¿Finalmente algo de vida inteligente en el management de Google?

En la imagen, una fotografía de la entrada de las oficinas centrales de Google en 2015. Precisamente el año en que tuvimos evidencias de que la compañía no solo estaba trabajando para incorporar machine learning e inteligencia artificial a todos sus productos, sino que además, pensaba que la inteligencia de sus algoritmos era precisamente lo que la defendería de sus competidores.

En 2016, la compañía tenía ya desarrollos de inteligencia artificial generativa capaces de generar una llamada telefónica con una calidad que la hacía indistinguible de un humano: literalmente, había pasado el test de Turing, y así lo demostró en su Google I/O de aquel año. En 2018, la compañía ya consideraba el impacto de la inteligencia artificial mayor que el que podían haber tenido en su momento el fuego o la electricidad.

Mientras, en DeepMind, la compañía creada por el ahora Premio Nobel Demis Hassabis adquirida por Google en 2014, no paraban de ocurrir prodigios que asombraban a medio mundo. Pero Google, sin embargo, seguía sin incorporar nada de eso a sus productos. Y así, inexplicablemente, la compañía no presentó prácticamente ningún producto con ninguna de esas tecnologías, y se dejó completamente comer la tostada cuando, en 2022, OpenAI presentó sus dos primeros productos, Dall·E y ChatGPT, en lo que supone un auténtico caso de libro de dilema del innovador y, por supuesto, una prueba evidente de unas prácticas de management espantosamente malas (como tengo miedo a canibalizar mis productos, espero a que venga otro a darme un mordisco).

Ahora, finalmente, Google parece haber movido ficha en el competitivo campo de la inteligencia artificial, una jugada que algunos vemos como tardía, pero crucial. La decisión anunciada el pasado jueves que traslada el equipo de Gemini, su chatbot de IA, a la unidad de investigación de DeepMind revela un reconocimiento de los espantosos fallos organizativos que han obstaculizado el avance de la compañía en la carrera contra OpenAI. En el comunicado, Sundar Pichai explica que esta reorganización busca resolver una separación que, hasta ahora, parecía haber fragmentado el desarrollo y la implementación de sus herramientas de inteligencia artificial. El equipo de DeepMind había estado desarrollando modelos avanzados de inteligencia artificial, pero el despliegue de Gemini, el chatbot encargado de competir directamente con ChatGPT, estaba en manos de otro equipo, algo que ocasionó gran parte de los conocidos problemas de coordinación y eficiencia.

Un ejemplo de estas fricciones ocurrió en marzo, cuando un incidente en el que Gemini ofreció respuestas racistas a preguntas de los usuarios generó una crisis interna. DeepMind, responsable de la tecnología subyacente, nunca llegó a estar directamente involucrado en la supervisión del producto final. Desde entonces, Hassabis ha señalado la importancia de una mejor comunicación dentro de la compañía, y la nueva estructura organizativa parece ser la respuesta a esta necesidad.

El movimiento corrige un error evidente en la estructura de IA de Google al fusionar los esfuerzos de investigación bajo un único liderazgo. Hasta ahora, Google no había dado a Hassabis la supervisión de cómo los productos de inteligencia artificial llegaban a los usuarios, y el resultado era una duplicidad de esfuerzos: tanto DeepMind como el equipo de Gemini gastaban recursos entrenando los mismos modelos, y no se compartía una experiencia que ha probado ser fundamental. El nombramiento de Prabhakar Raghavan, hasta ahora responsable de la búsqueda y publicidad, marca un cambio importante: se desconoce si su salida está directamente relacionada con la pérdida de control sobre Gemini, pero lo que está claro es que Pichai ha aprovechado el cambio de liderazgo para implementar una reorganización que se veía necesaria desde hace tiempo.

Con esta reorganización, Demis Hassabis toma el control de uno de los productos más importantes y estratégicos de Google en la actualidad: su chatbot. Esta consolidación refuerza su posición no solo como líder de DeepMind, sino como una figura clave en el futuro de Google. Algunos analistas, como Amir Efrati, sugieren que Hassabis podría incluso ser un posible sucesor de Pichai como CEO, según cómo sea capaz de acortar la ventaja que actualmente tiene OpenAI.

En la actualidad, OpenAI cuenta con once millones de suscriptores de pago para ChatGPT, lo que destaca el desafío que tiene por delante Google. Sin embargo, al menos desde la perspectiva de los accionistas de Alphabet, el movimiento para corregir la fragmentación interna en su estrategia de IA es una señal positiva, especialmente en un momento en que la compañía enfrenta amenazas antimonopolio y una competencia feroz en el campo de la IA generativa. A lo mejor, no sé, no es un mal momento para empezar a dar un poco de importancia al buen management y a la estrategia en la cultura corporativa, y dejar de ser una compañía en la demasiadas cosas ocurren por accidente y en la que la mano derecha no tiene nunca ni maldita idea de lo que hace la izquierda…

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