
El Gobierno ha dado luz verde por segunda vez a la ley de protección de los menores en entornos digitales . Estos días se remitirá al Congreso para su tramitación parlamentaria. Sin embargo, más allá de las nuevas medidas para proteger a los menores de Internet y las redes sociales, el Ejecutivo de Pedro Sánchez ha colado a través de esta norma una r eforma del Código Penal para tipificar nuevos delitos relaciones con montajes creados con inteligencia artificial (IA) y que «por su grado de realismo, pretendan vejar a una personas en concreto», como ha precisado el ministro Félix Bolaños en rueda de prensa. En el anteproyecto de la mencionada ley para proteger a los menores, que ha consultado ABC, se explicita que existen problemas «que se derivan de una falta de adaptación de la norma vigente (CP) a los nuevos avances tecnológicos». Así, se incorpora un nuevo artículo (el 173 bis) que «sanciona a quienes, sin autorización de la persona afectada y con ánimo de menoscabar su integridad moral, difundan, exhiban o cedan su imagen corporal o audio de voz generada, modificada o recreada mediante sistemas automatizados, software, algoritmos, inteligencia artificial o cualquier otra tecnología, de modo que parezca real, simulando situaciones de contenido sexual o gravemente vejatorias ». Esto implica que todo ‘deepfake’ que sea sexual o considerado «vejatorio» se podrá penar con con uno o dos años de cárcel —Si el material se hubiera difundido por redes sociales, la pena mínima sería de un año y medio— , independientemente de que la víctima sea un menor de edad o un adulto. De hecho, el anteproyecto recoge que «se opta por la sanción la difusión de las ultrafalsificaciones de contenido sexual o especialmente vejatorio en sede de delitos contra la integridad moral porque, en virtud del principio de consunción, se abarcarían los supuestos de lesión de la integridad moral y también los ataques contra el honor, pues ha de tomarse en cuenta no solo la afectación a la autoestima y la heteroestima, sino también la cosificación e instrumentalización que se produce sobre el sujeto pasivo, generalmente mujeres y niñas, niños y jóvenes que son tratados como objetos de consumo».
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