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Sustituir la junta de la culata no es una operación barata. Y, probablemente, nunca lo será. Siempre se ha dicho que esta es una de las averías más críticas que puede tener un motor. Y no es para menos. Sustituir la junta implica desmontar todo el propulsor, lo que resulta en una factura que no siempre sale rentable pagar.
Más allá de lo que cueste o no pasar por el taller, hay casos en los que los mecánicos nos van a decir directamente que no es viable llevar a cabo la operación, o que el coste de la misma es tan elevado que no merece la pena. En este escenario, también interviene que tengamos cierta anticipación. Cuanto antes pillemos el fallo, más probabilidades tendremos de poder salvar el motor, aunque sea cara la reparación.
Ahora bien, ¿por qué puede quemarse una junta de culata? ¿Hay alguna forma de evitarlo? Y lo más importante, ¿hay alguna forma de saber si tenemos problemas en la junta de la culata? Sigue leyendo y te iremos resolviendo cada una de esas dudas.
- ¿Por qué puede fallar la junta de la culata?
- Cómo saber si la junta de la culata está rota
- ¿Cuánto dura una junta de culata en mal estado?
¿Por qué puede fallar la junta de la culata?
Como casi cualquier componente de un vehículo, la junta de la culata suele fallar por no tomarse en serio los mantenimientos del vehículo o por hacer un uso incorrecto del mismo.
No obstante, no hemos venido aquí a echarte la bronca. Es posible que tu vehículo esté así por culpa de un dueño anterior, por puro efecto del paso del tiempo, o incluso porque el motor ya venía de fábrica con un diseño más que mejorable. Aclarado esto, vayamos punto por punto con las causas habituales que producen esta temida avería:
Sobrecalentamiento del motor
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El sobrecalentamiento es la causa principal
En muchos casos, la avería de la junta de la culata es el producto de una avería anterior. El calor es el enemigo número uno de la junta de la culata, su punto débil. Como bien sabrás, todo propulsor tiene una temperatura de operación, normalmente marcada por la temperatura del refrigerante, que suele ser de unos 90 °C.
Cuando nuestro motor trabaja pasado de temperatura, se producen una serie de cambios que pueden pasar desapercibidos en el corto plazo, pero que pueden causar grandes destrozos a medio y largo:
- Dilatación y deformación térmica: al estar el motor a una temperatura más alta, los metales del bloque y de la culata estarán expandiéndose más de lo habitual por culpa de la dilatación. Estas deformaciones pueden provocar tensiones en la junta, creando grietas, fugas o debilitando el material.
- Pérdida del sellado: al dilatarse el material, los sellos y los tornillos de la junta pueden ceder, rompiendo la estanqueidad del motor.
- Degradación: los componentes sellantes de la junta también pueden degradarse por el exceso de temperatura.
Los motivos por los que un motor se puede sobrecalentar son muy variados. Para no repetirnos, te dejamos el enlace con una entrada muy completa en la que podrás leer las causas más habituales y cómo prevenirlo.
Mal mantenimiento
Da igual que te compres una Citroën C15, un Lada Niva o el Mercedes-Benz más fiable de la década de los 80. Si no lo cuidas como es debido, acabará experimentando averías mecánicas graves.
Como decimos siempre, todos los mantenimientos de un vehículo son importantes. Sin embargo, si nos centramos especialmente en la junta de la culata, hay que poner especial cuidado en el sistema de lubricación y en el de refrigeración.
Con esto, nos referimos principalmente a cambiar el aceite cuando toca, que suele ser una vez al año o cada cierto número de kilómetros. Lo ideal es no excederse de los 15.000, independientemente de que uses aceites sintéticos “Longlife”.
Por otro lado, tenemos el tema del refrigerante. Obviamente, tiene que estar al nivel adecuado y con un buen color. Si aparecen sedimentos, espuma o si se tiñe el líquido de un color tipo óxido, hay que preocuparse. Los orificios del motor se estarán deteriorando, y eso no es bueno. Los conductos del sistema de refrigeración no tardarán en perder eficiencia y el propulsor acabará excediendo su temperatura óptima, poniendo el terreno lo más llano posible a una avería de junta de culata.
Además, hay que poner especial atención a cualquier tipo de problema que pueda afectar al sistema de refrigeración. La bomba del agua debe cambiarse en cada distribución, así como la propia correa de servicio. Si damos un golpe por la zona del radiador, también conviene visitar a un experto para que nos indique si se han producido fugas que puedan acabar en avería.
