Toda buena película de acción tiene que tener villanos malos malísimos, escenas de tiros y, por supuesto, una buena persecución en coche. La franquicia de James Bond jamás nos ha decepcionado en esto último, pues el agente secreto más conocido de todos los tiempos no solo es bueno esquivando balas y pensando rápido, sino que también tiene bastante mano al volante.
Salta a la vista que el agente 007 tiene unos gustos muy especiales. No solo es meticuloso a la hora de pedir un Dry Martini. También es bastante exigente con los coches. El personaje de James Bond ha estado históricamente vinculado a los vehículos de Aston Martin, aunque, a diferencia de los que le dan a Fernando Alonso, los que usa el espía suelen ser bastante rápidos.
Por supuesto, Bond ha conducido automóviles de muchas otras marcas, pues la gran pantalla pronto se convirtió en un escaparate magnífico para promocionar coches de lujo. A lo largo de estas líneas vamos a hacer un repaso a todos estos vehículos icónicos que ha utilizado el espía en las distintas películas de la franquicia, sin olvidarnos del equipamiento especial que llevaban algunos de ellos.
Aston Martin DB5Aston Martin DBS (1969)Sunbeam Alpine Series IIBentley Mark IV Drophead 3.5BMW Z3BMW Serie 7 750iLBMW Z8Lotus Esprit S1Lotus Esprit TurboCitroën 2CVRenault 11Rolls Royce Silver Cloud IIAston Martin V12 VanquishAston Martin DBS (2006)Aston Martin DBS SuperleggeraToyota 2000 GTFord Mustang Mach 1AMC Hornet X HatchbackAston Martin V8 Vantage VolanteFord Fairlane
Aston Martin DB5
No podemos empezar por otro coche que no sea el Aston Martin DB5, pues es, sin lugar a dudas, el vehículo más icónico que ha conducido el británico. La historia de este coche es curiosa, pues en las novelas de Ian Fleming, Bond conducía realmente un Aston Martin DB Mark III. El cambio por el DB5 se hizo con la idea de hacer un poco más moderno al personaje.
La primera aparición de este gran turismo de lujo fue en Goldfinger (1964), la cinta más reconocida de todas. Posteriormente, este vehículo repetiría en Operación Trueno (1965) y en todas las películas modernas tras Skyfall (2012), así como en momentos puntuales en otras muchas.
Más allá del diseño de este Aston Martin o su motor de 6 cilindros en línea, lo que verdaderamente atrae de este clásico eran sus gadgets. Este DB5 ya equipaba el sistema de matrícula giratoria que tanto usa Frank Martin en Transporter, sin olvidarnos de otros añadidos como las ametralladoras incorporadas en los pilotos traseros, las placas de acero antibalas o el asiento eyectable del pasajero, un extra que no sé ustedes, pero sigo esperando que alguna marca generalista incluya en su configurador.
Aston Martin DBS (1969)
Solo los más fans del agente del MI6 recordarán este coche, que fue conducido por George Lazenby en su única interpretación como Janes Bond en 007 al servicio secreto de Su Majestad (1968).
Este Aston Martin volvería una entrega más tarde mejorado, pues Q lo actualiza con misiles en Diamantes para la eternidad (1971).
Sunbeam Alpine Series II
Vámonos al principio. La idea de que James Bond llevara coches icónicos ya se gestó en Agente 007 contra el Dr. No (1962) En esta cinta, Sean Connery utiliza este descapotable británico durante una persecución en Jamaica.
Lo simpático de este coche es que se especula con que lo consiguieron en pleno rodaje. Y, a diferencia de otros vehículos conducidos por el agente, este tampoco se podía considerar que tuviera un precio totalmente prohibitivo.
Bentley Mark IV Drophead 3.5
En las novelas de Fleming, Bond es igual de pijo que en las películas. De eso no hay dudas. Sin embargo, donde sí que hay discrepancias entre las dos versiones de 007 es precisamente con la marca de coches. El Bond del cine está ligado a Aston Martin. Sin embargo, en la prosa, el agente tiene bastante predilección por los vehículos de Bentley.
Más que un coche icónico, la aparición del Bentley Mark IV Drophead 3.5 en Desde Rusia con amor (1963) se explica como un pequeño cameo.
BMW Z3
Durante un breve periodo de tiempo, el agente 007 dejó aparcados los Aston Martin y se pasó a los BMW. A mediados de los 90, BMW estaba mejor que nunca. Tras adquirir Rover en 1994, y con una salud financiera envidiable —que no duraría mucho—, los de Múnich quisieron dar un paso más, y convertirse en el proveedor de automóviles para el espía.
En GoldenEye, la primera de Pierce Brosnan, el espía estrenó un BMW Z3. No era un coche muy espectacular, pues era un deportivo bastante estándar con un motor de apenas 140 CV. Se salvaba por sus modificaciones, como los misiles Stinger, el blindaje, el sistema para descargar satélites o el paracaídas incorporado.
