Este fue el escándalo que acabó con la monarquía romana. Su fin trajo uno de los sistemas políticos más poderosos

Muchos no conoceréis a los últimos monarcas de la dinastía Tarquinia. Tarquinio Prisco se las ingenió para llegar al poder a través de ardides políticas y militares. Servio Tulio no fue tan polémico, de hecho organizó el ejército y la política de aquella época en clases. Sin embargo, cuando hablamos del último monarca de esta dinastía, Tarquinio el Soberbio, la historia es muy diferente.

El indecoroso legado de Tarquinio el Soberbio

Hablamos del séptimo y último rey de la monarquía romana, cuyo reinado se extendió desde el año 534 a.C. al 509 a.C. Ya su ascenso al trono estuvo repleto de polémica, dado que se presentó en el Foro con hombres armados para denunciar la ilegitimidad de su suegro Servio Julio, actual monarca. En un momento de confusión, algunas historias cuentan que fue el propio Tarquinio quien empujó escaleras abajo al regente, dejando malherido y a merced de los hombres armados que lo acompañaban.

Este es el inicio del reinado de Tarquinio el Soberbio. Sin embargo, el fin de su aventura regente, y el inicio del fin de la monarquía romana, se adelantó con un escándalo con una joven. Sucedió en el año 509 a.C. Sexto Tarquinio, hijo del monarca, violó a Lucrecia, una mujer noble. La joven, víctima de una deshonra inimaginable, acabó suicidándose, lo que desencadenó una revuelta en palacio en la que se incluían el sobrino del rey, el esposo y el padre de Lucrecia y Publio Valerio Publícola, poderoso amigo de este último.

Tarquinio el Soberbio, que se encontraba combatiendo en Ardea, tuvo que regresar urgentemente a Roma, aunque una vez allí descubrió que ya no contaba con el apoyo del aparato militar, por lo que acabó exiliándose a Etruria. A pesar de su intento de invadir Roma, sus soldados perdieron la batalla de la Selva Arsia. Una vez más, ahora con el apoyo de Lars Porsena, rey de Clusio, volvió a atacar Roma, retirándose de nuevo.

Gracias a su yerno, Octavio Mamilio, consiguió convocar a la Liga latina para un nuevo asalto, que fue sofocado en la batalla del Lago Regilo. Finalmente, pidió asilo al tirano Aristodemo de Cumas. A partir de entonces, Bruto y Tarquinio Colatino fueron nombrados cónsules, también denominados pretores en los inicios de la República, quienes decidieron castigar con la muerte a todo aquel que volviese a intentar restaurar la monarquía.

Estos cónsules tenían poder militar y de justicia, pero también un mandato limitado en el tiempo. Además, también se creó la figura de la dictadura, por la que un hombre podía tener poderes más exclusivos durante seis meses, únicamente en momentos de crisis. Desde luego, no se puede decir que el último monarca no tuvo su merecido.

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