Este verano se desató un debate sobre la viabilidad de regular las redes sociales por la difusión de mensajes falsos que vinculaban la muerte de un niño de 11 años con unos menores migrantes. Pudiera parecer un asunto pasajero, pero lo cierto es que este será el debate más importante al que tendremos que enfrentarnos este siglo. El desafío se encuentra en una cuestión mucho más profunda que las fake news o el anonimato en las redes: ¿somos realmente capaces de elegir lo que más nos conviene en un mundo de infinitas opciones?
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