Este artículo se publicó originalmente en Tecvolución, el blog de Volvo en el que colaboramos desde hace una década, dedicado a las tendencias tecnológicas aplicadas al futuro de los coches, la sostenibilidad, la innovación y el ocio digital.
Los investigadores del Senseable City Lab del prestigioso Instituto de Tecnología de Massachusetts dieron hace tiempo a conocer un trabajo en el que explican técnicamente cómo las ciudades del futuro podrán acabar prescindiendo de los semáforos en las intersecciones de las calles para pasar a depender de sistemas como la comunicación coche-a-coche (C2C), mucho más eficientes. Es algo que todavía está por ver –sigue habiendo numerosos desafíos técnicos, normativos y de adopción masiva– pero, ¿quien sabe? La idea no suena mal.
El análisis combina matemáticas con todo tipo de tecnologías actuales y futuras: desde simulaciones con datos reales obtenidos mediante GPS a la información que se recoge de los semáforos de las calles, datos experimentales sobre la densidad de la circulación, cámaras detectoras de peatones y –especialmente– los desarrollos de las comunicaciones entre vehículos.
La idea parte de un hecho muy sencillo: los semáforos actuales son altamente ineficientes. Imaginemos, simplemente, que no hay apenas circulación y un coche que se acerca a un semáforo en rojo. Tendrá que parar aunque no pasen otros coches o peatones. (Esto varía un poco según los países: en Estados Unidos un semáforo en rojo equivale más bien a uno de nuestros Stops; también hay semáforos más o menos «inteligentes»).
Aun con situaciones más complicadas, con diversos coches, podemos pensar en un cruce en el que casi todos los vehículos vayan en una dirección y apenas se crucen otros: tendrán que parar aunque sean «mayoría», a menos que alguien los reprograme. Si en la ecuación añadimos grandes avenidas con varios carriles la situación se torna más ineficiente todavía.
Con la llegada de las comunicaciones C2C los vehículos sabrán si hay otros vehículos cerca y hacia dónde van o si pretenden girar. Este es el escenario ideal, cuando todos los coches implementen estos sistemas y se pueda garantizar la seguridad a los niveles actuales, claro.
Mientras llega ese momento los investigadores están añadiendo más inteligencia a la circunvalación vial partiendo de estas ideas. En el Senseable City lo llaman Light Traffic. Por un lado simulan en sus equipos cruces con múltiples carriles y una densidad del tráfico variable, que circula al azar pero con conocimiento del «escenario general». Cada vehículo tiene una zona llamada slot tanto delante como detrás: es una especie de margen de seguridad para el frenado y para evitar colisiones, que depende de la velocidad y otros factores (también hay slots para bicicletas, peatones y motocicletas). El algoritmo –procedimiento matemático– calcula la mejor forma de «mover» los slots en vez de los coches, manteniendo siempre separaciones adecuadas y evitando los peligros. Cuando tiene optimizada esa tarea, se le envían las órdenes a los vehículos.
¿Y los semáforos? Dejan de ser necesarios.
Esto quiere decir que las intersecciones podrán ser más rápidas y eficientes; según los cálculos del estudio, más o menos el doble que los más avanzados semáforos actuales. En el escenario más prometedor, los viajes de un punto a otro podrán realizarse con cero retrasos y en un tiempo óptimo.
Sin duda circular por la calle sin parar también será más «emocionante», como muestran los vídeos de algunas de las simulaciones (por ejemplo esta del CityLab). Esperemos, eso sí, que no sean tan emocionantes como una montaña rusa.
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Foto (CC) Pxhere.
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