
Se suele decir que aprendemos a conducir fuera de la autoescuela. Cuando tenemos a nuestro profesor a la derecha, en realidad, lo que aprendemos es a aprobar un examen práctico. Una vez somos libres, adquirimos la soltura necesaria para conducir en el día a día, así como nos enfrentamos a situaciones que rara vez se suelen dar en clase.
Sin embargo, cuando por fin tenemos nuestro carnet, no tendremos a nuestro lado a una persona que nos corrige todos los errores que vamos cometiendo y que, de alguna manera, vamos añadiendo a nuestra forma de conducir.
Justo de esto es de lo que vamos a hablar en este artículo. Estos son malos hábitos que suelen tener muchos conductores y que, en general, suelen causar averías a largo plazo. Si después de leer esto, ves que cometes alguno de ellos, te recomendamos encarecidamente que hagas todo lo posible por corregir estos pequeños malos hábitos a la hora de conducir.
- Apoyar la mano en la palanca de cambios
- Usar el pedal del embrague como reposapiés
- Cambiar de marcha sin pisar el embrague adecuadamente
- Apurar la reserva del depósito
- Apurar el tope del giro del volante
- Conducir a muy altas vueltas
- Conducir a muy bajas vueltas
- Pisarle “en frío”
- No enfriar el turbo
- Ignorar el mantenimiento de las correas
- Acelerar con tirones
- Descuidar la limpieza e higiene
- Ignorar o alargar el mantenimiento básico
Apoyar la mano en la palanca de cambios

La palanca se usa para cambiar. El que la usa de reposamanos «es un parguela»
El pomo de la palanca de cambios solo debe tocarse para cambiar de marcha. Puedes mantener la mano cerca de la palanca en ciudad, pues vas a tener que usarla de forma muy seguida entre primera y segunda velocidad. Sin embargo, no es nada recomendable apoyar la mano en el pomo. Mucho menos en carretera, con una marcha larga metida.
El primer motivo por el que no deberías hacer esto es por pura seguridad. Como bien sabrás, lo ideal es conducir con ambas manos en el volante. Soltamos la derecha solamente en el momento de hacer el cambio.
Pero vamos a ir un poco más allá. Al poner peso sobre la palanca, estamos ejerciendo presión sobre los mecanismos del cambio (varillaje, engranajes…), y eso no es bueno.
Por cierto, suele haber una coincidencia entre muchos de los conductores que conducen con la mano apoyada en la palanca. Lo hacen “por comodidad”. Pues bien, si es tu caso, es muy probable que tengas el volante a una altura más alta de la cuenta. De ahí que se te cansen los brazos y que tiendas a descansarlo apoyado en la palanca o en el asiento del copiloto cuando no viaja nadie en él.
Usar el pedal del embrague como reposapiés
Uno de los pecados capitales de la conducción. Si tienes buen oído, seguro que habrás escuchado vehículos que circulan altísimos de vueltas y haciendo mucho ruido. Suele ser por esto.
Hay personas que, por miedo a que el coche se les cale, tienden a pisar constantemente el embrague. La manía suele ir mucho más allá, llegando a un punto en el que mantienen ligeramente el pedal pulsado, aunque estén en una marcha larga.
Esto no es solo un error a la hora de conducir, sino que causa un desgaste muy acusado al coche. Para circular a una velocidad concreta (por ejemplo, 50 por hora), el motor tendrá que girar a más revoluciones de la cuenta, pues parte del giro del motor se va a estar perdiendo por no tener bien acoplada la transmisión (por tener pisado el pedal, claro).
Y, por supuesto, el disco del embrague y el cojinete de empuje estarán trabajando con mucho más estrés, lo que significa que van a durar mucho menos. Traducido al español: esto significa que un kit de embrague que puede durar 150.000 kilómetros, te puede durar mucho menos de la tercera parte de esa vida útil.
Cambiar de marcha sin pisar el embrague adecuadamente

