La emergencia climática era esto

Mi columna en Invertia de esta semana se titula «La emergencia climática que muchos no querían oír…» (pdf), y trata de explicar, intentando de verdad no resultar oportunista o catastrofista, que lo ocurrido con la DANA en Valencia y otras partes de España forma parte de una desgraciada «nueva normalidad», y que sucede cuando la modificación del clima inducida por el uso descontrolado de combustibles fósiles desestabiliza la atmósfera hasta un punto determinado.

Los números son los números, y es importantísimo decirle a las personas que los números de los que se tienen que fiar no son los que les cuenta su cuñado, ni su presidente, ni de los que habla cualquier premio Nobel de cualquier ciencia que sistemáticamente nunca tiene nada que ver con la climatología (que sí, se puede ser muy competente en una disciplina y un completo idiota ignorante en otras). Los únicos números que cuentan aquí son los que enuncian los climatólogos, que es la ciencia relevante en este caso, y son muy claros.

¿Cómo de claros? Es tan sencillo como pasarse por Daily CO2. En esa página está la lectura de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera en partes por millón (ppm) a día de hoy, o de ayer según la hora y la zona, porque la lectura se hace en el Observatorio de Mauna Loa, en Hawaii. Ahora mismo mientras escribo estas líneas muestra la lectura de ayer, 422.91 ppm, y la compara con la de hace un año, que era de 419.29 ppm. En un año, la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera ha crecido en 3.62 ppm, es decir, en un 0.86%.

¿Te parece mucho o poco? La pregunta es una tontería, porque nos faltaría un sistema de referencia para evaluarlo. Pero resulta que también lo tenemos, y muy bien establecido: lo podemos ver en este artículo, que contiene una imagen muy visual utilizada por primera vez en este estudio, y en el que se ve perfectamente cómo el intervalo entre los 400 ppm y los 425 ppm se denomina «desestabilización del clima catastrófica», y es en el que estamos. De hecho, estamos en su límite superior. Dado que no hace falta explicar lo que es una catástrofe, y menos aún a día de hoy con la que tenemos tan cercana, a nadie debería extrañarle lo que ha pasado, y como ha pasado. De hecho, lo que tenemos que empezar a considerar normal es que pase, y que pase con cada vez mayor frecuencia.

Es exactamente lo que está ocurriendo en todo el mundo, aunque obviamente unos sitios son más propicios que otros. Los desastres naturales, que ya no lo son tanto porque ahora son inducidos por el hombre, pueden ser inundaciones como la de Valencia (o como las recientes de Pakistán o de Alemania), pero también incendios forestales infinitamente más violentos y casi imposibles de sofocar, sequías mucho más prolongadas, huracanes que agotan el abecedario cada temporada, y olas de calor cada vez más mortales. Lo de Valencia tan es fácilmente explicable si consideramos las temperaturas en la superficie del Mediterráneo, como lo es lo del incremento de la frecuencia de huracanes en el Golfo de México. No hay más.

¿Por qué se produce, y por qué nos vamos a hartar de verlo? ¿Qué ha convertido el planeta en una maldita lotería siniestra en la que cada día tienes más probabilidades de perder tus propiedades o tu vida, y en donde las compañías de seguros empiezan a no ser capaces, como ocurre en California o en Florida, de cubrir determinados riesgos? Por nuestra culpa. Por seguir quemando combustibles fósiles como los quemamos. Ni más, ni menos. Ni llamaradas solares, ni derivas geológicas, ni ninguna otra explicación magufa o de teorías de la conspiración. Es lo que hay: más combustibles fósiles, más desastres de ese tipo.

Pero si seguimos informándonos, además, podemos ver lo que viene: es que el siguiente intervalo tras la desestabilización catastrófica del clima es el de desestabilización climática irreversible, que va desde los 425 ppm a los 600 ppm. Sí, estamos a muy poco de alcanzarla. De hecho, si este próximo año la concentración de dióxido de carbono sube lo mismo que en el año anterior, la habremos alcanzado. ¿Alguna duda sobre el significado de la palabra «irreversible«? Pues eso es lo que hay. Porque ya si superamos los 600 ppm, que al paso que vamos es perfectamente posible, estaremos hablando de desestabilización climática a nivel de extinción… que creo que tampoco necesita explicación.

¿Somos ahora capaces de poner las cosas en contexto? ¿Podemos empezar a entender la insistencia en determinados temas? ¿Podemos simplemente comenzar a captar lo ridículo que resulta que alguien anteponga «mantener su coche viejo», o «no pasarse veinte minutos recargando», o «es que es más caro» ante un escenario como ese? ¡¡¡Que no estamos hablando de un capricho, estamos hablando de la maldita SU-PER-VI-VEN-CIA!!!!!!!!

Si consiguiésemos, que obviamente no es posible, eliminar los vehículos de combustión interna en un tiempo absolutamente récord y no hacernos trampas al solitario enviándolos a otros países como si no compartiésemos todos la misma atmósfera, y combinásemos eso con la descarbonización de las centrales de generación de energía, que puede hacerse gracias a que la solar y la eólica son las energías más baratas de la historia, aún tendríamos alguna posibilidad. Si no, y el reto no parece fácil, ya sabemos lo que nos espera: más y más desastres como el de Valencia y similares, mientras muchos ignorantes arrugan la nariz y dicen que eso de la emergencia climática es cosa de «los calentólogos» y de algún tipo de conspiración seguramente urdida por las élites dominantes.

Lo de Valencia es clarísimo, se llama emergencia climática y va a pasar mucho más a menudo. Es durísimo, duele e indigna, sí, pero es lo que es: producto de nuestras propias acciones, de no cambiar cómo hacemos las cosas nosotros y de no demandar más cambios a nuestros gobernantes y a nivel internacional. La emergencia climática de la que llevamos años hablando era esto: a veces caerá muy lejos, y a veces caerá así de cerca. Y ahora, si quieres, vas y la niegas. Allá cada cual con su ignorancia.

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