivo genético.
Los cocodrilos y caimanes son unos reptiles de sangre fría que han conquistado casi la totalidad de los continentes a excepción de Europa y la Antártida. En todos los demás habita alguna especie. Son criaturas acuáticas que anidan en las orillas y que son temibles cazadores de emboscada. Si alguna vez has visto un documental de los que se emiten en La2 ya sabes a que nos referimos. Respecto a su tamaño, hay ejemplares que pesan alrededor de la tonelada de músculo, grasa, garras y dientes.
Los cocodrilos bien pudieron ser una vez más letales, pero la genética se interpuso
Sin embargo, y a pesar de la ferocidad de los cocodrilos, solo hay que ver el ejemplo del Sarcosuchus que habitó en la época de los dinosaurios, hay muchas más cuestiones alrededor de estos animales. Una de ellas, la que os vamos a contar hoy, es por qué estos reptiles acuáticos no pueden bucear y adentrarse en aguas profunda en las zonas marítimas. Esta característica si es real en mamíferos como los delfines y las ballenas.
Un grupo de investigadores de las universidades de Southampton y de Edimburgo se han adentrado en la intrahistoria de los cocodrilos para descubrir por qué no pueden bucear en este tipo de aguas y lo han encontrado. El equipo de expertos observó la evolución de los cocodrilos desde sus parientes más lejanos, los talatosuquios, reptiles acuáticos de forma cocodriliana, pero con una configuración anatómica adaptada a las aguas marítimas, es decir, tenían aletas.
El estudio, publicado en la revista académica Royal Society Open Science, explica que los cetáceos evolucionaron a partir de mamíferos terrestres que consiguieron adaptarse a la vida marina de forma única. Poco a poco se fueron adentrando en las profundidades marítimas. Durante un proceso evolutivo que duró 10 millones de años la cuestión principal fue que sus senos nasales rodeados de hueso se redujeron y desarrollaron senos nasales y sacos de aire fuera de sus cráneos.
¿Para que sirvió esto? Es sencillo de entender. Esos sacos de aire ayudan a los cetáceos a proteger sus cráneos y por ende sus cerebros de la presión atmósfera debajo del agua. Así es como pueden bucear y entrar en aguas que para los cocodrilos es imposible. En cuanto a los talatosuquios, estos reptiles se mantuvieron cerca de las costas sin arriesgarse más allá de las aguas profundas. Así nunca desarrollaron la capacidad que sí tenían los cetáceos. Al no ser capaces de desarrollar esas bolsas de aire se hizo imposible para cualquier reptil hacer lo que hacen en la actualidad las ballenas.
Quizá de haber sido capaces de desarrollar estas bolsas de aire y fosas nasales reducidas, ahora los océanos en donde le gran tiburón blando gobierna sin oposición podría estar disputada por cocodrilos que se adentraran en las profundidades. Lo más curioso de esta historia es que la evolución nunca se detiene y quien sabe si dentro de millones de años esto podría realmente ocurrir.
El artículo Los cocodrilos podrían haber sido feroces depredadores del fondo marino, pero ahora se ha descubierto el motivo por el que no bucean en aguas profundas fue publicado originalmente en Urban Tecno.
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