Lleva siempre el pedal hasta el fondo. Si no llegas, acércate el asiento
Por otro lado, tenemos el caso de los conductores que no terminan de pisar del todo el embrague para cambiar de marcha. ¡También es muy malo!
Al no pisar del todo el pedal, el plato de presión no se va a liberar por completo. Por tanto, al pasar de una marcha a otra, estarás forzando el mecanismo. Para cambiar de marcha, es necesario pisar el pedal hasta el fondo, introducir la nueva marcha y retirar el pie. Ni muy rápido, ni muy lento.
Apurar la reserva del depósito
No te vamos a recomendar que llenes el depósito de combustible hasta arriba si usas poco tu coche. Pues, como ya comentamos en anteriores ocasiones, el diésel y la gasolina se caducan. Sin embargo, tampoco es buena idea jugar constantemente entre el cuarto del depósito y la reserva.
El tanque de combustible de nuestro vehículo suele ir acumulando residuos y lodos que suelen irse al fondo. Si conducimos utilizando siempre ese fondo del depósito, la bomba estará chupando combustible con más sustancias disueltas. En teoría, no debería pasar nada, pues hay filtros que impiden que la suciedad pase a los inyectores. No obstante, la bomba tendrá que trabajar más cuanta más suciedad absorba. Por tanto, es mejor repostar incluso antes de que nos salga el testigo de la reserva.
Apurar el tope del giro del volante
El volante de tu coche tiene un tope a ambos lados. Si haces giros muy cerrados, como puede ser en maniobras de aparcamiento, es posible que llegues al final del recorrido del volante. Pues bien, no fuerces más. Nunca.
El motivo es que, por más que fuerces el volante, las ruedas no van a girar más. Pero no solo eso. Al insistir, la cremallera de la dirección y la bomba de la dirección asistida sufren.
Conducir a muy altas vueltas
En un vehículo con caja manual, nosotros decidimos en qué zona del tacómetro pasamos de marcha. Lo normal es que lo hagamos de oído. Ni muy pronto, ni muy tarde.
Sin embargo, hay conductores que llevan la aguja hasta casi la zona roja del medidor de revoluciones. Y no es necesario en absoluto.
Si bien es cierto que vas a prevenir algunas averías llevando el coche así de “alegre”, cambiar por sistema a 6.000 RPM —por poner un ejemplo— en un coche de gasolina no es lo ideal. Primero, porque el consumo será altísimo. Y, en segundo lugar, porque el motor estará sometido a una mayor fricción, por lo que se desgastará más.
Conducir a muy bajas vueltas

Esto es lo que pasa si circulas siempre a 1.200 revoluciones (y sí, es caro de reparar)
No, no estamos locos. Ir con el coche muy bajo de revoluciones también causa problemas. Los sistemas anticontaminación como el sistema de recirculación de gases (EGR) y el filtro de partículas (FAP), están pensados para que el vehículo sea conducido en un rango de revoluciones normal.
La idea es utilizar el motor en un régimen medio de revoluciones, subiendo la aguja de vez en cuando para efectuar adelantamientos. Pues bien, si conducimos constantemente en marchas muy largas y no revolucionamos en absoluto el motor, van a surgir averías. Muchas averías.
En la mayoría de los casos, van a aparecer problemas con la EGR, que va a saturar la admisión de carbonilla. También puede ocurrir que se sature por completo el filtro de partículas. Por tanto, cuando te muevas entre 50 y 80 kilómetros por hora, intenta de vez en cuando usar una marcha más corta para revolucionar el motor y que no se congestione por dentro.
Pisarle “en frío”
Antes de salir al campo, cualquier futbolista se tira unos 5-10 minutos haciendo ejercicios sencillos para calentar. Pues bien, sirva este ejemplo visual para que te mentalices de que tu coche no es muy diferente a ellos.
Cuando arrancas un coche, todas las piezas móviles estarán frías. El aceite no tendrá su viscosidad óptima, pues tendrá que calentarse para que fluya como es debido. Y todo esto lo puedes ver en el propio cuadro de instrumentos, donde verás en tiempo real la temperatura del refrigerante.
Hasta que el refrigerante no se pone a unos 90 °C, solemos decir que el coche está frío. La lubricación no será perfecta, así que lo peor que puedes hacer es pegarle un acelerón al motor que haga que suban mucho las revoluciones. Al no haber buena lubricación, es más probable que los metales de los pistones y el bloque rocen entre sí —al no haber una pátina de aceite lo suficientemente fluida para evitarlo—, causando más desgaste. Una vez que el motor esté caliente, sí que puedes exigirle sin miedo.
No enfriar el turbo

