
Dime que a ti también te ha pasado. Te llega una corriente de aire frío que se mete por el cuello y provoca que tu piel se erice inmediatamente. Aquí, en España, a este curioso fenómeno lo llamamos piel de gallina, sobre todo debido a que si desplumas a una de estas aves, en el lugar donde deberían estar las plumas aparecen unas pequeñas protuberancias similares a las que aparecen en nuestra piel. En inglés, por cierto, el término es goosegumps, que traducido sería bultos de ganso. Pero, ¿de dónde procede?
El potencial desconocido de la «piel de gallina»
Como es habitual, para explicar cualquier aspecto de nuestro organismo, tenemos que acudir a nuestros antepasados e, incluso, a animales semejantes a nosotros. Sin embargo, antes de explicarte su origen, creo que es necesario entender qué es lo que sucede en nuestro cuerpo. Esta piel de gallina se crea cuando músculos en la base de cada pelo se contraen y tiran de estos hacia arriba.
Los músculos se denominan piloerectores y realizan esta acción debido a un acto reflejo que se inicia en el sistema nervioso simpático, que es el que regula de manera involuntaria muchas acciones del organismo. Es este sistema el que suele responder a estímulos externos, sobre todo a respuestas de lucha y huida. Pero, no nos desviemos del tema que tenemos entre manos.
Nuestros antepasados, tal y como les sucede a los simios actuales, tenían mucho más pelo que nosotros y, además, estaba distribuido por todo el cuerpo. Si alguna vez has observado a un gato nervioso o en posición de defensa, un síntoma de ese comportamiento se encuentra en el erizamiento de su cola y el pelo de su lomo. Esto también sucede con los simios y sucedía con nuestros antepasados.
Por tanto, la piel de gallina es un reflejo que nos ha quedado de una época que ya no recordamos, donde teníamos que asustar e intimidar a los posibles depredadores. Ahora, muchos de estos actos no se corresponden con una amenaza externa, en ocasiones un simple roce y una muestra de cariño puede ponernos la piel de gallina, pero continúan apareciendo.
Un estudio publicado en la revista científica Cell examinó en detalle este mecanismo del cuerpo y descubrió que las fibras del sistema nervioso simpático están conectadas con las células de los folículos del pelo. Y lo que es más interesante, responden en situaciones de frío. Yulia Shwartz, en declaraciones recogidas en IFLScience, aseguraba:
Es una respuesta de dos capas: la piel de gallina es una manera rápida de proporcionar algo de alivio en el corto plazo. Pero cuando el frío se mantiene, este se convierte en un buen mecanismo para que las células madre sepan que, quizás, es hora de regenerar una nueva capa de pelo.
Así que, la próxima vez que se te ponga la piel de gallina, acuérdate de cómo nuestros antepasados intentaban ahuyentar a sus enemigos y como, ahora, esta es una respuesta mucho menos lógica de lo que podríamos pensar. Eso sí, estamos convencidos de que puedes recrear esa sensación en tu mente.
El artículo Los expertos ya saben por qué se nos pone la «piel de gallina». Viene de nuestros antepasados y esconde un potencial que no usamos fue publicado originalmente en Urban Tecno.
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