
Mi columna de esta semana en Invertia se titula «No todos los robots son iguales» (pdf), y trata de anticipar lo que estoy convencido que vamos a ver en no mucho tiempo: la irrupción de la robótica en la vida cotidiana en la categoría de electrónica de consumo, obviamente más allá de los simples robots aspiradores.
Un buen amigo lleva ya algún tiempo trabajando en 1X, una compañía noruega con la que tenía poca familiaridad pero que he pasado a conocer un poco más, y lo que voy viendo a medida que me intereso por el tema me está gustando bastante. Dedicada a la inteligencia artificial y la robótica, desarrolla un concepto que me parece muy interesante: robots más ligeros que los que conocemos habitualmente, que pueden tener usos industriales – no olvidemos que el factor antropomórfico hace que sean no solo muy versátiles, sino que se beneficien del hecho de que la mayoría de las infraestructuras y herramientas que nos rodean están diseñadas para humanos – pero también pueden plantear una integración en mercados de consumo, con características que los hacen mucho más adecuados para ello que el clásico modelo de Boston Dynamics o de Optimus que conocemos de múltiples vídeos virales.
Si piensas en un robot capaz de llevar a cabo tareas domésticas, la idea de un monstruo metálico grande y pesado encaja seguramente menos que la de un humanoide de 1.67 metros de altura y tan solo veinticinco kilos recubierto de un tejido de tacto agradable. Si además incorpora inteligencia artificial generativa que le permite procesar determinadas tareas sin necesidad de tener que programarlo como tal, la idea pasa a ser potencialmente interesante: las tareas del hogar no son tremendamente especializadas, pero sí requieren un cierto nivel de atención al detalle que los procesos de entrenamiento de un algoritmo generativo pueden tener en cuenta de manera muy adecuada.
Neo Gamma parece susceptible de encajar muy bien en el ámbito doméstico por su combinación de diseño funcional y enfoque centrado en las necesidades reales de los usuarios. Con un formato humanoide que facilita su adaptación al entorno cotidiano, el robot está planteado para moverse por la casa con la naturalidad necesaria para ocuparse de tareas tan diversas como organizar espacios, preparar comidas sencillas o incluso ofrecer apoyo asistencial en hogares con personas mayores o con necesidades especiales. Su capacidad para aprender rápidamente rutinas y preferencias lo convierte en un aliado cotidiano que no solo responde, sino que también puede anticipar de forma proactiva.
Además, es de uso muy sencillo, y con la seguridad planteada como elemento fundamental de su diseño. Tiene una red avanzada de sensores y algoritmos capaces de interpretar su entorno con precisión, garantiza interacciones seguras y eficientes, y es capaz de minimizar riesgos en todo momento. Este tipo de innovaciones, capaces de insertarse de forma discreta pero efectiva en la vida diaria, ilustran claramente hacia dónde avanza la robótica doméstica: máquinas inteligentes diseñadas no para deslumbrar, sino para simplificar, asistir y mejorar sensiblemente la calidad de vida en nuestros hogares.
Quitarse de encima la imagen de robot grande, aterrador y metálico es importante si la robótica quiere prepararse para dar el salto al mercado de consumo, y es muy probable que ese salto tenga lugar en los próximos años. Y si además podemos contar con un posicionamiento adecuado de compañías europeas en ese sentido, mejor aún.
Dejar una contestacion