Un ente vacío de rostro pero lleno de buenas intenciones. Un oráculo para navegar entre las madejas de la mente. Un compañero etéreo que jamás interrumpe y siempre encuentra palabras certeras. Eternamente disponible e incapaz de juzgar. Al alcance tras la descarga de una app y por un precio muy asequible, incluso gratis. Desde que irrumpieran a finales de la pasada década, los therapy bots —robots virtuales programados con inteligencia artificial (IA) para fines psicoterapéuticos— han ido ganando terreno en la oferta de salud mental. Una utopía hecha realidad o un aterrador presente distópico, según se mire.
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