Existe un artículo científico publicado en el año 1975 que tiene como autor a un gato siamés. Su nombre es Chester y así acabó convirtiéndose en protagonista

Seguramente, el nombre de Jack Hetherington no te suene de nada. Tranquilo, es algo que nos ha pasado a nosotros también hasta que hemos conocido una de sus historias más curiosas. Estamos hablando de un físico y matemático que ha pasado a la posteridad entre la comunidad científica no solo por su legado y trabajos varios, sino por presentar al mundo al primer gato autor de un artículo científico. ¿Quieres conocer a F. D. C. Willard?

El gato que publicó un artículo científico en 1975

Viajemos hasta la década de 1970 del siglo pasado. El profesor Jack Hetherington, miembro del Departamento de Física de la Universidad de Michigan State redactó un artículo en el que exponía el curioso comportamiento del isótopo helio-3. Su plan era enviar la pieza científica para su publicación en la prestigiosa revista Physical Review Letters, pero antes le mostró el contenido a uno de sus colegas de profesión.

Parece que el artículo no contenía errores y estaba impecable en su construcción, salvo por un pequeño detalle: había utilizado la palabra nosotros en lugar de yo durante todo el artículo. En algunas revistas científicas, la palabra we, equivalente a nuestro nosotros, también podía ser una manera más elevada de referirse a uno mismo, pero en Physical Review Letters no existía esta opción.

Varias opciones se le plantearon al bueno de Jack. Podía cambiar todo el texto sustituyendo las palabras mal redactadas, cambiar a una publicación menos exigente o añadir un segundo autor a su trabajo. A pesar de que no era un trabajo demasiado extenso, la primera opción quedó descartada de inmediato. Después, dado que no quería publicar en otro medio, el científico ideó un plan para añadir un segundo autor.

Era evidente que no quería compartir el mérito de su trabajo con ningún otro colega de profesión, con lo que decidió utilizar un atajo de lo más inusual: colocar a su gato como segundo autor del paper. Su nombre era Chester. Sin embargo, no podía publicar dicho nombre sin levantar sospechas. Es por ello que utilizó su nombre científico y su apodo a modo de iniciales, F. D. C. se correspondían con Felis domesticus Chester, a los que añadió el nombre de su padre, Willard.

Todo este asunto hubiese pasado desapercibido si el artículo no hubiese llamado la atención de algunos científicos de la época, que se interesaron por conocer a este segundo autor. Hoy en día podría haberse redactado un correo electrónico o un mensaje de WhatsApp falso, pero en aquella época la opción era una llamada telefónica o una visita. Finalmente, Jack Hetherington tuvo que confesar su acción y desentrañar el misterio de F. D. C. Willard.

En el año 2014, un comunicado publicado en la página web de Physical Review Letters sorprendía a propios y extraños al volver a sacar a la luz esta historia, asegurando que los artículos con autores felinos, de manera exclusiva, serían accesibles para todo el mundo. Y los publicados por perros también. Una divertida manera de exponer una historia tan curiosa como repleta de giros de guion.

El artículo Existe un artículo científico publicado en el año 1975 que tiene como autor a un gato siamés. Su nombre es Chester y así acabó convirtiéndose en protagonista fue publicado originalmente en Urban Tecno.

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