
Mi columna en Invertia de esta semana se titula «La inteligencia artificial y las reacciones absurdas que genera» (pdf), y trata de explicar la lógica que se debe seguir al incorporar el uso de una herramienta de propósito general como la inteligencia artificial a nuestras vidas, y cómo mantener el equilibrio entre un uso razonable que nos hace más productivos, y un uso absurdo que nos lleva a perder el sentido de lo que hacemos.
Que uno de los mejores periódicos del mundo, The New York Times, anuncie la adopción de herramientas de inteligencia artificial en su redacción no significa que, a partir de ahora, «el periódico vaya a estar hecho por robots», o que su calidad vaya, de alguna manera, a empeorar. De hecho, pensarlo es de un simplismo absurdo, aunque desgraciadamente, muy típico de los tiempos actuales: la decisión del NYT de sugerir a sus trabajadores que hagan uso de esas herramientas generativas se basa en unos principios muy claros y en una promesa, que «su periodismo siempre será reportado, escrito y editado por sus expertos periodistas». Estoy convencido de que el movimiento, con esos criterios detrás, hará del NYT un medio todavía mejor de lo que es.
En mi compañía, IE University, acabamos de cerrar un acuerdo con OpenAI para integrar sus herramientas en todo su ecosistema académico. Ideas como que «eso va a hacer que nuestros alumnos no aprendan porque ChatGPT les hace todo el trabajo», que «nuestros profesores no corregirán ningún trabajo y se dedicarán a hacer el vago» o que «ChatGPT hará los trabajos y ChatGPT los corregirá» son tan profundamente simplistas y estúpidas que, si las tienes, te recomiendo que nunca intentes entrar en IE University, porque sin ninguna duda, nuestras pruebas de admisión te rechazarán.
Que IE University cierre un acuerdo con OpenAI quiere decir que llevamos ya más de dos años probando esas herramientas, incorporándolas a muchos aspectos de la vida académica, que hemos formado exhaustivamente a todos nuestros profesores en su uso adecuado, y que por supuesto, no solo utilizamos las herramientas de OpenAI, sino muchísimas más de muchísimas otras compañías. Quiere decir que hemos hecho pruebas de todo tipo con los alumnos, que hemos desarrollado un código ético sobre su uso, que dedicamos tiempo a explicar ese código ético y a hacer que nuestros alumnos entiendan que se trata de maximizar su proceso de aprendizaje, no de presentar un trabajo sea como sea, o de ahorrarse todo el trabajo posible. Muchas, muchísimas horas de experiencia y de ensayos antes de que, finalmente, hagas un anuncio así, que viene a decir que los alumnos que salgan de IE University utilizarán las herramientas de inteligencia artificial generativa a un muy buen nivel, pero siempre con unos criterios adecuados.
¿Alguien tiene o ha tenido la impresión de que esta página esté «escrita por ChatGPT»? Si ha sido así, puedo asegurar y atestiguar que esa impresión es errónea, porque la escribo yo, con estos deditos y este teclado. ¿Por qué? Muy sencillo: por que me gusta escribir, y porque considero que el resultado es mejor así. ¿Quiere decir eso que no utilizo herramientas de inteligencia artificial generativa, o que soy como esos escritores que, en pleno siglo XXI, escriben con máquina de escribir o con pluma por algún tipo de «mística creativa»? No, en absoluto. Las herramientas de inteligencia artificial generativa se han convertido en fundamentales para mí, y obviamente, no trato de ocultarlo. Empiezo con las imágenes que ilustran mis artículos, sigo con búsquedas de información para documentar algunos de mis puntos de vista, continúo en muchos casos con preguntas para saber si se me está escapando algún punto de vista o ángulo interesante, y termino con una corrección ortográfica y gramatical (cosa que hago de forma un tanto anárquica, añadiendo a veces cosas en relecturas posteriores, y que explica por qué a veces se me escapan typos).
Seguramente, y sin conocerlo con detalle, mi proceso de creación se parezca bastante al de los periodistas del NYT, y como ellos, también garantizo que «mis artículos siempre estarán investigados, escritos y editados por mí mismo con estas manitas», que saben hacer muchas más cosas que únicamente presionar Ctrl-C y Ctrl-V.
No te preguntes si vas a incorporar herramientas de inteligencia artificial generativa a tus procesos, porque eso ya te lo respondo yo: lo vas a hacer. Y ya que lo vas a hacer, hazlo con los principios adecuados, porque lo que te va a aportar ventajas no son las herramientas, sino cómo las uses. Presenciar cómo mis alumnos comienzan haciendo preguntas limitadas y absurdas al principio del curso, y cómo terminan usando al algoritmo como un auténtico sparring en unos procesos creativos sensiblemente mejorados y plenos de sentido es algo que enseña mucho.
Cuando aparece una tecnología de propósito general com la inteligencia artificial, no plantearse su adopción es siempre un error. Pero hacerlo a la ligera y sin los criterios adecuados también lo va a ser. Recuérdalo: no son las herramientas, es cómo las usas.
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