
Durante muchos años, los investigadores se han preguntado cómo las ranas logran evitar infecciones rápidamente, pese a vivir en ambientes altamente contaminados. Un ejemplo notable es la rana asiática Odorrana andersonii, rebautizada así como homenaje al zoólogo estadounidense John Anderson (1833-1900) y a la que también se la conoce como rana apestosa por el olor desagradable que emite para ahuyentar a posibles depredadores. Pero este no es su único mecanismo de defensa. Al igual que otros anfibios, también secreta péptidos (moléculas formadas por la unión de varios aminoácidos) antimicrobianos por la piel que le ayudan a evitar infecciones bacterianas y fúngicas en el entorno húmedo que habitan. Sus compuestos son eficaces incluso ante cepas resistentes a los antibióticos convencionales. Esta peculiaridad ha llevado al laboratorio del biotecnólogo español César de la Fuente en la Universidad de Pensilvania a fijarse en ellos para desarrollar péptidos sintéticos con capacidades antibióticas frente a patógenos que resisten a los fármacos actuales y que preserva la microbiota intestinal. Sus desarrollos los recoge este martes Trends in Biotechnology (Cell).
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