Cuando hablamos de la habilidad de pensar, incluso de razonar, siempre nos imaginamos seres humanos o, al menos, especies de animales inteligentes a los que conocemos de sobra, como puede ser el caso de elefantes, chimpancés o delfines. Sin embargo, recientemente hemos descubierto que incluso las formas de vida más simples pueden ser capaces de aprender.
Las extraordinarias, y desconocidas, habilidades de las células
Científicos del Centro de Regulación Genómica de Barcelona y de la Escuela de Medicina de Harvard nos invitan a adentrarnos en el apasionante mundo celular para descubrir que la unidad más pequeña que puede vivir por sí sola tiene la habilidad de aprender. El estudio ha sido desgranado en un artículo publicado en la revista científica Current Biology y pone patas arriba los conceptos biológicos fundamentales que creíamos conocer.
La investigación ha conseguido ahondar en un tipo de aprendizaje conocido como habituación. Seguro que, en más de una ocasión, te has acostumbrado al sonido del segundero de un reloj, tanto que lo has dejado de percibir. Esto se ha estudiado en diferentes animales con sistemas nerviosos, pero en contadas ocasiones se había probado en células.
Allá por las décadas de 1970 y 1980, científicos encontraron indicios de habituación en cilióforos, organismos unicelulares con más de 3.500 especies descritas, y ahora esta nueva investigación busca confirmar las sospechas que se tenían sobre la capacidad de este tipo de forma de vida de aprender. Rosa Martínez, coautora del estudio, ha asegurado en el medio SciTechDaily:
Estas criaturas son muy diferentes a los animales con cerebros. Aprender significa utilizar sus redes moleculares internas que, de alguna manera, realizan funciones similares a las que llevan a cabo redes de neuronas en el cerebro. Nadie sabe cómo son capaces de hacerlo, así que pensamos que es una cuestión que necesitaba ser explorada.
En esta ocasión, la investigación no ha tenido lugar en un laboratorio con células observadas a través de microscopios, sino que los científicos han utilizado simulaciones informáticas para intentar «descodificar el lenguaje de las células». Con ello, se ha conseguido comprobar cómo las interacciones en el interior de las células cambian a medida que estas se exponen repetidamente a los mismos estímulos.
No entraremos en demasiados detalles complejos de la investigación, pero sí deberías saber que al llevar a cabo las simulaciones, los investigadores se dieron cuenta que las células utilizan una combinación de circuitos moleculares para responder a diferentes estímulos. Es interesante, además, saber que la respuesta, dependiendo del estímulo, puede tardar más tiempo en aparecer, algo que «podría ser un tipo de memoria a nivel celular».
Y esta investigación, podrías preguntarte, ¿qué implicaciones tiene para la comprensión de los organismos del planeta? Por muy extraño que parezca, saber de la existencia de la habilidad de las células para recordar puede ser fundamental para la investigación científica, biológica y médica. De esta manera, podríamos explicar cómo las células cancerígenas llegan a resistir la quimioterapia o cómo las bacterias se vuelven inmunes a los antibióticos.
A partir de ahora, queda por delante una de las partes más complicadas del proceso: convertir modelos y simulaciones informáticas en experimentos que puedan realizarse en laboratorio. La doctora Rosa Martínez asegura:
La apuesta arriesgada en biología computacional es hacer la vida programable como un ordenador, pero los experimentos pueden consumir mucho tiempo y ser caros. Nuestra aproximación puede ayudarnos a priorizar qué experimentos son más probable que ofrezcan resultados valiosos, ahorrando tiempo y recursos y llevándonos a nuevos descubrimientos. Creemos que puede ser útil para responder otras preguntas fundamentales.
El artículo El aprendizaje no es exclusivo de organismos desarrollados, ahora también podemos afirmar que células individuales son capaces de aprender fue publicado originalmente en Urban Tecno.
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