Problemas de diseño
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Malos materiales, sellos de mala calidad… no siempre es culpa del usuario
Los fabricantes de coches son humanos. Los ingenieros contratados por las marcas han estudiado durante años y suelen tener también muchísima experiencia. Pero también cometen errores.
Quitando de la ecuación que hay marcas que invierten más dinero en garantizar que sus propulsores sean de calidad, no hay un solo fabricante que no se haya equivocado alguna vez. Esto quiere decir que, se cuide o no un coche, es posible que te acaben apareciendo problemas con la junta de la culata simplemente por problemas durante la fabricación o errores de diseño.
Para no herir sensibilidades, vamos a poner un ejemplo de una marca ya extinta. Muchos de los motores que vendió MG-Rover durante sus últimos años a principios de este siglo solían morir por culpa de la junta de la culata. Y en cierta medida, fue lo que los condenó a desaparecer.
Mal uso y modificaciones
Respecto a un mal uso, nos referimos principalmente a llevar el coche a altísimas revoluciones, sin descanso y haciendo una conducción agresiva. Si bien es cierto que muchos vehículos pueden aguantar ese trote, lo correcto si queremos tener un vehículo de calle enfocado para la competición es prepararlo como es debido.
Por otro lado, tenemos el inframundo de las modificaciones. Una reprogramación de centralita mal hecha puede provocar sobrecalentamiento en el motor. No hablemos ya de modificaciones más agresivas, como montar un turbocompresor sobre un motor que de serie venía atmosférico, o incluso montar uno de estos componentes sin hacer los arreglos necesarios.
El exceso de presión dentro de un motor va a acabar saliendo por la parte más débil. Pueden ser las válvulas, pero también puede salir por la famosa junta de la culata. Si quieres saber más sobre este tema, echa un ojo a esta entrada en la que explicábamos qué pasa si reprogramas el coche y para qué sirve el procedimiento.
Cómo saber si la junta de la culata está rota
Ahora que ya tenemos el miedo en el cuerpo, toca ponernos en modo previsor. Así es como puedes descubrir si tu coche tiene algún problema relacionado con la junta de la culata.
Humo blanco por el escape
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Al quemar líquido refrigerante, saldrá por el escape un humo denso de color blanco
Cuando un automóvil emite humo blanco por el tubo de escape, hay dos opciones. Una buena y otra mala. En el mejor de los escenarios, el humo blanco será simplemente vapor de agua, que saldrá simplemente porque el vehículo estará circulando en un clima muy frío.
Sin embargo, si el vehículo echa humo blanco y no estás tiritando de frío, vas a tener que temblar por la factura que te va a mostrar el mecánico. Cuando hay problemas en la junta de la culata, es bastante habitual que el líquido refrigerante entre a la cámara de combustión —recordemos que no es un combustible—. Al salir por el escape, veremos ese vapor de agua, señal de que algo no va bien.
Emulsión en el aceite
Con el vapor de agua por el escape puede haber dudas. Pero la prueba del aceite es sencillamente infalible. El líquido refrigerante no deja de ser agua con alcohol. Y el aceite es aceite. Por su propia naturaleza, están diseñados para trabajar en circuitos distintos. Y, en caso de contacto, no deberían mezclarse nunca.
Sin embargo, las temperaturas, las presiones y el propio movimiento del motor pueden hacer que el aceite y el refrigerante se mezclen en el motor, formando una emulsión blanquecina que puede recordarte a una mayonesa.
Esta sustancia densa suele aparecer en el tapón del aceite o incluso en la varilla. Su mera existencia significa que la junta de la culata ha perdido su sello, haciendo que el sistema de lubricación y refrigeración se mezclen. Una vez veas esto, debes acudir rápidamente a un mecánico. Esa pasta ni va a refrigerar el motor, ni mucho menos va a permitir que los pistones se lubriquen como es debido.
Burbujas en el vaso de expansión (y exceso de presión)
Pueden darse casos en los que pueden aparecer burbujas en el vaso de expansión y que no exista esta avería. Por ejemplo, cuando sustituimos el líquido por uno nuevo y queda aire dentro del sistema.
Quitando este escenario, si notas que aparecen burbujas en el vaso de expansión, lo que estará pasando es que los gases del escape están entrando en el circuito de refrigeración a través de la junta que está dañada.
