Los grandes depredadores de este lugar del planeta fueron exterminados por una antigua civilización: eran sacrificados a los dioses

La historia de América del Sur empezó miles de años antes de que los españoles cruzaran el océano Atlántico. Aquí habitaron grandes reinos e incluso imperios con costumbres y tradiciones propias. Una de ellas fueron las de los sacrificios animales para pedir o calmar a los dioses. En un nuevo libro publicado por una antropóloga se ha detallado cómo los grandes depredadores sudamericanos eran víctimas de estos ritos en la megaciudad de Teotihuacán, una antigua urbe maya.

En Urban Tecno los pueblos prehispánicos no nos son desconocidos. Aquí hemos podido estudiar algunas de sus tecnologías, como esa que usaban para filtrar el agua y potabilizarla sin los medios actuales. Su final también ha tenido cabida en un artículo, sobre todo de cara a servirnos de lección para los retos del futuro. Por último, que decir de las antiguas pirámides, diferentes a las de Egipto, pero igual de impresionantes. Estructuras que marcaron a todo un pueblo.

Ni jaguares ni pumas escapaban a la mesa de sacrificios de los antiguos mayas

Regresando al tema que nos importa, la antropóloga californiana, Nawa Sugiyama, ha publicado hace unos meses un libro donde estudia cómo los grandes animales de Sudamérica eran utilizados por los mayas en sacrificios. ‘Animal Matter: ritual, place and sovereignty at the Moon Pyramid of Teotihuacán’ es un profundo estudio sobre las relaciones entre humanos y animales con base en los yacimientos arqueológicos.

En este texto se han utilizado como bases las interpretaciones de cientos animales y algunos humanos de casi 2.000 años de antigüedad encontrados en la megaciudad de Teotihuacán, anclada en el actual México. Los datos modernos han resultado en el hallazgo de nada menos que 200 animales sacrificados, de los cuales al menos 33 eran esqueletos completos.

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Empezando por el principio, Teotihuacán fue una de las primeras grandes ciudades del hemisferio occidental. Se encuentra en la actualidad a 48 kilómetros de Ciudad de México y está declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Los restos de la urbe tienen más de 1900 años de antigüedad y se cree que su máximo apogeo se concentró entre el 100 antes de nuestra era y el 650. Así mismo, su grandeza llegó a ser tal que los arqueólogos concuerdan en que podría haber tenido hasta 100.000 habitantes.

Por otro lado, los pueblos mayas han tenido desde siempre la característica antropológica de disponer de ritos de sacrificios, incluidos los humanos. Los expertos que han analizado las fosas donde se desechaban los cadáveres, como las que ha analizado Sugiyama, han encontrado huesos de hasta 200 especies animales. La cámara más grande contenía 12 restos humanos y 100 animales. Sin duda son comparables a los aztecas, pueblo que tuvo su aparición un milenio después y que combatió a los conquistadores españoles. En sus cámaras se encontraron nada menos que 400 especies diferentes de animales.

https://x.com/ZooarqueologiaM/status/1623668707577700354

Entre las especies más llamativas, tal y como ha apuntado Sugiyama en una serie de declaraciones para la prensa, se han encontrado: águilas reales, lobos grises mexicanos, halcones, búhos, jaguares, pumas, lobos e incluso serpientes de cascabel. No deja de ser increíble pensar que todos estos animales debían ser trasladados vivos al templo para ser sacrificados. Por lo que los recursos destinados a su captura y transporte debieron de ser grandes. La experta ha comentado además que:

Fueron parte de ese proceso de creación de una nueva política, un nuevo paisaje, en el que animales y humanos coordinaron una de las construcciones ceremoniales paisajísticas más ambiciosas de la antigua Mesoamérica.

Sin duda es que el paisaje antropológico sudamericano antes de la llegada de los españoles es sumamente interesante. Este tema en concreto de los sacrificios demuestra unas profundas creencias en unos dioses que debían regir los destinos de la ciudad o el pueblo. Se pedían mejores cosechas, la llegada de la lluvia y también el mantener alejados a los malos augurios.

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