BMW Serie 7 750iL
Utilizado en El mañana nunca muere (1997), BMW suplió las carencias de potencia del Z3 con un Serie 7 que iba más dopado que nunca. Motor V12 de 5,4 litros, caja manual, ventanas a prueba de balas y un exterior resistente a abolladuras, que imaginamos que era para sobrevivir al peligroso acto de aparcar de culo en el parking.
Quitando las ametralladoras y los misiles, lo cierto es que el resto de extras que incluía esta berlina de lujo, como el GPS asistido por voz, ya se pueden incluir en cualquier Dacia actual.
BMW Z8
El matrimonio entre el espía y BMW finalizaría en el año 1998 con el Z8 en El mundo nunca es suficiente, la penúltima en la que 007 fue interpretado por Pierce Brosnan.
El BMW Z8 se ha convertido en uno de los deportivos más icónicos de la marca alemana. Principalmente, este reconocimiento se debe a su diseño, inspirado en el clásico BMW 507 de los años 50. Por otro lado, el agente del MI6 también ayudó con su conducción a ensalzar a este vehículo, pues la película lo mostró un año antes de que saliera a la venta. Un emplazamiento publicitario de ensueño.
Eso sí, los pocos que compraron un Z8 en su día, no pudieron disfrutar de algunas de las «chuches» que sí tenía la versión de Bond, como los misiles tierra-aire, el revestimiento de titanio, el control remoto o una conducción autónoma que ya quisiera Elon Musk.
Lotus Esprit S1
El Esprit S1 habría pasado sin pena ni gloria de no ser por la versión que utiliza James Bond en La espía que me amó (1977), un vehículo anfibio capaz de convertirse en submarino. Bajo el agua, el Esprit S1 de Bond podía lanzar minas, cegar a sus perseguidores y desplegar sus aletas. Fuera del líquido elemento, obviamente, también podía lanzar misiles.
El modelo que se vendía en el mundo real dudamos que fuera capaz de traccionar en un charco más profundo de la cuenta. Pero lo importante aquí es que Lotus vio un increíble aumento de las ventas de este vehículo.
Hoy en día es un coche muy codiciado por los coleccionistas, especialmente porque se considera uno de los trabajos más importantes de la carrera de Giorgetto Giugiaro, su diseñador.
Lotus Esprit Turbo
Los fans del Lotus Esprit pudieron ver de nuevo el coche de sus sueños en la siguiente película, esta vez en su versión turbo y sin tanta parafernalia acuática.
Los guionistas sabían que una persecución con el Lotus iba a aburrir muchísimo al público, pues iba a ser repetitivo y menos espectacular. ¿Te gusta el Esprit? ¿Sí? Pues ya no hay Esprit. En un abrir y cerrar de ojos, el automóvil se autodestruye al detectar cómo cierto viandante intenta «socializar» el vehículo. Lo que le siguió a continuación es historia del cine.
Citroën 2CV
Hemos dicho que al espía le gustan los coches rápidos. Pero hay algo peor que no tener un coche rápido, y es, sencillamente, no tener coche. Cuando el Lotus Esprit de Bond queda inutilizado en Solo para sus ojos (1981), al personaje interpretado por Roger Moore no le queda otra que pillar el Citroën 2CV de Melina Havelock para huir.
Más que una escena de acción, esta parte de la película está claramente ideada para sacarte una sonrisa. Los que fueron al cine en el estreno, fijo que no se imaginaban acabar viendo al bueno de 007 pilotar tremenda broza.
Renault 11
Lo del Citroën parece que gustó, así que el Bond de Moore repetiría una escena igual de peculiar con un coche francés en En la mira de los asesinos (1985), su última aparición.
En esta cinta, Bond se encuentra persiguiendo a May Day, que acaba saltando en paracaídas de la Torre Eiffel. El agente 007 tiene que evitarlo a toda costa, y para ello acaba robando un Renault 11 a un pobre taxista.
Nada más poner el coche en marcha, la escena parece una Gymkhana de Ken Block, con todo tipo de saltos y acrobacias. A los pocos minutos, el Renault acaba convertido en un coche descapotable al pasar por debajo de una barrera. La conversión a carrocería cabrio no le duraría mucho, pues el compacto acaba partido por la mitad antes de llegar a uno de los puentes que cruza el Sena.
Rolls Royce Silver Cloud II
Tanto en esta película, como 20 años antes en Thunderball (1965), Bond conduce un Rolls Royce Silver Cloud II del año 1962. Esta joya fue cedida en ambas ocasiones por el productor Cubby Broccoli.
En la película de los ochenta, el coche acaba bajo el agua como el Esprit S1, solo que este sí que no tenía capacidades submarinas. Huelga decir que para dicha escena, no utilizaron el coche de verdad.
Aston Martin V12 Vanquish
El Aston Martin regresó justo cuando Pierce Brosnan ya se iba. El Vanquish de Muere otro día (2002) nos dio unas escenas de persecución muy frenéticas sobre el hielo, e incluso le salvó la vida a la chica Bond, esta vez interpretada por Halle Berry.
