Tras unas horas repletas de nervios, tensión y hasta miedo, Donald Trump consiguió imponerse a Kamala Harris en varios estados del país norteamericano y se proclamó vencedor en las elecciones presidenciales de Estados Unidos 2024. Y es que la campaña electoral del magnate y neoyorquino ha estado plagada de escándalos e incertidumbre (¿Quién recuerda el intento de asesinato a finales del pasado mes de julio?).
Trump, que se ha convertido en el primer presidente en ganar un segundo mandato no consecutivo desde Grover Cleveland (1892), además de ser el primer presidente de Estados Unidos condenado penalmente, es conocido por sus polémicas declaraciones y extravagancias: desde su enemistad con la inteligencia artificial hasta la conversación con Tim Cook para tratar quejas sobre la Unión Europea.
Ahora que Donald Trump se ha convertido en presidente de Estados Unidos de América (jurará el cargo el próximo 20 de enero de 2025), hay mucha expectación por saber cuándo llevará a cabo todas las medidas que ha ido anunciando a lo largo de los últimos meses. Una de las más preocupantes para las grandes tecnológicas es el aumento de los aranceles.
Aranceles del 60% que podrían llevar a que la industria tecnológica eche el freno
Donald Trump está interesado en retomar su guerra comercial con Asia, concretamente con China. Y es que el nuevo presidente de Estados Unidos de América propone imponer aranceles generales al país asiático de más del 60% sobre todas las importaciones. Esto, a priori, tendría dos importantes consecuencias: un impacto en la economía de China y problemas en las cadenas de suministro a nivel mundial.
Los aranceles que impuso originalmente Trump que más tarde fueron mantenidos por Biden e, incluso, ampliados, forman parte de una táctica para castigar a China por prácticas comerciales desleales, incluido el robo de tecnología. Esta situación, sin embargo, también pone en vilo a los aliados del país norteamericano en Asia, como Taiwán, Corea del Sur o Japón.
China, como consecuencia a los aranceles, ha provocado que el acceso de Estados Unidos a materiales de tierras raras sea cada vez más complicado. Estos materiales son esenciales para la fabricación de productos tecnológicos muy populares, como teléfonos móviles inteligentes. A su vez, cada represalia de China solo genera más aranceles por parte de Estados Unidos, creando un bucle que no parece tener fin.
A día de hoy, hay más de 300 mil millones de dólares en aranceles a las importaciones chinas. No obstante, todavía no hay ninguno impuesto a tecnología de consumo, como smartphones, ordenadores, tabletas o videoconsolas. Esto, en parte, es gracias a la industria tecnológica, que presionó para que quedaran exentos, ya que la economía estadounidense se resentiría gravemente.
Si llegan a establecerse los aranceles del 60%, a las empresas tecnológicas les cortaría cuatro veces más que en la ronda anterior de aranceles que la industria consiguió eludir la última vez que Trump fue presidente. Un estudio de última hora de la Consumer Technology Association (CTA) asegura que los precios podrían subir mucho más de lo que se temía en un principio.
Se baraja la posibilidad de que el precio de los ordenadores portátiles podría duplicarse, mientras que el de las consolas de videojuegos podría aumentar un 40%. Eso sin contar el de los teléfonos móviles inteligentes: alrededor de un 26%. Si ya hay artículos de estas categorías que tienen precios prohibitivos para muchos bolsillos, la mayoría acabarían convirtiéndose en artículos de lujo.
Esta medida, además, impactaría muy negativamente en las empresas estadounidenses en China. No sólo subirían mucho los precios, sino que desviar recursos para desvincularse del país asiático podría alterar la capacidad de las empresas para financiar más innovación, de modo que los avances tecnológicos tendrían precios muy, muy elevados.
No obstante, sería prácticamente imposible que Estados Unidos se desvinculase de China por completo, ya que allí se produce el 30% de la fabricación mundial. Sería un proceso lento y muy costoso de cambios, ya que el sistema actual ha tardado en configurarse varias décadas.
Sin embargo, se desconoce exactamente cómo podría responder China al aumento de los aranceles, ya que cada vez le quedan menos opciones. Empero, bloquear a Estados Unidos el acceso a las tierras raras sería un golpe muy duro por lo comentado anteriormente: son imprescindibles para la fabricación de muchos dispositivos electrónicos. Además, China podría impedir a Estados Unidos acceder a Taiwán y paralizar las importaciones y exportaciones, como comenta la fuente.
El artículo Que Trump sea presidente de Estados Unidos podría tener una grave consecuencia: teléfonos, ordenadores y más un 60% más caros fue publicado originalmente en Urban Tecno.
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