Si tienes un coche con turbo (sea gasolina o diésel), tienes que aprender a cuidarlo cada día
Si tu coche es atmosférico, pasa al siguiente epígrafe. Pero si tienes un vehículo con turbocompresor, leer esto te puede hacer ahorrar más de 1.000 euros.
El turbo de tu coche gira a unas velocidades altísimas, y se refrigera con el propio aceite del motor. Mientras el motor está encendido, la propia bomba del aceite pasa el fluido por el turbo y lo enfría.
Sin embargo, hay un pequeño detalle que no todo el mundo sabe. Cuando haces un viaje largo, el turbo estará muy caliente. Si apagas el motor nada más llegar a tu destino, la turbina seguirá girando, pero sin lubricación. No se te va a romper la primera ni la segunda vez que lo hagas. Sin embargo, a la larga, el turbo se va a acabar dañando, y no es una pieza barata de reparar.
Por suerte, lo único que tienes que hacer es dejar el a coche ralentí unos 30-60 segundos cuando llegues de un viaje largo.
Ignorar el mantenimiento de las correas
No es una pelea de grillos. Es una de las correas de tu coche antes de reventar. Y ya te anticipamos que la broma en estos casos no suele ser económica.
Los vehículos de combustión utilizan correas para aprovechar el giro del motor para alimentar a otros sistemas. La más conocida es la de distribución, que sirve para administrar la apertura y cierre de las válvulas de la culata —aunque muchos vehículos usan una cadena metálica—. Y la otra es la correa de accesorios, que sirve principalmente para hacer trabajar a la bomba de agua.
Pues bien, ninguna correa es infinita. Se tienen que cambiar cada cierto tiempo. El período suele venir especificado en el manual del fabricante. Si se te rompe la correa de distribución, lo más probable es que tengas que mandar el coche al desguace. Por otro lado, si se rompe la correa de accesorios, la avería no será tan fatal, pero sí que puede derivar en otras averías que son también bastante caras de solucionar. En ambos casos, solo te puede salvar la prevención.
Acelerar con tirones
Acelerar y soltar. Acelerar y soltar. Acelerar y soltar. Creo que ya vas pillando la coplilla. Hay numerosos motivos por los que hacer esto es un error.
Las transmisiones no están diseñadas para que hagamos pulsaciones cortas con el acelerador, por lo que se van a dañar si lo hacemos. Lo ideal es ser progresivo. Si te cuesta mantener el coche a una velocidad constante, usa el control de crucero si lo tienes. Si no dispones de esta tecnología, tienes que dar con la posición del pedal en la que el vehículo se mantiene estable en términos de velocidad. Puede costarte un poco dar con él, pero se puede en todos los coches del mercado.
Hay otro motivo más por el que no deberías hacer esto jamás. Tus acompañantes se van a marear por el efecto de la inercia. Más todavía en vehículos híbridos, que tienden a retener mucho más a la hora de levantar el pie del acelerador. Si tus acompañantes se marean en tu coche, haz el favor de corregir este fallo, pues, entre tú y yo, es posible que detesten subirse a tu coche, aunque no te lo digan por educación.
Descuidar la limpieza e higiene

Ser guarro también te puede salir caro
Limpiar el coche por dentro y por fuera no es un capricho. Si no aspiras con cierta asiduidad los interiores de tu coche, la suciedad se irá al sistema de ventilación, lo que puede producir hongos en dichas tuberías, así como también puede acabar con el compresor del aire acondicionado. Por supuesto, esto también puede provocar enfermedades respiratorias.
Por otro lado, tenemos la limpieza exterior. Si no lavamos la carrocería de nuestro vehículo, la sal, el barro y otros agentes externos se pueden comer la pintura, llegando a oxidar la chapa.
Ignorar o alargar el mantenimiento básico
El aceite, los filtros, las bujías… son mantenimientos que hay que hacer cada cierto tiempo. Si los ignoramos o los postergamos en el tiempo, le estaremos haciendo un flaco favor a nuestro “yo” del futuro. Básicamente, porque acabará encontrándose una avería cara, o tendrá que pagar una factura en el taller mucho más alta de lo habitual.
El artículo 13 malos hábitos de conducción que a la larga provocarán averías fue publicado originalmente en Urban Tecno.
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