En el tiempo que lleva leer el titular de esta historia, ciberdelincuentes repartidos por todo el mundo habrán intentado concretar más de 3.000 ataques informáticos. Arremeterán contra usuarios famosos y anónimos en todo tipo de plataformas. También contra pequeñas empresas, radicadas desde en Buenos Aires hasta Mérida, y contra compañías gigantescas en San Francisco o Hong Kong. Tampoco se salvarán las instituciones públicas, como hospitales o ministerios. Y habrá tres grandes fuerzas que motivarán a los criminales: espionaje, ideología y recompensa financiera.
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