La mayoría de nosotros sabemos que los seres vivos que habitan el planeta Tierra proceden de organismos unicelulares que comenzaron a florecer hace millones de años y que, a base de superar los obstáculos de la evolución, consiguieron dar forma a animales, plantas y otros reinos que, ahora, habitan en un planeta muy diferente al que se encontraron en sus inicios. Sin embargo, hemos podido asomarnos a la danza primitiva que les llevó a comenzar este apasionante viaje.
La vida se abre paso a partir de una coreografía microscópica
Tal y como se explica en el artículo publicado en la revista científica Nature, un grupo de científicos ha conseguido recrear ese baile entre dos organismos unicelulares al inducir la endosimbiosis dentro de un laboratorio. Pero, espera. Antes de continuar, creo que deberíamos aclararte qué significa ese término y por qué la investigación resulta tan fascinante.
Partimos de que existen microorganismos unicelulares en nuestro planeta, ya sea que mires en la tierra, en el océano o, por ejemplo, en el interior de nuestro cuerpo. A veces, estos organismos tienen que disputarse el territorio, la comida o intercambiar ADN. Sin embargo, en otras ocasiones, comparten momentos tan íntimos, que uno de ellos entra en el interior del otro. Este fenómeno, de una célula viviendo en el interior de otra, es lo que se conoce como endosimbiosis.
Esta relación es la que lleva potenciando la evolución desde hace millones de años, pero también ha traído de cabeza a la comunidad científica. Muchas preguntas han sido planteadas alrededor de la endosimbiosis. ¿Cómo es posible que la célula no sea ingerida? ¿Cómo consigue reproducirse en el interior de su huésped? ¿Cómo se perpetúa la relación celular? Para ello, se ha recreado ese baile unicelular en el laboratorio.
Los científicos han inyectado una bacteria, Mycetohabitans rhizoxinica, a un hongo, Rhizopus microsporus, un proceso tremendamente complejo, consiguiendo que ninguno de ellos acabe sucumbiendo. A partir de aquí, algunos colegas de profesión, no involucrados en el estudio, ya han empezado a exponer las primeras conclusiones. Por ejemplo, en declaraciones recogidas en el medio Quanta Magazine, Vasilis Kokkoris, micólogo de la Universidad Libre de Ámsterdam, afirma:
Para mi, esto significa que los organismos quieren, realmente, vivir juntos y que la simbiosis es la norma. Así que estas son grandes, grandes noticias para mi y para este mundo.
Toda la teoría que existía en este campo, al fin, pudo ponerse en práctica. En lugar de inventar una relación nunca antes observada, los investigadores optaron por recrear una pareja ya vista en la naturaleza. Existe una enfermedad que afecta al arroz y que tiene como punto de inicio la relación endosimbióntica entre la bacteria y el hongo que te presentábamos anteriormente.
En dicho caso, la bacteria fabrica un veneno que el hongo utiliza para infectar a la planta y que inicia una relación beneficiosa, al alimentarse ambos microorganismos de células muertas de la planta. Sin embargo, existe una cepa del hongo que no establece dicha relación y es la que ha sido utilizada por Gabriel Giger y Julia Vorholt, autores de la investigación, para recrear el baile celular.
La bacteria fue modificada en el laboratorio para que realizase nuevas funciones y, después, integrada en el hongo. A partir de esta experimentación, los investigadores aseguran que se podrían modificar plantas para que fuesen capaces de metabolizar contaminantes o para fabricar medicinas. Laila Partida Martínez, quien descubrió la endosimbiosis en esta cepa, asegura que «llevará tiempo diseñar y afinar los sistemas», pero que, finalmente, «nuestra imaginación podría ser el único límite».
El artículo Científicos consiguen recrean la danza entre organismos unicelulares que dio origen a la vida compleja en nuestro planeta fue publicado originalmente en Urban Tecno.
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