Si te gustan de verdad los coches, es difícil que no sientas un gran cariño y respeto por la cultura del automóvil japonés. Su filosofía es prácticamente la opuesta a la americana, pues su objetivo siempre ha sido exprimir los recursos para lograr coches muy potentes, pero con una increíble simplicidad.
La cultura nipona se ve claramente reflejada en los JDM, que es como comúnmente se denomina a los vehículos diseñados para el propio mercado doméstico japonés. Estos coches estuvieron fuertemente marcados por el «pacto de caballeros», un acuerdo no oficial en el que los fabricantes se limitaron a fabricar motores de no más de 280 CV y limitados a 180 km/h. Fue una medida creada por y para evitar una competencia absurda y desmedida. La cumplieron como personas de palabra.
En este artículo vamos a hacer un repaso por los coches más icónicos que nos ha dado el país del sol naciente. Todos ellos son fantásticos y tendrían un hueco en el garaje de cualquier petrolhead que se precie. Son vehículos que atraen por sus líneas de diseño, pero que terminan de enamorar por sus prestaciones, alta fiabilidad y bajo mantenimiento.
Honda Civic Type R (EK9)Toyota Sprinter Trueno (AE86)Mazda RX-7 (FD)Mazda MX-5 / Miata (NA)Subaru Impreza WRXMitsubishi Lancer Evo IXToyota Supra A80Honda S2000Toyota MR2 (W20)Nissan SilviaNissan Skyline GT-RHonda NSXLexus LFA
Honda Civic Type R (EK9)
El Civic Type R EK9 ejemplifica muy bien la diferencia que hay entre la ingeniería japonesa y la alemana. Los nipones buscan siempre la simplicidad y el minimalismo. Y de todos los fabricantes japoneses, Honda ha demostrado muchas veces a lo largo de la historia ser unos maestros en el arte de conseguir mucho con muy poco.
¿Se pueden sacar 182 CV de un bloque 1.6 atmosférico? Honda lo consiguió en 1997 trabajando muy bien la distribución, con el famoso sistema VTEC. El Motor B16B era capaz de girar hasta las 8.500 RPM. Sus ingenieros consiguieron así uno de los motores con la mayor capacidad de revoluciones para su cilindrada en ese momento.
El resto del coche también era muy interesante. El chasis estaba reforzado respecto a la versión normal y se aligeró mucho de peso. Incluso se le eliminó cualquier tipo de aislante acústico. Posteriormente, todo hot hatch que ha salido al mercado se ha comparado con este Civic. Por desgracia para los inventos modernos, todos suelen perder contra el EK9.
Toyota Sprinter Trueno (AE86)
El Hachi-Roku está en un altar a día de hoy. A pesar de su reputación, era un coche relativamente común y asequible en su época en Japón. Algunos entusiastas consideran que es como un Caballo de Troya. Y es que, a pesar de su humilde apariencia, sorprende su gran potencial para drift.
Este vehículo compartía su base con el Corolla de quinta generación. Su secreto era que el motor estaba colocado de forma longitudinal y daba el giro a las ruedas traseras. Estos motores eran de la familia 4A y entregaban hasta 130 CV.
El AE86 se vendió entre 1983 y 1987. Inspiró series como Initial D y también fue el coche en el que se inspiraron para lanzar el Toyota GT86 en el año 2012.
Mazda RX-7 (FD)
Podríamos decir que el Mazda RX-7 FD fue tan brillante, que su sucesor, el RX-8, fue incluso decepcionante para muchos entusiastas. Producido entre 1991 y 2002, este modelo representa la cumbre de la ingeniería de motores rotativos de Mazda.
El 13B-REW que llevaba este coche era un motor rotativo de 1.3 litros biturbo. Fue una auténtica osadía por parte de Mazda. El motor daba entre 252 y 276 CV, con una entrega muy progresiva en todo el rango de revoluciones.
El resto del vehículo también era sobresaliente. El deportivo estaba diseñado para tener un reparto de pesos 50/50, con un centro de gravedad muy bajo. Su chasis era rígido, pero bastante ligero. Tampoco hay que olvidar el apartado estético, pues es también de matrícula de honor. A pesar de que hablamos de un coche que supera ya la treintena, su línea de diseño hace de esta máquina un clásico atemporal. Es un coche muy agradecido para el restomod y muy codiciado en el mundillo del drifting.
Mazda MX-5 / Miata (NA)
Dos plazas —y seguramente, en muchas ocasiones te sobrará una—. Si te gustan los coches, casi seguro que alguna vez has fantaseado con tener un Miata. Es el roadster por antonomasia y la demostración de que un deportivo no tiene por qué ser caro.
