La era de los drones

A medida que la tecnología asociada con el desarrollo de los drones se va convirtiendo en cada vez más ubicua, este tipo de dispositivos van evolucionando cada vez más en sus posibilidades de uso.

Al uso recreativo o relacionado con la logística se une una gama creciente de aplicaciones militares que amenazan con desequilibrar el tablero geopolítico: mientras compañías como Zipline, Wing o Amazon van mejorando cada vez más la aplicabilidad al reparto de mercancías de diversos tipos, creando drones para envíos más grandes y en cada vez más mercados, y rebajando progresivamente los inicialmente elevados costes por envío, vemos también proliferar cada vez más las aplicaciones para la agricultura mientras, al tiempo, y con el contexto de las múltiples guerras abiertas en el mundo, los usos militares siguen incrementándose cada vez más.

Los drones son relativamente pequeños, sencillos y baratos de fabricar, lo que otorga a naciones tradicionalmente no destacadas en tecnología militar unas ventajas que nunca habían tenido. Mientras la compañía china DJI se ha convertido en líder en tecnología de drones de propósito general, y ahora afronta por ello una posible prohibición en unos Estados Unidos que pretenden catalogarla de amenaza para su seguridad, otros países com Turquía lideran la revolución del uso de drones militares, y desafían la hegemonía tradicional de los países exportadores de tecnología militar.

En Ucrania, los drones permiten desde matar a distancia mientras el operador ve la cara del objetivo, su uso se extiende cada vez más mediante drones cada vez más baratos fabricados en cartón, y ya no se limita al aire, sino que atacan también en el mar contra objetivos navales, terreno en el que el país ha conseguido importantísimos objetivos contra la flota rusa en el Mar Negro. Un descenso de las barreras de entrada a la guerra sofisticada y a distancia que posibilita que naciones pequeñas o con armamento más limitado puedan hacer frente a amenazas con planteamientos muy diferentes. El tiempo de las grandes embarcaciones podría haber terminado cuando unos cuantos pequeños drones navales prácticamente indetectables, manejados remotamente y equipados con minas pueden amenazar en un momento la integridad de toda una flota.

La era de los drones ha despegado, con todo lo que esto conlleva, y los ejércitos desarrollan a toda prisa armas como cañones de microondas capaces de interceptar en vuelo las señales que reciben y hacerlos caer. Un nuevo escenario, con una popularización rapidísima, y unas consecuencias e implicaciones estratégicas que no alcanzamos todavía a comprender.

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