Las averías más típicas de los coches en invierno

La llegada del invierno supone volver otra vez a la rutina. Y eso no solo se aplica a nosotros mismos, que cambiamos la playa y el bañador por la oficina y el chaquetón. Y es que, lo creas o no, nuestro coche también experimenta su propia «vuelta al cole» en lo que a mantenimientos se refiere.

En invierno no solemos hacer tantos desplazamientos largos como durante las vacaciones de verano. De ahí que muchos conductores comiencen a dejar sin darse cuenta algunos mantenimientos del vehículo que pueden traducirse en averías más o menos costosas en el medio plazo o cuando aumentan las temperaturas meses más tarde.

¿Hace falta prestar especial atención al coche durante los meses más fríos del año? Sí, y en esta entrada os vamos a explicar qué deberías vigilar en tu coche durante estos meses para no acabar pagando en el taller más de la cuenta.

Batería de arranquePinchazos y reventonesAverías en parabrisas y sistema de refrigeraciónRoturas de las escobillas del parabrisasFallos en el encendidoCorrosión en carrocería y chasis

Batería de arranque

Solemos ver más las pinzas en invierno que en verano. Y tiene explicación lógica

Comenzamos con un auténtico clásico. La batería de 12 voltios que usan prácticamente todos los coches para arrancar sufre mucho más en invierno que en verano. Aunque existen baterías de distintas tecnologías, casi todos los electrolitos que hay en el mercado rinden mucho peor cuando bajan los termómetros.

Si llevamos ya un tiempo con una batería tocada, es posible que no sobreviva un invierno más, especialmente si nuestro coche no duerme en garaje. Lo notarás porque a tu vehículo le costará arrancar más de la cuenta.

Si te ocurre esto, nuestra recomendación es que te anticipes al fallo. Puedes seguir los consejos que te dimos en esta entrada sobre cómo comprobar si el coche tiene batería suficiente. No obstante, si tienes claro que la batería no está en buen estado, lo mejor es cambiarla por una nueva antes de que te deje tirado. Obviamente, puedes ir a un taller o cambiarla tú mismo si tienes los conocimientos necesarios para hacerlo, aunque es bastante fácil.

Pinchazos y reventones

Mantener los neumáticos en buen estado es muy fácil. Evitar esta situación es cosa de revisar las presiones a menudo

Bajan las temperaturas y, automáticamente, baja también la presión del aire que hay en tus neumáticos. En otoño e invierno es muy importante vigilar las presiones de los neumáticos cada mes para evitar que podamos llegar a recorrer muchos kilómetros con los neumáticos en malas condiciones.

¿Qué puede ocurrir si lo hacemos? Nada bueno, desde luego. Si vamos con una presión muy baja, cualquier irregularidad del asfalto puede provocarnos un pinchazo. Pero no es lo peor de todo. Peor todavía es lo que nos puede pasar si hacemos un viaje largo con menos aire del que toca en las ruedas. La parte exterior del neumático se puede llegar a recalentar por exceso de fricción, provocando un reventón repentino.

Por suerte, prevenir este tipo de situaciones peligrosas es muy sencillo. Simplemente, comprueba la presión cada cierto tiempo y lleva las ruedas a la presión que dice el fabricante. Debe ser acorde al peso que vas a llevar en el vehículo. Además, si vas a poner cadenas para la nieve, comprueba bien las presiones antes de instalarlas.

Averías en parabrisas y sistema de refrigeración

El agua es barata, pero puede salirte muy cara

Metemos estas dos averías en el mismo saco porque suelen producirse por cometer el mismo error.

Para limpiar la luna frontal del vehículo, lo ideal es usar líquido limpiaparabrisas, que no deja de ser agua con alcohol y algún que otro desengrasante. En ocasiones, llenamos el depósito de agua normal y corriente. Y eso es aceptable cuando estamos en verano. Sin embargo, cuando bajan las temperaturas, ese fluido —el líquido elemento—, se puede llegar a congelar. No te va a pasar si vives en una zona donde se vive bajo cero en invierno, pero sí, si te pilla de novato y te vas de viaje a una de estas zonas con agua corriente en el depósito. Por supuesto, el destrozo que puede hacer el hielo es bastante caro.

Un tanto de lo mismo pasa si te da por rellenar con agua el depósito de líquido refrigerante, es decir, del fluido que sirve para bajar de temperatura el motor. Si se llega a congelar, tendrás una avería bastante complicada. Todo lo que necesitas saber sobre este tema lo tienes en esta entrada de qué pasa si usas agua en lugar de refrigerante.

Roturas de las escobillas del parabrisas

Si no tenemos este sistema en condiciones, el invierno le jugará una mala pasada

No es la peor de las averías, pero puede complicarnos bastante la conducción si nos damos cuenta demasiado tarde. Las escobillas se acaban endureciendo cuando ya tienen cierto tiempo. Tarde o temprano, dejarán de retirar el agua del parabrisas como es debido.

El desgaste se puede acelerar bruscamente si conducimos en situaciones de nieve o hielo. Por tanto, mejor prevenir que curar. Si notas que ya no limpian bien, anticípate un poco al fallo.

Fallos en el encendido

Si las bujías no funcionan bien, lo harán peor todavía en invierno

Hay varios elementos que entran en acción cuando tenemos que arrancar un motor de combustión. Pues bien, en invierno, los motores son un poco más exigentes para arrancar por culpa del frío.

Los motores diésel son los más complicados de arrancar. El diésel no deja de ser un aceite que cambia de densidad con las bajas temperaturas, por lo que no fluye ni se enciende con la misma facilidad. De ahí que sea recomendable utilizar aditivos antigelificantes para poder arrancar sin problemas. De lo contrario, corremos el riesgo de agotar la batería.

Por otro lado, los coches con motor de gasolina tampoco se libran. Si las bujías están desgastadas, esa pérdida de rendimiento se va a notar a la hora de arrancar el coche en frío. Con una chispa más débil, es posible que no llegues a arrancar el coche.

A propósito de esto último, las bajas temperaturas también pueden hacer que el cableado de los sistemas de encendido se endurezcan o que se vuelvan más quebradizos. Esto va a afectar a coches con motores de ambos tipos, pues los propulsores diésel utilizan sus propios calentadores para el arranque.

Corrosión en carrocería y chasis

Ojo con el óxido. Por su culpa, te pueden dar incluso una ITV desfavorable

Esto último no se puede ver con los ojos, pero es una muerte larga y dolorosa para cualquier coche. En zonas en las que nieva, se vierte sal en las carreteras para acelerar el deshielo.

El problema es que la sal es un agente corrosivo, por lo que los metales del chasis, la carrocería e incluso de muchos componentes mecánicos del propio vehículo van a deteriorarse por culpa de esto.

En España no tenemos tanta exposición a la nieve, pero es un detalle que debes saber si te vas a mover por zonas de montaña o si vas a desplazarte por el norte de Europa. Para evitar el destrozo, es muy importante que laves el coche. Como mínimo, cada dos semanas. Y, a ser posible, busca algún sitio donde puedas subir el vehículo a un elevador para retirar de los metales la sal que se queda incrustada.

Como habrás podido notar, simplemente hay que prestar un poco más de atención a algunos componentes del coche para evitar que el frío del invierno acabe causando alguna avería.

El artículo Las averías más típicas de los coches en invierno fue publicado originalmente en Urban Tecno.

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