Aunque el MX-5 ha tenido ya unas pocas generaciones, el más icónico es como el ColaCao, es decir, el original. Se lanzó en 1989 y es tan divertido como una tarde en un parque de atracciones, pese a que tan solo llevaba un motor 1.6 de 116 CV. El bajo peso y su increíble chasis son capaces de suplir con creces la carencia de potencia.
Al ser un vehículo tan popular, tiene un mercado de piezas y modificaciones muy amplio. Si quieres un roadster para disfrutar de la conducción, esta generación del Miata es sencillamente perfecta.
Subaru Impreza WRX
Cosecha de 1992, esta fue la versión de calle del coche que le dio la gloria a Collin McRae. Inicialmente, solo se vendió en Japón, pero su éxito en los rallies fue tal que la marca no pudo hacer otra cosa que llevarlo al mercado internacional.
Pero, ¿qué tiene este sedán para ser tan icónico? Comenzando por el maestro de ceremonias, este Impreza llevaba un bloque 2.0 bóxer turboalimentado que daba entre 247 y 276 CV. A esto se sumaba la tracción integral de la marca, que ofrecía un agarre excepcional en cualquier superficie.
Más allá del motor, el gran comportamiento del WRX era posible gracias a su suspensión rígida, una transmisión reforzada y un diferencial de deslizamiento limitado.
Mitsubishi Lancer Evo IX
El archienemigo del Impreza fue durante años el Mitsubishi Lancer Evo. Esta serie de vehículos fue brillante, y cada amante del motor suele tener preferencia por una u otra versión.
Si nos quedamos con el Evo IX es, sencillamente, porque es el que más miradas ha cosechado por el público general. Este modelo salió en el 2005 y, para muchos, es la versión definitiva de esta máquina. Montaba una versión del motor 4G63 2.0 turboalimentado de 280 CV apoyado por una distribución MIVEC. La respuesta al acelerador era inmediata. Su tracción total también está catalogada como fuera de serie, siendo un vehículo que es estable y muy rápido en curvas.
La venta de este coche duró muy poco. Dejó de fabricarse en 2007. Poco después, el Lancer Evolution no llegó a entusiasmar a los amantes del motor como este último. Por desgracia, esta línea ni está en la actualidad. De hecho, los auténticos fanáticos de Mitsubishi han comenzado a perder toda la fe en que la marca vuelva algún día a sus orígenes.
Toyota Supra A80
Los años 90 marcaron el punto más alto de los JDM. De todos ellos, el icono indiscutible fue el Toyota Supra de cuarta generación, que se estrenó en el año 1993.
Este Supra tenía muchas diferencias respecto a su predecesor, comenzando por la propia línea de diseño, que dejaba atrás las líneas cuadradas y se pasaba a las siluetas curvilíneas y mucho más aerodinámicas. La guinda del pastel era su discretísimo alerón trasero.
Por si fuera poco, no tenía ni un solo punto negativo medianamente reseñable. Bajo su capó estaba el legendario motor 2JZ-GTE de 3.0 litros biturbo, uno de los mejores propulsores creados por el ser humano. Este modelo conquistó las calles, los videojuegos y los sueños de muchos entusiastas. Es un vehículo que deja mucho margen a la personalización y al tuning. Por eso, hacerse con uno hoy día es una tarea bastante complicada.
Honda S2000
Olvida todo lo que te han dicho de la nostalgia. ¿Eran mejores los noventa que la actualidad? ¡Absolutamente! A finales del siglo pasado, Honda sacó su S2000, un roadster que actualmente no se fabricaría ni en nuestros mejores sueños.
La filosofía que se siguió para su desarrollo era muy simple. El Honda S2000 se hizo porque la ingeniería lo permitía. Tenía un motor delantero-central, una distribución de pesos perfecta y propulsión trasera. Esto también se complementaba con un chasis perfectamente afinado, un cambio muy cortito y un diferencial Torsen.
Espera, que queda más. Bajo el capó, este pequeñín llevaba el bloque F20C, un 2.0 atmosférico que daba aproximadamente unos 240 CV. Lo verdaderamente divertido era cómo los entregaba. Al igual que Goku, el S2000 da todo su poder por encima de 9.000 (RPM).
Toyota MR2 (W20)
Entre 1989 y 1999, Toyota comercializó la segunda generación del MR2. Se trataba de un biplaza con motor central que ofrecía una experiencia de conducción muy similar a la de un superdeportivo italiano. La gracia, como es obvio, es que se podía comprar por mucho menos dinero.
