Finalizada la Segunda Guerra Mundial, los aliados decidieron que gran parte de sus municiones ya no tenían mayor utilidad, por lo que las arrojaron al mar del Norte y al mar Báltico. Lo que fue un acto para cerrar una contienda realmente cruenta, ha acabado convirtiéndose en un problema mayúsculo para los ecosistemas marinos que pueblan la costa alemana. Ahora, la tecnología podría darles una segunda oportunidad.
A la caza de los explosivos de la Segunda Guerra Mundial
Nos acercamos hasta la bahía de Lübeck para conocer un proyecto que comenzó en septiembre de 2024 y que buscaba encontrar el material arrojado por los aliados al final de la Segunda Guerra Mundial. Gracias a vehículos submarinos, con cámaras, sensores y luces, se empiezan a encontrar municiones de casi 80 años de antigüedad, como podrían ser torpedos, minas marinas o bombas aéreas. Los expertos calculan que el fondo marino puede estar guardando hasta 1,6 millones de toneladas de municiones.
El pasado mes de octubre, tal y como publicó el medio Süddeutsche Zeitung, se pudo acceder al trabajo que está siendo realizado por la compañía SeaTerra y la empresa Eggers Kampfmittelbergung. Para evitar el rearme, entre los años 1945 y 1949, los aliados pagaron a pescadores locales para que se deshiciesen de las municiones mencionadas en lugares concretos, aunque, finalmente, estas acabaron en multitud de áreas para facilitar una rápida labor.
La empresa SeaTerra puso en marcha el proyecto, con un coste estimado de 100 millones de euros, del que es máximo responsable Dieter Guldin, un arqueólogo reconvertido extractor de munición del siglo XX. Sin embargo, recientes análisis del área donde se encuentran las municiones sumergidas han descubierto un aterrador secreto: el impacto a estos ecosistemas que mucho más severo de lo que se pensaba.
Existen evidencias de la presencia de TNT en mejillones y peces cerca de los lugares donde se arrojaron las municiones. Además, aquellos animales que habitan cerca de barcos hundidos de la época poseen ratios de cáncer de hígado y de daños en los órganos mucho más altos que sus congéneres. De hecho, se sabe que las municiones convencionales sumergidas son productos carcinogénico, es decir que provocan cáncer, mientras que las municiones químicas son mutagénicas, es decir que interrumpen las funciones enzimáticas.
Desde el año pasado, tanto SeaTerra como la empresa Eggers Kampfmittelbergung, se han recuperado aproximadamente 16 toneladas de munición, aunque aún queda mucho trabajo por realizar para intentar minimizar su impacto ecológico. El siguiente paso del proyecto implicará construir instalaciones cerca de los lugares donde más municiones descansan, para poder incinerarlas. Sin embargo, el objetivo final es mucho más innovador.
La idea sería poder construir un sistema completamente autónomo, capaz de utilizar robots submarinos, controlados de manera remota, para poder escanear, mapear y obtener imágenes del fondo marino. Es aquí donde llegaría el turno de los expertos, que utilizarían los datos procesados a través de algoritmos de aprendizaje automático para poder identificar y categorizar las municiones aún por recuperar. Después, brazos robóticos serían los encargados de extraerlos hacia las plataformas o barcos habilitados y acabar con ellos para ayudar al cuidado del ecosistema marino.
El artículo Alemania recluta a un equipo de robots submarinos. Su misión será limpiar de explosivos las costas del país fue publicado originalmente en Urban Tecno.
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