Europol y el anonimato: cuando tus políticos te dan miedo

IMAGE: Grok

Pocas veces he tenido tanta sensación de estar en muy malas manos en términos de seguridad como cuando me he encontrado en el Financial Times esta entrevista com Catherine de Bolle, directora ejecutiva de Europol, titulada «Europol chief says Big Tech has ‘responsibility’ to unlock encrypted messages« (enlace alternativo).

Que una persona que opina directamente que «el anonimato no es un derecho fundamental» y que pretende demostrarlo mediante comparaciones estúpidas y sin sentido sobre la policía no pudiendo entrar en una casa en la que se sabe que hay un delincuente, sea la directora ejecutiva de la policía europea me pone verdaderamente muy mal cuerpo, y me hace sentir que vivo en una Unión Europea en la que mis derechos como ciudadano no valen nada.

Sí, señora de Bolle: el anonimato es un derecho fundamental, y además, debe serlo. No solo lo es, sino que además, las comunicaciones anónimas tienen un lugar importantísimo en nuestro discurso político y en la construcción de nuestras sociedades. Obviamente, todos los derechos tienen límites y generan responsabilidades, pero de ahí a decir que las compañías tecnológicas tienen la responsabilidad de descifrar los mensajes de sus usuarios va un mundo. Un mundo de ignorancia supina que, obviamente, usted navega con enorme tranquilidad. Y no, señora, la defensa de la democracia no exige en modo alguno que usted tenga derecho a abrir todas mis cartas, por mucho que su mentalidad calenturienta le excite tal posibilidad.

El derecho a permanecer anónimo es un componente fundamental de nuestro derecho a la libertad de expresión, y se aplica tanto en el mundo digital como en el físico. En palabras del Tribunal Supremo de los Estados Unidos en el caso McIntyre v. Ohio Elections Commission, “El anonimato es un escudo contra la tiranía de la mayoría”. Lamentablemente, el derecho a permanecer anónimo ha sido objeto de constantes y frecuentes ataques en el mundo online por incultos de la misma calaña que Catherine de Bolle. Los gobiernos y las compañías han intentado en muchas ocasiones desenmascarar a oradores impopulares mediante citaciones dirigidas a las páginas web que visitan. Lea un poco más, señora de Bolle, lea un poco más.

Lo que está bien cifrado no se puede descifrar mediante esfuerzos , y si algo se ofrece al mercado como bien cifrado, no se puede plantear que las compañías, en la práctica, tengan una «puerta trasera» que permita descifrarlo. Eso es no solo insostenible y absurdo, sino que además, generaría automáticamente un mercado negro de aplicaciones realmente cifradas que nadie podría descifrar, y que serían las que pasarían a utilizar los delincuentes. Que una directiva policial inculta quiera sentirse poderosa y que tiene todas las llaves en su mano no justifica que las herramientas tecnológicas se conviertan en una forma de espiar potencialmente a toda la población, mientras los verdaderos delincuentes campan a sus anchas con herramientas específicamente desarrolladas para ellos.

Estamos ante la típica señora que cree que el fin siempre justifica los medios, que se puede pedir y sacrificar cualquier cosa en nombre de la seguridad (recordemos, «aquellos que sacrifican la libertad por la seguridad no merecen ninguna de las dos«), y que piensa, además, que la tecnología sigue órdenes. Una auténtica ignorante que cree que porque ella pida que se descifre un mensaje, ese mensaje se va a poder descifrar mágicamente, y que si una compañía no lo descifra, está automáticamente infringiendo algo.

Sinceramente, que una auténtica iletrada y adalid de la patada en la puerta como esta esté al frente de la policía europea me genera una enorme inseguridad, precisamente lo contrario de lo que debería generarme. Personas con esa mentalidad liberticida nunca deberían estar al frente de ningún estamento policial. Ser directora ejecutiva de Europol es indudablemente un cargo político, y espero por el bien de todos que alguien con capacidad para poner y quitar directivos en ese entorno se dé cuenta de lo que ha dicho esta señora. Porque con policías así, nadie está seguro.

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