Por qué se puede vivir en Hiroshima pero en cambio el cuaderno de Marie Curie sigue desprendiendo radiación

Las diferencias entre la radiación de Hiroshima y la de los objetos personales de Marie Curie, como su cuaderno, nos hablan no solo de la naturaleza de los desastres nucleares, sino también de las características fundamentales de la radiactividad. A pesar de que ambos eventos involucraron materiales radiactivos, las consecuencias a largo plazo y el impacto ambiental difieren notablemente debido a factores clave relacionados con la forma en que se liberó la radiación, la naturaleza del material radiactivo y las propiedades de los isótopos implicados.

La explosión de Hiroshima: radiactividad y su disipaciónChernóbil: la catástrofe de la radiación a nivel del sueloMarie Curie: el caso de los objetos personales radiactivosConexión entre los diferentes tipos de radiación y sus efectos a largo plazoRadioactividad y otras curiosidades

La explosión de Hiroshima: radiactividad y su disipación

En agosto de 1945, Estados Unidos detonó dos bombas nucleares sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, liberando una gran cantidad de energía en forma de radiación ionizante. A pesar del devastador impacto inmediato y las terribles consecuencias humanas, más de 75 años después, ambas ciudades se han recuperado y hoy en día están habitadas.

Esto es posible porque las bombas nucleares, especialmente la detonada en Hiroshima, liberaron la mayor parte de su radiación de manera rápida y a gran altitud. La bomba de Hiroshima, «Little Boy», fue detonada a unos 600 metros sobre la ciudad, lo que permitió que la mayor parte de la radiación se disipara en la atmósfera. Esto, junto con el tipo de radiación liberada, hizo que los niveles radiactivos en el suelo disminuyeran significativamente en las décadas siguientes. La radiación inicial que causó los mayores efectos a corto plazo fue principalmente de rayos gamma y neutrones rápidos, que no permanecen activas durante mucho tiempo en el ambiente.

Aunque algunas áreas presentaron «lluvia radiactiva» inmediatamente después de la explosión, la vida media de los isótopos liberados, como el cesio-137 y el estroncio-90, fue relativamente corta comparada con otros desastres nucleares. Con el paso de los años, la radiación en las zonas más afectadas fue decayendo hasta niveles considerados seguros para la vida humana. Esto explica por qué, aunque las personas expuestas inicialmente sufrieron gravemente, los descendientes pudieron habitar Hiroshima y Nagasaki sin los mismos niveles de exposición.

Chernóbil: la catástrofe de la radiación a nivel del suelo

Por otro lado, el accidente de Chernóbil, ocurrido en 1986, involucra un tipo diferente de radiación. La explosión en el reactor liberó una gran cantidad de materiales radiactivos, pero lo hizo a nivel del suelo, lo que permitió que se dispersaran en áreas extensas, afectando directamente el entorno inmediato. El uso de uranio enriquecido y la liberación de grafito radiactivo, entre otros elementos, dejaron grandes cantidades de residuos altamente radiactivos en el área circundante.

El reactor de Chernóbil contenía toneladas de combustible nuclear, lo que produjo una liberación masiva y prolongada de isótopos radiactivos, muchos de los cuales tienen vidas medias largas, como el plutonio-239, con una vida media de 24.000 años. Esto significa que las áreas cercanas a Chernóbil seguirán siendo inhabitables durante miles de años.

La coraza de hormigón que cubre el reactor destruido de Chernóbil, conocida como el sarcófago, fue diseñada para contener la radiación emitida tras la explosión de 1986, protegiendo al mundo exterior de los materiales radiactivos que aún permanecen en su interior

Marie Curie: el caso de los objetos personales radiactivos

Ahora bien, el caso de Marie Curie es aún más singular. Durante sus investigaciones pioneras en el campo de la radiactividad, Curie y su esposo Pierre manejaron sin protección grandes cantidades de materiales radiactivos, como polonio y radio. Desconociendo los efectos nocivos de la exposición prolongada a estos materiales, Curie llevó a cabo experimentos con estos elementos diariamente, lo que dejó una huella radiactiva en sus pertenencias personales.

El polonio y el radio son extremadamente radiactivos, y el radio-226, que fue clave en muchos de sus experimentos, tiene una vida media de 1.601 años. Esto significa que, incluso más de un siglo después, objetos como los cuadernos, los muebles y los instrumentos de Marie Curie siguen emitiendo radiación a niveles peligrosos.

Lo que hace único este caso es que los isótopos presentes en los objetos de Curie no se han dispersado en la atmósfera ni en el ambiente, como ocurrió en Hiroshima o Chernóbil. Están confinados a los objetos y materiales que ella utilizaba en su laboratorio. Dado que estos isótopos siguen activos, las personas que deseen consultarlos hoy en día deben hacerlo usando trajes protectores y en habitaciones controladas, ya que la radiación aún puede causar daños graves a largo plazo.

