La inteligencia artificial ha impactado en muchos ámbitos de la vida gracias a herramientas como ChatGPT. Este bot conversacional, desarrollado por OpenAI, apenas lleva un par de años entre nosotros y ya se ha vuelto imprescindible para un gran número de personas. En cuestión de segundos puede elaborar un redactado informe de cuantas palabras queramos, responder a las preguntas que le hagamos y hasta crear una imagen desde cero.
Las últimas actualizaciones de ChatGPT no han hecho más que mejorarlo. Ahora es capaz de realizar razonamientos más complicados, además de contar con un modo de voz mejorado. Incluso se ha convertido en un motor de búsqueda capaz de rivalizar con el mismísimo Google.
Uno de los sectores en los que más ha afectado la llegada de ChatGPT y tecnologías similares es el educativo. Cada vez más estudiantes utilizan los bots conversacionales para hacer sus deberes. No solo tardan unos minutos en acabarlos: tampoco adquieren los conocimientos requeridos. Es un grave problema que no se limita únicamente al instituto, sino también a la universidad.
Detener el fraude con IA no es la prioridad en muchas instituciones educativas
La popularidad de ChatGPT es tan alta que tuvo que prohibirse en las escuelas de Nueva York, Estados Unidos de América, porque «tiene un impacto negativo en el aprendizaje de los estudiantes y que preocupa la seguridad y precisión de su contenido». Aunque no es su fin, se ha vuelto una herramienta perfecta para copiar y crear trabajos en cuestión de segundos.
Sin embargo, esta prohibición no es la norma general. Las instituciones educativas han tenido dos años para «blindarse» contra la inteligencia artificial. Y no lo han hecho. En su lugar, cada vez más estudiantes utilizan las herramientas derivadas de esta tecnología para superar sus proyectos y exámenes, hasta graduarse.
A esto hay que sumar que la mayoría de profesores no es capaz de identificar un trabajo hecho por un alumno de carne y hueso de uno generado por una inteligencia artificial. Así lo revela un estudio realizado en Reino Unido. El artículo, escrito por Peter Scare y otros compañeros en la Universidad de Reading (Reino Unido), examinó lo que sucedería cuando los investigadores creasen perfiles de estudiantes falsos y presentaran el trabajo más básico generado por IA sin que los profesores lo supieran.
El resultado fue revelador: el equipo de investigadores descubrió que los trabajos realizados con IA eran casi indetectables; concretamente, el 94% pasó el filtro de los profesores. Si se aplicase un criterio más estricto, se podría decir que el 97% del trabajo generado con IA en la universidad no fue marcado como tal por los profesores. Y eso no es lo peor, ya que «en general, nuestra tasa de detección del 6% probablemente sobreestima nuestra capacidad para detectar el uso de la IA en el mundo real para hacer trampa en los exámenes».
Este no es el primer estudio que pone a prueba las capacidades de la IA frente a profesionales. Otro estudio, realizado el año pasado, de la Universidad del Sur de Florida, concluyó que los lingüistas no fueron capaces de diferenciar el texto creado con inteligencia artificial del escrito por un ser humano. Y esto no es más que el principio.
Claude, la gran alternativa a ChatGPT, considerado como uno de los modelos de inteligencia artificial más potentes del mundo, se actualizó recientemente para ofrecer estilos personalizados. No es solo que proponga a los usuarios estilos predefinidos para crear contenido más adecuado según la situación, sino que pueden crear el suyo propio para que imite su forma de escribir. En otras palabras: que la IA se exprese como tú lo harías.
El artículo El 94% de los universitarios usa inteligencia artificial. Los profesores ni se enteran fue publicado originalmente en Urban Tecno.
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