El zoo de San Diego dice adiós al gorila Winston, su habitante más ilustre

Existen muchas especies de primates en nuestro planeta, pero los gorilas son una de las más especiales. No sólo hablamos de animales que tienen conciencia de sí mismos, sino que también se incluyen entre las especies que sufren el trastorno genético conocido como albinismo. Hoy, por desgracia, tenemos que dar el último adiós a uno de sus ejemplares más especiales.

La despedida del gorila Winston

Hace algunos años, en la página web del zoológico de San Diego, pudimos conocer cómo Winston tuvo que someterse a un exhaustivo chequeo médico, incluida una revisión de su corazón, al comprobar sus cuidadores que su salud había mermado en los últimos meses.

A partir de entonces, el famoso gorila comenzó a ser vigilado más de cerca y empezó a ser tratado de diferentes tipos de dolencias, entre las que se incluían enfermedades coronarias, de articulaciones y problemas en el riñón. Sin embargo, a principios de este mes, según la información publicada en la cuenta de Instagram del zoológico de San Diego, Winston murió con 52 años, dejando un enorme vacío en los corazones de los visitantes habituales del zoo y de sus cuidadores.

Este gorila es uno de los ejemplares de su especie más viejos que se conocían y siempre ha sido símbolo de amabilidad, trato fácil y ‘corazón de oro’. El comunicado del zoológico asegura que ‘Winston sirvió como protector de su familia’, además de afirmar que ‘representaba lo mejor de nosotros’. Finalmente, la entidad ha declarado:

(…) sus contribuciones a la conservación de los gorilas continuarán mejorando las vidas de los grandes simios alrededor del mundo en generaciones venideras. Os invitamos a compartir vuestros recuerdos y condolencias con todos los que sienten su pérdida. Gracias por vuestro continuo apoyo.

Una vez más, podríamos abrir el debate acerca de la necesidad de que continúen existiendo zoológicos en el planeta, aunque ejemplos como el de Winston, que alargó su vida gracias a los cuidados de los empleados de la institución estadounidense, nos hacen ver que, quizás, en ciertas ocasiones su labor sí es verdaderamente valiosa.

No sólo podemos contemplar y aprender de especies no autóctonas de la región, sino maravillarnos con la comunión entre el ser humano y el resto de especies, en una armonía que parece haberse perdido durante los últimos siglos. Sin duda alguna, Winston continuará siendo toda una ilustre personalidad en el San Diego Zoo Safari Park durante décadas.

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