Los fabricantes de bulos se aprovechan de la indignación para difundir mentiras en la red

La indignación vende. Quienes mueven los hilos de la desinformación en internet, quienquiera que sean, lo saben mejor que nadie y la utilizan a su favor para amplificar sus narrativas. El ejemplo más reciente en España, quizás, sea la dana que sumergió a Valencia hace algunas semanas. Las lecturas conspiranoicas, las mentiras y las teorías extremistas salpicaron todo internet y, por tanto, también la conversación pública más tangible. Pero no se trata de un fenómeno aislado. Un estudio publicado este jueves en la revista Science, evidencia que las publicaciones en redes sociales que contienen información falsa provocan más indignación que las que incluyen información fiable. Y es precisamente esa emoción la que facilita la difusión de mentiras por toda la red.

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