De todos los coches que ha conducido el espía en este siglo, este Vanquish es, con total seguridad, el mejor equipado por Q. El Aston Martin está lleno de guiños al DB5 original. A sus misiles, ametralladoras y el asiento eyector, se suman la capacidad de volverse completamente invisible. Lo verdaderamente gracioso es que esto último no es tan inverosímil si lo comparamos con la trama de la propia película. Ni los propios guionistas se la creyeron.
Aston Martin DBS (2006)
Para el año 2006, James Bond cambió, pero sus coches, no tanto. Daniel Craig se estrenaba interpretando al espía en Casino Royale, un reboot de la franquicia.
En cuanto al coche, se optó por el DBS del año 2006. Era muy elegante, pero visualmente tampoco tenía demasiadas diferencias respecto al Vanquish de la película anterior —y lo mismo de aquí en adelante—.
Los gadgets también fueron un poco más realistas que en la entrega anterior. La ciencia ficción se dejó a un lado y nos quedamos con lo básico: una pistola en la guantera y un desfibrilador, por si a cierto franchute le da por meterle algo raro al espía en el Martini. El vehículo repetiría en Quantum of Solace (2008).
Aston Martin DBS Superleggera
Aston Martin aprovechó Sin tiempo para morir (2021) para mostrar sus mejores cartas. En la última película de Craig, no solo se utiliza el DB5, sino que también salen otros coches icónicos mostrados en películas anteriores, así como un Valhalla que es puro atrezzo.
En cuanto al DBS Superleggera, no tiene mucho de especial, con la excepción de que es Bond el que viaja de copiloto, algo inusual en él.
Toyota 2000 GT
En los años 60, es posible que a mucha gente le diera pereza comprar un Toyota deportivo. La percepción cambió tras Sólo se vive dos veces (1967), en la que Sean Connery hacía la excepción de no conducir un coche británico.
Lo más curioso es que Toyota tuvo que fabricar la versión descapotable de este coche porque el propio actor no cabía en el mismo. Por suerte, la jugada salió redonda, y Toyota vio cómo sus ventas a nivel mundial se incrementaron por el impacto que tuvo el coche en la película.
Ford Mustang Mach 1
Otro deportivo que nos dejó una persecución de lo más memorable fue el Ford Mustang Mach 1 de Diamantes para la eternidad (1971). Los perseguidores eran esta vez policías, y el escenario fue las calles de Las Vegas.
El deportivo llevaba bajo la chapa un increíble motor V8 de 7 litros, aunque la secuencia en sí no es que tenga mucha velocidad, limitaciones de la época. Lo que sí se recuerda de esta película es que cometieron un error de raccord que se estudia en todas las escuelas de cine. El coche de Bond se mete en un callejón sin salida y el espía pone el coche a dos ruedas. Al salir del mismo, las ruedas que están en el suelo son justo las opuestas.
AMC Hornet X Hatchback
Las acrobacias con vehículos ya no sorprenden en el cine actual. Sin embargo, hubo un tiempo en el que este tipo de escenas dejaban con la boca abierta a los espectadores. En El hombre de la pistola de oro (1974), Bond hacía un espectacular giro de 360 grados sobre un río tailandés usando un AMC Hornet X Hatchback, un coche bastante memorable en su época.
Por supuesto, se eligió este modelo porque la American Motors Corporation era uno de los patrocinadores de la película.
Aston Martin V8 Vantage Volante
En 1987, la saga de James Bond dio un giro emocionante con la llegada de Timothy Dalton como el agente 007 en Alta tensión. Esta película marcó otro regreso triunfal de Aston Martin a la franquicia después de un tiempo en el que el espía estuvo tonteando con otras marcas.
Entre sus características más destacadas se encontraban los láseres, un lanzamisiles, las púas para pinchar neumáticos y una radio vitaminada para escuchar las frecuencias policiales. Este modelo también tuvo su aparición estelar en Sin tiempo para morir (2021).
Ford Fairlane
Finalizamos con otra anécdota simpática que ocurre en Muere otro día. Colaborar con James Bond y que te pida un coche rápido es casi parte de su ADN. El problema es que el agente 007 pide un coche rápido… en Cuba.
Quién sabe. Lo mismo, el británico se pensó que estaba en Cádiz. El caso es que Raoul cumple su encargo lo mejor que puede, entregándole al espía un Ford Fairlane.
Y ahora sí, llegamos al final. Si te ha gustado esta entrada y te gustaría seguir leyendo artículos por el estilo, no te pierdas este otro sobre los coches más icónicos de la saga Fast and Furious, así como esta otra en la que abrimos un poco más el abanico y valoramos los mejores coches que la historia del cine.
El artículo Todos los coches que James Bond ha conducido en la saga fue publicado originalmente en Urban Tecno.
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