El vaso no es el único elemento del sistema de refrigeración que nos va a dar una pista. Cuando la junta está dañada y entra aire al sistema, los manguitos se pueden notar al tacto hinchados y duros. En el caso de que se produjera una sobrepresión excesiva, podrían llegar incluso a estallar.
Temperatura errática
La aguja de la temperatura también suele hacer cosas raras cuando hay problemas de culata. Es posible que el motor esté en una temperatura correcta durante un recorrido más o menos largo —de unos 100 kilómetros, por ejemplo— y que, de repente, la aguja comience a aumentar después de subir una pequeña pendiente.
Este comportamiento, aunque errático, es normal cuando hay una avería en la junta de la culata. Al no estar estanco el sistema de refrigeración, el líquido refrigerante va a hervir tan pronto como el motor tenga que hacer un esfuerzo extra.
Por cierto, mucho cuidado con esto. Si ves que la temperatura sube demasiado, detén el vehículo. Y, por lo que más quieras, no abras la tapa del vaso de expansión del refrigerante. Lo más probable es que salga el líquido disparado hacia arriba como un géiser y te hagas una quemadura bastante importante. Déjalo enfriar antes de tocar nada.
Problemas para arrancar
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Arrancar el motor no es sencillo cuando el sistema no está estanco
Hay varias decenas de motivos por los que un motor puede tener dificultades para arrancar. Lo normal es que la dificultad para arrancar provenga de la batería, el motor de arranque, bujías, encendedores y otros elementos que componen el arranque. Sin embargo, con una junta de culata en mal estado, el encendido puede alargarse.
El motivo es obvio. Aunque el motor de arranque va a girar, la pérdida de compresión, causada por la junta dañada, va a dificultar que la mezcla de aire y combustible sea la correcta. Un truco que suelen usar los mecánicos para arrancar coches que tienen este problema es rociar limpiafrenos directamente sobre la admisión, quitando el filtro del aire.
Una vez arrancado, es bastante habitual que el ralentí se note tremendamente inestable.
Pérdida de potencia
Por último, pero no menos importante, tenemos la pérdida de potencia. Al perder la compresión de los cilindros, el rendimiento del propulsor va a caer notablemente. Al acelerar, notaremos que el vehículo no va a responder con vigor.
Además, en pendientes y adelantamientos, el motor no va a poder responder de forma correcta. Tenderá a ahogarse, al mismo tiempo que la aguja de la temperatura se irá inclinando hacia la zona más roja del termostato.
Además, en motores con turbocompresor, la pérdida de potencia va a ser todavía más pronunciada. Tendremos también una respuesta mucho más inconsistente del motor.
¿Cuánto dura una junta de culata en mal estado?
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Si tienes la junta de la culata en mal estado, no te la juegues
Maticemos un poco más la pregunta. ¿Cuánto tiempo pasa desde que notamos los primeros síntomas en la junta de la culata hasta que aparece el fallo catastrófico? Pues, nos tememos que la respuesta a dicha cuestión depende de unas cuantas variables.
Una pequeña fuga en la junta ya va a causar estragos en la conducción, pero es posible que el vehículo pueda funcionar de forma más o menos correcta durante semanas o incluso meses si se hacen recorridos sin muchos cambios de ritmo. En cualquier caso, el deterioro siempre irá a más.
En otros casos, la avería puede manifestarse de forma muy rápida. La construcción del motor, el mantenimiento o incluso la forma de conducir el vehículo van a tener mucho impacto.
Lo que sí te podemos decir es que, si quieres salvar el motor, tienes que darte prisa. Muchas veces, por motivos económicos, posponemos la reparación unos cuantos meses. Pues bien, con las averías relacionadas con la junta de la culata, el paso del tiempo solo va a encarecer la factura.
Reemplazar la junta es caro, sí. Pero si, además, hemos estado circulando con el motor sobrecalentado durante semanas, es muy probable que se haya producido más daño, por ejemplo, en las camisas de los cilindros o en la propia culata, que tiende a deformarse por el exceso de temperatura. Por tanto, si quieres salvar el coche, llévalo a tu taller de confianza lo antes posible.
El artículo Por qué puede fallar la junta de la culata: cómo saber si está rota y cuánto puede durar fue publicado originalmente en Urban Tecno.
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