Como parecía esperable, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos ha confirmado la ley que prohibe TikTok en los Estados Unidos a partir del próximo domingo si la compañía que ejecuta las operaciones en el país no es vendida a una empresa norteamericana, algo completamente inviable, aunque la resolución permitiría una prórroga de noventa días si se puede demostrar que se han iniciado conversaciones de cara a esa posible operación de venta.
Tras escuchar los argumentos de ambas partes, la resolución del Tribunal Supremo ha expresado claramente las preocupaciones con respecto a la seguridad nacional, fundamentadas con respecto a las prácticas de recopilación de datos de TikTok y a su relación con un adversario extranjero, y ha afirmado que la resolución no viola los derechos de los peticionarios con respecto a la Primera Enmienda constitucional dado que un derecho constitucional como ese no protege a las entidades de propiedad extranjera.
¿Qué pasa ahora? Fundamentalmente, nada, aunque nadie lo sabe realmente. La app no desaparece de ninguno de los smartphones de sus aterrorizados usuarios, ni deja de funcionar, ni aparece ninguna pantalla como la de la foto que acompaña a este artículo, porque la resolución no incluye ninguna medida de bloqueo de su tráfico. Podría ser que la aplicación se fuese a negro o mostrase algún mensaje informativo, pero solo porque la compañía ha amenazado con ello. Sí desaparecerá de las tiendas de aplicaciones, lo que hará que no pueda ser actualizada ni descargada por nuevos usuarios o en caso de cambio de terminal salvo que se haga irregularmente a partir de otras fuentes – algo relativamente sencillo, aunque un claro desincentivo para muchos. La posibilidad más dura, la de solicitar a los operadores que bloqueen el tráfico a la aplicación, no ha sido considerada por el tribunal.
Para la compañía, un golpe importante, aunque es muy posible que sea únicamente temporal. Los más de 170 millones de usuarios de TiKTok en el país van a encontrarse con algunas dificultades y es posible que algunos decidan abandonar la app e incorporarse a algunas de las que la propia compañía matriz, ByteDance, propone directamente o a través de subsidiarias, Red Note o Lemon8, lo que deshabilitaría en gran medida los intentos de protección de los ciudadanos norteamericanos con respecto a la recopilación de datos, o pasarse a los Reels de Instagram, que Meta acaba de actualizar con nuevas funcionalidades para tratar de aprovechar el infortunio de su competidor.
¿Qué va a hacer Donald Trump, que toma posesión el próximo lunes y había expresado su intención de no prohibir la compañía, con respecto a esto? Es difícil saberlo: por un lado, afirma haber hablado con Xi Jinping al respecto y haber pedido al Supremo que reconsiderase la prohibición, pero todo lo que tienen los Estados Unidos de país con una sana separación de poderes lo tienen a partir del lunes también de un régimen sometido al «capitalismo de amiguetes», en el que una oligarquía está haciéndose progresivamente con todo el poder, una que el presidente anterior tampoco hizo suficiente para evitar. Jeff Yass, donante republicano de toda la vida, amigo de Donald Trump y, de hecho, accionista de Truth Social, tiene también una participación significativa en ByteDance, y evidentes intereses en evitar la prohibición, lo que podría acelerar resoluciones para tratar de impedirla o hacer que durase lo menos posible. Como populista que es, Donald Trump podría incluso considerar comprar algo de tiempo para la compañía mediante una orden ejecutiva, lo que lo haría aparecer como un héroe para sus muchos usuarios.
Por poner las cosas claras: el Tribunal Supremo acaba de prohibir una red social para supuestamente proteger a los norteamericanos frente a la recopilación de sus datos personales por parte de una compañía china, pero todos los que ya tienen la app instalada van a poder seguir utilizándola, y los que no la tengan pueden instalarse otras apps de la compañía que poseen la misma política de recopilación de datos.
Si la idea era tratar de proteger a la sociedad norteamericana de intentos de desestabilización y manipulación similares a los sufridos por Alemania o Rumanía recientemente, o por muchos otros países a lo largo del tiempo, la realidad es que no han logrado gran cosa, ni en la teoría, ni en la práctica. Y que, a partir del lunes, las políticas en ese sentido (y en muchos otros) en los Estados Unidos las tomarán una oligarquía de amiguetes de su presidente, bien de los de toda la vida, o de los que recientemente se le han arrimado con el evidente interés de sacar algo de ello. Y cuando una oligarquía logra tomar el poder, puede ser muy difícil de eliminar.
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