El último ejemplar murió hace 90 años, pero gracias a una cámara podemos revivir a este animal prehistórico extinto

El 7 de septiembre de 1936, el último tilacino conocido murió en cautiverio en el zoológico de Hobart, Tasmania. También llamado lobo de Tasmania, este marsupial carnívoro desapareció oficialmente del planeta tras décadas de persecución y destrucción de su hábitat. Sin embargo, casi un siglo después, una grabación redescubierta nos permite observarlo en movimiento con un detalle inédito, reviviendo así un fragmento de su existencia perdida.

Un archivo rescatado del olvido

Durante mucho tiempo, las imágenes del tilacino fueron limitadas a unos pocos fragmentos en blanco y negro de escasa calidad. Pero recientemente, un equipo de investigadores ha logrado restaurar una película de 1935 con una claridad impresionante. Mediante avanzados algoritmos de mejora de imagen, estabilización digital y colorización supervisada por expertos en biología, el resultado ha devuelto a la vida a esta criatura con una precisión nunca antes vista.

El metraje pertenece a una de las últimas filmaciones conocidas del tilacino, registradas por David Fleay, un naturalista que documentó sus movimientos en el zoológico de Hobart. La restauración de estas imágenes no solo mejora la definición y el contraste, sino que también permite a los científicos analizar con más detalle su morfología, comportamiento y patrones de movimiento.

¿Qué hacía único al tilacino?

El tilacino (Thylacinus cynocephalus) era un marsupial depredador con una combinación de características que lo hacían excepcional. A pesar de su nombre común, no estaba relacionado con los lobos, sino que compartía más parentesco con los canguros y los demonios de Tasmania. Su cuerpo estilizado, sus rayas en la espalda y su mandíbula con una apertura de casi 120 grados lo diferenciaban de cualquier otro animal moderno.

Habitaba principalmente en Tasmania, aunque registros fósiles indican que en algún momento su distribución incluyó también Australia continental y Nueva Guinea. Con hábitos nocturnos y una dieta basada en pequeños mamíferos y aves, el tilacino ocupaba un nicho ecológico único antes de su extinción.

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Durante sus últimos años, el tilacino (o lobo de Tasmania) vivió en un estado de cautiverio solitario en el zoológico de Beaumaris, en Hobart

La importancia de la restauración digital en la ciencia

La tecnología de restauración digital ha avanzado a tal punto que permite recuperar detalles visuales que de otro modo se perderían con el tiempo. No solo se trata de un ejercicio de nostalgia, sino de una herramienta útil para la ciencia. La reconstrucción de estas imágenes permite a los investigadores observar con precisión las estructuras anatómicas, la locomoción y los patrones de comportamiento de especies extintas.

Este tipo de técnicas ya se han aplicado en otras especies desaparecidas y en fósiles animados mediante modelos 3D y análisis biomecánicos. En el caso del tilacino, el metraje restaurado podría servir de referencia para futuros intentos de clonación o reintroducción genética mediante técnicas de biología sintética.

Un legado de especies desaparecidas

El caso del tilacino no es único. A lo largo de la historia, diversas especies han desaparecido por la acción humana, muchas veces de manera irreversible. La recuperación de imágenes y restos fósiles de estas criaturas permite conocer mejor su historia y comprender las consecuencias de su pérdida. En la Península Ibérica, por ejemplo, durante el Pleistoceno existieron especies emblemáticas como el león cavernario y el rinoceronte lanudo, cuyos restos aún nos revelan detalles sobre la fauna prehistórica de la región. La restauración de estos documentos visuales es un recordatorio de la fragilidad de la biodiversidad. A través de la ciencia y la tecnología, podemos revivir la imagen de especies que el tiempo ha borrado, pero la verdadera lección es la urgencia de proteger a aquellas que aún están con nosotros.

El artículo El último ejemplar murió hace 90 años, pero gracias a una cámara podemos revivir a este animal prehistórico extinto fue publicado originalmente en Urban Tecno.

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