Cuando Pedro Olivares se despertó el pasado miércoles y vio las consecuencias de la dana, se encerró en su cuarto con el ordenador. Cinco o seis horas después, salió de su reclusión y le contó a su madre que había creado una aplicación para que los vecinos pudieran ayudarse. “Vi que la gente tenía muchas ganas de echar una mano. Había muchos voluntarios, pero faltaba organización. Así que hice una app muy sencilla para asociar a las personas que la solicitan con los voluntarios. Se lo mandé a mis grupos de amigos sin más pretensiones, pero al cabo de una hora ya era viral”.
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