Por fin he podido ver el vídeo en el que Shank Mods, un apasionado de las consolas, en especial de las más antiguas, relata la increíble secuencia de casualidades que permitieron rescatar de su destrucción el probablemente único ejemplar que queda de la tele de tubo más grande del mundo.
En la década de los 80 del siglo XX Sony era lo máximo en el campo del entretenimiento audiovisual. Y lo sabían. Como fruto de ello y de lo que seguramente un «sujétame el cubata» épico sacaron al mercado la PVM-4300, conocida como KX-45ED1 en Japón.
La Sony PVM-4300 era un pedazo de bicho de gama alta con un tubo Trinitron de 43 pulgadas que pesaba 200 kilos más otros 77 del soporte. Hoy en dñia 43 pulgadas nos pueden parecer hasta pocos. Pero para una televisión de tubo eran una auténtica barbaridad.
Salió a la venta en 1989 a un precio de 40.000 dólares, precio que ajustado a la inflación serían unos 100.000 dólares, unos 97.500 euros.
Con ese precio era un producto más de prestigio que para el mercado de consumo, así que no vendieron demasiados ejemplares. De hecho hasta no hace mucho había dudas de que realmente hubiera salido al mercado y que no hubiera sido más que una maniobra de relaciones públicas de Sony pues aparte del material publicitario de la empresa sólo se conocían dos fotos de la tele en cuestión en el MundoReal™.
Hasta que un día Shank Mods recibió un mensaje de un amigo que le decía que había conseguido averiguar dónde estaba hecha una de las fotos en cuestión: el restaurante Chikuma Soba en Osaka, situado en la segunda planta de una fábrica de noodles.
La foto en cuestión – vía moveofsunday
Shank consiguió comprobar que efectivamente la foto había sido tomada en ese restaurante. Pero para su horror descubrió que no sólo iba a cerrar en tres días sino que además era porque se mudaban porque el edificio ya no cumplía las normas e iba a ser demolido.
Desesperado, y tras ver que ninguno de sus contactos en Japón podía llegar a tiempo, terminó por pedir ayuda en Twitter a ver si alguien podía acercarse por el restaurante a ver si la tele aún seguí allí. Y aquí apareció Abebe Tinari, que resultó que vive a unos 45 minutos de allí. Pero sólo pudo pasarse por el Chikuma Soba el último día en el que estaba abierto.
Abibi pudo comprobar no sólo que la tele seguía allí sino que el dueño le confirmó que estaba buscando la forma de deshacerse de él. Aunque eso tenía que pasar en dos semanas, que era el tiempo que quedaba antes de que el edificio fuera demolido y el KX-45ED1 con él si nadie lo sacaba de allí.
Con lo que empezó una carrera contra reloj para encontrar una empresa que pudiera encargarse de la logística –recuerda que hablamos de una tele de 200 kilos y su soporte de 77– y conseguir financiación para todo ello, que según Shank salió por el precio de un coche usado.
Una historia muy curiosa acerca de un cacharro impresionante que probablemente puede ser considerado ¡el culmen del desarrollo de los televisores de tubo. Que, por cierto, Shank Mods explica al principio lo que son porque supone, creo que acertadamente, que buena parte de quienes vayan a ver el vídeo, no tendrán muy claro lo que es eso.
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