Conexión entre los diferentes tipos de radiación y sus efectos a largo plazo

Para entender por qué las pertenencias de Marie Curie siguen siendo radiactivas, mientras que ciudades como Hiroshima y Nagasaki son habitables, es esencial analizar cómo interactúan los diferentes tipos de radiación con el medio ambiente y el cuerpo humano a lo largo del tiempo.

Radiación de Hiroshima y Nagasaki: Los bombardeos atómicos en Japón liberaron una enorme cantidad de radiación de manera instantánea, principalmente rayos gamma y neutrones rápidos. Estos tipos de radiación son extremadamente penetrantes y dañinos para los seres vivos, pero tienden a disiparse rápidamente una vez que se liberan en la atmósfera. Los bombardeos ocurrieron a una gran altitud, lo que permitió que gran parte de la radiación se dispersara. Aunque muchas personas murieron y sufrieron graves consecuencias por la exposición inicial, la radiación residual en el suelo y el ambiente decayó lo suficientemente rápido como para que, con el tiempo, fuera seguro volver a habitar las ciudades.

Por otro lado, en el caso de Chernóbil, el accidente liberó una mezcla de radiación y material particulado altamente radiactivo, como cesio-137, estroncio-90, y plutonio-239, que tienen vidas medias largas y permanecen peligrosamente radiactivos en el suelo y en los restos de la planta. A diferencia de Hiroshima, la explosión ocurrió a nivel del suelo, lo que permitió que grandes cantidades de material radiactivo se quedaran en la zona afectada, lo que la hizo inhabitables por mucho más tiempo.

En contraste, los objetos de Marie Curie, como sus cuadernos, fueron expuestos durante años a elementos altamente radiactivos como el polonio y el radio, ambos con propiedades de emitir radiación alfa. Aunque la radiación alfa es menos penetrante que los rayos gamma o los neutrones, sigue siendo extremadamente peligrosa si se inhala o ingiere. El radio-226, presente en muchos de sus experimentos, tiene una vida media de 1.601 años, lo que significa que aún sigue emitiendo radiación significativa y lo seguirá haciendo durante siglos. La diferencia clave aquí es que estos materiales radiactivos están confinados a los objetos de su laboratorio, lo que crea un ambiente de radiación localizada pero persistente.

El factor clave que conecta todos estos eventos es la vida media de los isótopos involucrados y cómo se dispersan. En Hiroshima, los isótopos de corta vida se degradaron rápidamente, permitiendo la recuperación de la ciudad. En Chernóbil y en los objetos de Curie, la radiación proviene de elementos de vida media larga, que continuarán siendo peligrosos durante mucho tiempo. Así, lo que determina la habitabilidad de un lugar radiactivo no es solo la cantidad inicial de radiación, sino la persistencia y la localización de los isótopos radiactivos liberados.

El cuaderno de Marie Curie, impregnado de radiactividad tras años de exposición a materiales como el polonio y el radio, sigue siendo tan peligroso hoy como lo era hace más de un siglo, obligando a quienes desean consultarlo a usar equipos de protección especializados debido a los altos niveles de radiación que aún emite

Radioactividad y otras curiosidades

La historia de Marie Curie y los eventos nucleares como Hiroshima, Nagasaki y Chernóbil nos recuerdan lo poco que sabíamos al inicio sobre la radiactividad y sus consecuencias a largo plazo. Hoy en día, gracias a avances científicos, entendemos mejor los efectos de la radiación y cómo, en muchos casos, su impacto persiste durante siglos. Las investigaciones actuales continúan desafiándonos con preguntas intrigantes sobre el poder destructivo de la energía nuclear y su capacidad para alterar nuestro entorno.

Además de la radiactividad, la ciencia sigue abriendo puertas a otras interrogantes fascinantes. Por ejemplo, ¿una cucaracha podría sobrevivir a un ataque nuclear? O, al otro lado del espectro, cómo se mide la velocidad de la luz con precisión absoluta en experimentos contemporáneos. Y finalmente, nos enfrentamos al mayor reto ambiental de nuestro tiempo: qué pasaría si la temperatura global subiera 1, 2 y 3 grados. El impacto de tales cambios podría alterar radicalmente nuestro planeta.

Estas preguntas invitan a la reflexión y subrayan la importancia de seguir investigando y aprendiendo, no solo sobre el pasado, sino también sobre el futuro que construimos con cada avance científico.

¿Qué es la radioactividad?

La radioactividad es el proceso mediante el cual ciertos núcleos atómicos inestables liberan energía en forma de radiación al descomponerse. Este fenómeno puede emitir partículas alfa, beta o rayos gamma, y es clave en procesos como la energía nuclear, la datación de materiales y las aplicaciones médicas.

El artículo Por qué se puede vivir en Hiroshima pero en cambio el cuaderno de Marie Curie sigue desprendiendo radiación fue publicado originalmente en Urban Tecno.

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