La experiencia de ver la evolución (o mejor, la degradación) de Twitter para convertirse en la herramienta política de propaganda de un billonario, o la de ver cómo otro billonario hace absolutamente lo que le viene en gana con las redes sociales de Meta sin que nadie pueda hacer nada para evitarlo más que dejar de usarlas ha servido para alumbrar una iniciativa, «Free Our Feeds«, con unos fundamentos iniciales muy interesantes.
La iniciativa es una campaña de recaudación de fondos destinada a proteger la tecnología subyacente de descentralización de Bluesky, el protocolo AT, y apalancarlo para, eventualmente, llegar a crear un ecosistema de redes sociales abierto que no pueda ser controlado por una sola persona o empresa, incluida la propia Bluesky (que además de liberar el protocolo, ha constituido un fondo independiente de un millón de dólares, Skyseed, para quienes quieran construir sobre él).
La idea es que, aunque todas las iniciativas al principio son muy buenas y Bluesky haya prometido no repetir los errores de otras compañías de social media, resulta muy difícil mantener los principios cuando se mezclan con el dinero, y nadie, ni Bluesky, está a salvo de que un posible éxito arrollador, la entrada de algún capitalista de riesgo, de algún billonario o de otra compañía la pueda transformar, como hemos visto en otros casos, en algo que nos guste mucho menos.
Bluesky y su crecimiento representan, como tal, un claro rechazo de la forma de funcionar de las grandes tecnológicas: razonablemente descentralizada, sin tecnologías publicitarias intrusivas o que amenacen la privacidad de sus usuarios, sin algoritmos ni inteligencia artificial que prioricen unos contenidos sobre otros, sin restricciones sobre los enlaces… Pero dado que para funcionar necesita dinero, es importante garantizar que en el futuro, si toma decisiones que nos parezcan erróneas, podremos hacer algo más que simplemente abandonarla e irnos a otro sitio.
La idea, por tanto, es considerar Bluesky como un andamiaje sobre el que construir un nuevo tipo de web social, un ecosistema completo y abierto de aplicaciones interconectadas y de diferentes empresas que tengan en cuenta los intereses de las personas, y que no pueda caer bajo el control de ninguna compañía o ningún billonario caprichoso que pretenda subvertir su naturaleza. Obviamente, para mantener algo así es necesario no sólo tener protocolos, sino también dinero y una cierta claridad de objetivos, de ahí que la idea consista en la creación de una fundación sin ánimo de lucro, recaudar un total de treinta millones de dólares a lo largo de tres años, y con un primer objetivo de alcanzar los cuatro millones para poder contratar un pequeño equipo dedicado y empezar a construir infraestructura independiente. Si no se alcanzasen los objetivos, se devolvería el dinero.
La propuesta, aunque pueda ser tildada de idealista, no es ninguna tontería: el creador de Mastodon, Eugen Rochko, acaba de transferir el control de la aplicación a una fundación sin ánimo de lucro persiguiendo el mismo tipo de idea y diciendo que «una aplicación como Mastodon no debería ser propiedad o estar controlada por una sola persona». La mejor enciclopedia jamás creada en la historia de la humanidad, Wikipedia, tiene una estructura similar, y evidentemente funciona. El propio Jimmy Wales está implicado en la creación de «Free Our Feeds», junto con el actor Mark Ruffalo, el actor y director Alex Winter, el escritor y activista Cory Doctorow o el presidente de la Mozilla Foundation, Mark Surman.
Independientemente del éxito o no de esta iniciativa, tenemos que empezar a plantearnos que posiblemente, la mejor forma de gobernar unas infraestructuras digitales que cada vez forman más parte de nuestras vidas pueda ser independizándolas del funcionamiento y las dinámicas del capitalismo como tal que ya conocemos y que hemos comprobado que no funcionan a esos efectos, y posiblemente la alternativa pueda ser adoptar fórmulas de este tipo.
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