Existe una cueva en el país africano, ubicada en un acantilado y que parece haber sido creada por las garras de una criatura de proporciones siderales, que es historia viva de nuestra especie. En su interior se han hallado huesos, herramientas e innumerables pistas que nos detallan el modo de vida de nuestros antepasados africanos. Ahora, de manera sorprendente, también hemos podido conocer cómo descansaban para reponer fuerzas y enfrentarse a un nuevo día.
La cama sudafricana de 200.000 años de antigüedad
Un equipo de arqueólogos ha realizado el extraordinario descubrimiento, del que se han hecho eco en un reciente artículo publicado en la revista científica Science, mientras realizaban trabajos de excavación en la denominada Border Cave, uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de África. El hallazgo se inició al descubrir Lyn Wadley, arqueóloga de la Universidad del Witwatersrand, pequeñas marcas en el sedimiento de la cueva. La investigadora afirma en el artículo publicado en la página web de Science que miró con detenimiento las motas con una lupa, descubriendo que «eran restos de plantas«.
La actividad arqueológica es extremadamente delicada. Por ello, Lyn obtuvo pequeños trozos de aquel sedimento y os ubicó sobre placas de yeso, con el fin de observarlas a través del microscopio. Para su sorpresa, pudo identificar la planta, que formaba parte de la familia Panicoideae, un tipo de hierba que se encuentra en los alrededores.
Estas son las pequeñas motas encontradas en la Border Cave
Sin embargo, no solo se constató que estas plantas eran transportadas de manera intencional al interior de la cueva en grandes cantidades, sino que se descubrió algo más. Entre los sedimentos analizados, también se pudieron encontrar restos de ceniza. De hecho, parece que la ceniza y la planta se ordenaban en distintas capas. Esto sugiere que nuestros ancestros de la Border Cave pudieron utilizar este material para fabricarse sus primitivas áreas de descanso.
No se sabe a ciencia cierta si estamos hablando de camas como las entendemos nosotros, pero sí parece que los investigadores tienen claro que las zonas donde se ubicaba el material eran áreas que buscaban ser más confortables y limpias que el resto de la cueva. Para datar la antigüedad de esta improvisada cama, los arqueólogos echaron mano de un par de dientes encontrados en la misma capa de la cueva en la que se encontró el material de hierba y ceniza.
Esta datación nos indica que el área de descanso puede tener alrededor de 200.000 años, aunque arqueólogos como Dani Nadel, perteneciente a la Universidad de Haifa, pero que no tiene nada que ver con la investigación, aseguran que «en algunas ocasiones, estas fechas no son muy precisas». La propia cama no decirnos nada sobre la inteligencia de aquellos ancestros, aunque algunos detalles sí nos indican cómo pensaban y respondían al entorno.
El propio material, plantas y cenizas, no tenía nada de especial para la fabricación de una cama primitiva. Sin embargo, la presencia de ceniza sí nos indica un proceso de pensamiento bastante elaborado. Las cenizas, procedentes no sólo de plantas, sino de madera y de huesos, hace pensar a los arqueólogos que nuestros antepasados quemaban periódicamente estas camas para deshacerse de los malos olores y de molestos insectos.
Imagen de la Border Cave, ubicada en Sudáfrica
De hecho, se sabe que algunas de la maderas que se quemaban proceden de un tipo de arbusto, conocido hoy en día en Sudáfrica por sus excelentes propiedades como repelente de insectos. Eso sí, dado que no podemos preguntarles si ese era su cometido, tendremos que mantener nuestras teorías para explicar la presencia de tantas capas de plantas y ceniza en estos lugares de paz y descanso hace 200.000 años.
El artículo La cama más antigua de la humanidad ha sido hallada en Sudáfrica, tiene 200.000 años y estaba diseñada contra los insectos fue publicado originalmente en Urban Tecno.
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