Este deportivo destacó principalmente por su chasis ligero y su distribución de pesos, que era óptima. Su manejo era ágil y preciso, conectando en todo momento al conductor —ahora convertido en piloto—, con el asfalto.
Los motores eran interesantes, pero tampoco eran la parte más sorprendente. Montaban bloques 2.0 y 2.2 que generaban hasta 245 CV. Estéticamente, este MR2 tampoco era una maravilla visual. No obstante, el trabajo de los ingenieros de Toyota fue para quitarse el sombrero.
Nissan Silvia
En esta ocasión, no nos vamos a mojar con la versión. Vendidos entre 1989 y 2002, estamos ante un trío de vehículos (180SX, 200SX y 240SX), que no han hecho más que dar alegrías a sus dueños.
El Silvia ha sido uno de los pilares de la cultura JDM, así como los coches más codiciados para hacer drift. El modelo fue evolucionando desde el S13 con sus distintas versiones, pasando por el S14, S14A y S15. De todos estos, el S15 es al que le han salido más «novias», aunque no por ello es preciso decir que es el mejor de todos.
Nissan Skyline GT-R
Con este ocurre algo similar que con el anterior. La serie Skyline de Nissan es tan buena, que cuesta decidirse por un modelo en concreto. Esta serie renació en 1989. Durante una década, Nissan fue capaz de superar el listón cada vez más con el R32, R33 y su excelentísimo R34.
El corazón de estos tres era el mismo RB26DETT, un 6 en línea de 2.6 litros twin turbo. En todos ellos, declaraban 280 CV. Sin embargo, el motor evolucionaba cada vez. Era el propio hándicap japonés —el pacto de caballeros, vaya—, el que no dejaba ver el verdadero potencial de estos caballos de carreras.
De los tres, el más reputado es el que culminó la serie, el R34. Se convirtió en un emblema de la saga Fast & Furious y de la franquicia de videojuegos Need for Speed. Su historia simboliza la esencia de la cultura JDM y la capacidad que tiene la ingeniería japonesa para superarse a sí misma, incluso cuando sus clientes ya se conforman con lo que tienen entre manos.
Honda NSX
¿Se puede fabricar un superdeportivo económico? Honda tenía muy claro que sí. En el año 1992, este fabricante lanzó el NSX tras un extenso desarrollo en el que llegó a participar incluso el mismísimo Ayrton Senna.
Esta leyenda fue el primer vehículo producido masivamente con carrocería hecha completamente en aluminio. También se puede considerar el primer superdeportivo nipón. Tanto, que lograron tocar las narices incluso a Ferrari. Palabras mayores.
En cuanto al motor, inicialmente llevaba un V6 de 3.0 litros que generaba 270 CV y capaz de girar hasta las 8.000 vueltas. Para poder alcanzarlas, Honda se sacó dos trucos de la manga: su magnífico sistema VTEC y las bielas de titanio, que fueron clave para reducir la masa en movimiento.
¿La mala noticia? Según el propio fabricante, únicamente se vendieron 18.000 unidades en todo el mundo.
Lexus LFA
Podríamos finalizar con el NSX. Sin embargo, no es nuestra intención que acabes de leer este artículo y te vayas a perseguir a Doc para que te lleve de vuelta a los años 90.
En el 2010, Toyota quiso demostrar que podían hacer más cosas que fabricar sus aburridísimos Prius. Parecía que iban de farol, pero al darle las vueltas a las cartas en el river, se sacaron un póker que dejó un poco en evidencia a marcas como Lamborghini.
El Lexus LFA fue como un puñetazo en la mesa. A lo bajini, Toyota había trabajado en un motor V10 perfecto. Uno que, por supuesto, nadie se imaginaba que tenían. Y no solo eso. Rendía y sonaba muchísimo mejor que el de otros fabricantes que llevaban años haciéndolos. Para este trabajo, el fabricante se alió con Yamaha, que afinó la máquina con el mismo cariño que a sus propios pianos.
El LFA fue capaz de desafiar a los mejores superdeportivos del mundo con su V10 de 4.8 litros de 553 CV. El tacómetro llegaba a las 9.000 vueltas y sonaba incluso mejor que un Fórmula 1. ¿Se puede tener nostalgia de 2010? Pues sí, también.
Hemos llegado al final del artículo. Como sabemos que se te tiene que haber antojado alguno, te dejamos esta entrada en la que te explicamos cómo importar un coche de Japón. Si quieres rizar todavía más el rizo, aquí tienes otro artículo en el que hablamos de los coches deportivos japoneses con más de 250 CV más asequibles que puedes comprar.
El artículo Los 13 coches japoneses más icónicos de la historia fue publicado originalmente en Urban Tecno.
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