Alcohol y robots es una buena combinación: «borrachos» de vodka son tan rápidos que tienen un enorme potencial para ayudar al medio ambiente

Uno de los robots más conocidos del audiovisual es Bender. Este personaje de Futurama es uno de los más queridos de la serie de animación de Matt Groening. Además de tener una apariencia humanoide, también se comporta como una persona. Si bien tiene diversas características que lo hacen único, como su odio, crueldad y agresividad con la gente que lo rodea, su rasgo más distintivo es que es un bebedor empedernido de cerveza.

Aunque parezca contradictorio que un robot beba cerveza (los líquidos y las máquinas nunca se han llevado demasiado bien, además de que no tienen un sistema digestivo ni necesidad de consumirla), podría tener mucho sentido. Sobre todo cuando se busca que los robots sean más productivos en ciertas tareas industriales y de limpieza del medio ambiente.

Altas concentraciones de alcohol ayuda a los robots a obtener más velocidad

Hay experimentos científicos muy extraños que han resultado ser bastante útiles en la vida real. El de los robots «borrachos» puede ser uno de ellos. Y es que un grupo de investigadores se ha aventurado a construir pequeños robots impulsados por la bebida alcohólica vodka, como resultado de un fenómeno observado en Cheerios.

Si bien todavía es una prueba de concepto, este descubrimiento tiene bastante potencial a la hora de realizar tareas de limpieza ambiental o para procesos industriales. Estos robots fueron desarrollados en la Universidad de Harvard por un equipo de expertos liderado por Jackson Wilt.

Se experimentó con discos de plástico impresos en 3D de aproximadamente un centímetro de ancho. Cada uno de ellos contenía una cámara de aire para flotabilidad y un tanque de combustible muy pequeño. No obstante, en lugar de utilizar un combustible tradicional, optaron por llenar los tanques con concentraciones de alcohol que variaban entre el 10 y el 50%.

Cuando se colocaron los robots en el agua, el alcohol se fue filtrando poco a poco hasta que se produjo el efecto Marangoni. Este efecto es un fenómeno físico que ocurre cuando un líquido se mueve debido a diferencias en su tensión superficial. Dicha tensión es la fuerza que actúa en la superficie de un líquido, y puede cambiar si hay una diferencia en la temperatura o en la concentración de sustancias en esa superficie.

Para explicarlo de manera sencilla, pondremos de ejemplo un líquido, como agua o aceite, en cuya superficie hay áreas con diferentes temperaturas o concentraciones de alguna sustancia, como puede ser el jabón. Las áreas donde la temperatura es más alta tienen una menor tensión superficial, y las áreas donde la temperatura es más baja tienen una mayor tensión superficial. Debido a esto, el líquido se moverá de las áreas de baja tensión hacia las áreas de alta tensión.

El efecto Marangoni se puede ver en la vida real en cosas como el movimiento de gotas de líquido sobre una superficie caliente, o incluso en cómo se mueve el líquido en un vaso cuando se agrega detergente. Volviendo al experimento: a medida que el alcohol, con su menor tensión superficial, se extendía sobre el agua, impulsaba a los pequeños robots por la superficie.

Optar por el vodka en lugar de otros tipos de alcohol, como la cerveza, fue una simple elección para el experimento por ser más fuerte, ya que es notablemente más caro. Al parecer, las concentraciones más altas de alcohol funcionan mejor como fuente de combustible para lograr una mayor propulsión, y la cerveza no sería tan efectiva.

Por otra parte, el alcohol se evapora después de impulsar a los robots, por lo que no contamina ni altera la superficie del agua para provocar el efecto Marangoni. En algunas prueba del experimento, los discos avanzaron durante hasta 500 segundos a velocidades máximas de alrededor de 6 centímetros por segundo.

Según se avanzó en la investigación, el equipo tras el experimento desarrolló robots más complejos. Para ello se imprimieron en 3D múltiples salidas de combustible en los discos y uniéndolas, lo que permitió a los robots trazar caminos curvos o girar rápidamente. Esto fue útil también para demostrar el «efecto Cheerios»: la agrupación de objetos flotantes causada por fuerzas de atracción entre los meniscos que crean en la superficie del agua.

Además de para la remediación ambiental (al dispersar uniformemente sustancias a través de cuerpos de agua) y ciertos procesos industriales que requieren de una distribución programada de materiales, los robots también podrían usarse como herramientas educativas. Los estudiantes podrían entender mejor conceptos como la tensión superficial de esta manera, en lugar de limitarse a los libros de texto, según la fuente.

Hay que ver cómo avanza la robótica. En los últimos meses están surgiendo muchas novedades en el sector. Desde el robot que trabaja en una fábrica de BMW y ahora es un 40% más rápido en tareas de fabricación, hasta un roboperro que ha completado una maratón sin despeinarse, siendo el primero del mundo en conseguirlo. Incluso hay una artista que vende sus obras por 1 millón de dólares, y no es humana.

El artículo Alcohol y robots es una buena combinación: «borrachos» de vodka son tan rápidos que tienen un enorme potencial para ayudar al medio ambiente fue publicado originalmente en Urban Tecno.

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