Es un monstruo marino muy pocas veces observado y ha salido de los abismos de la fosa de Tonga

Una cámara, un micrófono y cebo. Estos son los elementos fundamentales que un equipo de investigadores ha utilizado para hacer salir de su escondite y grabar la presencia de un animal marino muy poco estudiado, ya que habita en profundidades incompatibles con la mayoría de formas de vida. Sin embargo, hemos podido dar fe de su existencia y de extraño y curioso aspecto. Desde luego, en pocas ocasiones habrás visto un calamar tan bizarro.

La aparición de uno de los cefalópodos más escurridizos del planeta

Gracias al gran trabajo realizado por parte del Minderoo-UWA Deep-Sea Research Centre, una organización perteneciente a la Universidad de Australia Occidental, hemos podido echar un vistazo a un cefalópodo muy esquivo, de los que únicamente podrían aparecer en aguas realmente profundas. De hecho, el encuentro que te mostramos en el vídeo bajo el siguiente párrafo se ha producido a unos 1.000 metros de profundidad.

Los investigadores, en este caso, se han tenido que desplazar hasta la fosa de Tonga, una fosa oceánica localizada en el océano Pacífico, cerca de Nueva Zelanda. El calamar que aparece en las imágenes ha sido hallado a una profundidad considerable, aunque esta fosa aún tenga mucho más recorrido hacia su propio abismo. Estamos hablando de que puede alcanzar los 10.882 metros, en una profundidad máxima que se conoce como Horizonte Profundo.

Volviendo al esquivo animal marino captado el pasado mes de septiembre, sabemos que se trata de un ejemplar de calamar latigazo, que pertenece a la familia de los Mastigoteuthidae y al género Idioteuthis. Este género es también conocido como calamares corazón, dada la forma que tiene su aleta, cuyos movimientos hipnóticos puedes atisbar en el metraje subido por los miembros del Minderoo-UWA Deep-Sea Research Centre.

Los investigadores han podido obtener esta grabación en el transcurso de una reciente expedición a fosa de Tonga, que tuvo lugar entre los meses de julio y octubre de este mismo año. Para llevarla a cabo, los científicos utilizaron sumergibles y plataformas mecánicas capaces de explorar el fondo marino, con el fin de poder conocer en profundidad la diversidad de vida que habita en esta región del océano Pacífico. Por cierto, esta es la segunda fosa más profunda, tras la conocida fosa de las Marianas.

Poco se sabe a ciencia cierta de estos cefalópodos, aunque un estudio publicado en la revista científica Marine Ecology Progress Series de 2010 asegura que su dieta podría estar basada en otras criaturas abisales, como serían los cazones, un tipo de tiburón, aunque se sospecha que no habría sido sus presas, sino un tipo de carroña bastante recurrente.

Además, otro estudio, publicado en Frontiers in Marine Science, asegura que estos calamares podrían ser bioluminiscentes, pudiendo utilizar esta habilidad tanto para aparearse como para engañar a sus posibles presas. Y si hablamos de las hembras, un artículo publicado en la revista científica JMBA afirma que son más grandes que los machos.

Esta última característica de la especie podría ser explicada debido a que cuanto más grande sea la hembra, más huevos puede llevar en su interior, algo fundamental en ese hostil ambiente, que no permite encontrar pareja de una manera tan sencilla como en otros ecosistemas. Si es que son tan esquivos, que ni tan siquiera ellos se conocen de manera personal.

El artículo Es un monstruo marino muy pocas veces observado y ha salido de los abismos de la fosa de Tonga fue publicado originalmente en Urban Tecno.

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