Nvidia e Intel: otro relevo simbólico

Es otro de esos eventos que me gusta recoger como símbolos de un cambio de era, o del futuro que viene: en los próximos días, Nvidia va a incorporarse al índice Dow Jones Industrial Average, algo muy razonable si consideramos la evolución de la compañía. Pero además, lo va a hacer sustituyendo a otra compañía que estaba hasta ahora en el índice y de la que hemos hablado muy recientemente: Intel.

¿De qué estamos hablando? Básicamente, del momento en el que la estrella de los ordenadores personales, tras no ser capaz de sostener su nivel de innovación y quedarse completamente estancada en ese ámbito a pesar de la brillantez de muchos de sus directivos, es desplazada por la pujanza de una compañía que llevaba mucho tiempo esperando su momento, y que simboliza otra forma completamente diferente de entender la computación, básicamente centrada en la inteligencia artificial, la nube y las GPUs. Una economía diferente, en la que prácticamente todas las actividades, de una manera u otra, se van a apoyar en la inteligencia artificial, del mismo modo que en su momento todas las compañías pasaron a apoyarse en internet.

Entrar en uno de los grandes índices bursátiles es muy importante para una compañía porque suele implicar un beneficio inmediato: que todos los fondos que utilizan ese índice como referencia pasan a posicionarse comprando títulos de esa compañía para mantener una composición parecida a la del índice. Eso suele desencadenar un gran interés por el valor, que en consecuencia, tiende generalmente a subir. Momentos de ese tipo fueron, por ejemplo, cuando, en noviembre de 1999, Yahoo! se incorporó al índice S&P 500, marcando lo que se consideró el principio del gran despegue de internet merced a su cada vez mayor adopción masiva, o más recientemente cuando, en diciembre de 2020, Tesla fue incorporada a ese mismo índice, señalando para muchos el momento en el que la economía verde y la descarbonización se convertían en tendencias cada vez más relevantes.

En aquellos momentos, las compañías que salieron del índice no eran especialmente significativas, y no ofrecían una lectura de sustitución. En esta ocasión, y aunque sea por pura casualidad, la imagen del relevo no puede ser más clara: de Intel a Nvidia, del ordenador personal a la nube. De la idea de simplemente ejecutar programas o conjuntos de órdenes para, mediante computación tradicional, obtener unas respuestas, a la de alimentar a procesadores potentísimos con datos y respuestas obtenidas anteriormente para, mediante inteligencia artificial ser capaces de identificar, analizar y generar patrones. Pocas cosas pueden simbolizar mejor el cambio de época que estamos viviendo, y lo que puede pasarles a las compañías o a los profesionales que no sean conscientes de ello.

Por otro lado, Nvidia está ya a un nivel de valoración, 3.39 billones de dólares, que la convierte en la compañía más valiosa del mundo por capitalización bursátil, lo que obliga a plantearse cuál puede ser su techo si, efectivamente, los fondos proceden a abastecerse con sus títulos para seguir paralelizando el índice. Obviamente, no es el único factor: si, por ejemplo, muchos algoritmos siguen la idea de reducir su complejidad utilizando aproximaciones a la multiplicación de punto flotante mediante operaciones de suma de números enteros, como postula un paper muy reciente, con el fin de reducir significativamente la complejidad computacional y el consumo de energía en redes neuronales grandes (y en particular en LLMs), podríamos encontrarnos con que la demanda de microprocesadores de Nvidia se vea reducida porque se puede, simplemente, hacer más con menos, con todo lo que ello podría conllevar.

Pero de una manera u otra, estamos, sin ninguna duda, ante un cambio de época. Y puestos a ponerle fechas, del mismo modo que el 30 de noviembre de 2022 quedo marcado en el calendario como el día que OpenAI puso ChatGPT a disposición de los usuarios, el día que Nvidia entre finalmente en el Dow Jones Industrial Average va a ser otra fecha para recordar.

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