El fósil de una abeja de hace 14 millones de años nos ha dejado un mensaje claro: son más importantes para nosotros de lo que creíamos

Toparse con fósiles en nuestro planeta es algo que sucede, casi con total seguridad, a diario. Sin embargo, no todos los hallazgos nos permiten cambiar la historia de la fauna de un país, tal y como ha sucedido en esta ocasión en Nueva Zelanda. Gracias al hallazgo, del ejemplar de abeja más antiguo jamás recuperado en la región, podemos comenzar a plantearnos nuevas cuestiones acerca de cómo evolucionaron las abejas en el hemisferio sur de la Tierra.

La abeja de los 14,5 millones de años

Un fósil de la especie Leioproctus barrydonovani ha protagonizado el artículo publicado en la revista científica Zoosystema, en el que se analiza un insecto que vivió en el país oceánico hace 14,5 millones de años, durante una época conocida como el Mioceno medio. El fósil tiene un tamaño de 6,4 milímetros y fue recuperado del depósito fósil de Hindon Maar, localizado en la región de Otago, al sureste de la Isla Sur de Nueva Zelanda.

Detalle del fósil encontrado en el depósito de Hindon Maar

Detalle del fósil encontrado en el depósito de Hindon Maar

Este descubrimiento nos abre nuevas perspectivas a la hora de contar la historia de los insectos de estas islas. Los investigadores aseguran que si el género Leioproctus llegó a Nueva Zelanda antes de esos 14,5 millones de años, «tuvo que pasar el tiempo suficiente para que el grupo se diversificase de manera extensiva o para desarrollar especializaciones florales con la flora endémica». Sin embargo, ¿cómo es posible que haya tan pocas especies autóctonas?

El dato de que existan 18 especies endémicas de este género en Nueva Zelanda indica a los científicos involucrados en el estudio que o bien la diversificación fue provocada por la extinción de otras especies y factores desconocidos, o bien que las especies actuales no tienen relación con el fósil recientemente hallado. En este último caso, estaríamos hablando de una reintroducción tardía, seguramente en el Mioceno medio o el Pleistoceno.

Dado que no existen evidencias de que los tres grupos actuales del género Leioproctus estén íntimamente relacionados, una posibilidad sería que estos procedan de invasiones anteriores a estas islas. Los autores del estudio afirman:

Aunque no existe evidencia directa de las plantas huésped del Leioproctus barrydonovani (no se encontró polen pegado al fósil), la abundancia de flores del género Pseudopanax es el mismo depósito podría indicar que esta especie de abeja del Mioceno visitó especies de Pseudopanax, probablemente entre otras plantas.

El fósil hallado se encuentra en un perfecto estado de conservación, lo que hace tener esperanzas de poder encontrar polen y otros ejemplares de abejas en el mismo depósito de Hindon Maar. Futuros estudios podrían continuar explorando la historia de la fauna y flora de la región, para poder adentrarnos en la evolución de las especies de tiempos remotos.

El artículo El fósil de una abeja de hace 14 millones de años nos ha dejado un mensaje claro: son más importantes para nosotros de lo que creíamos fue publicado originalmente en Urban Tecno.

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