Acabemos con el ‘software’ sin garantías ni responsabilidad que es capaz de tumbar el mundo

Como el replicante moribundo en Blade Runner, echo de menos unos tiempos, que no creeríais, en los que era capaz de entrar en las entrañas de mi ordenador y escribir comandos que me obedecían con predecible exactitud. Sistemas operativos que no se actualizaban en el peor momento o empresas que te vendían una licencia de un programa que no dejaba de funcionar en el momento que sus ejecutivos decidían que les venía mejor cobrar por suscripción. Tengo años suficientes como para haber vivido como un trauma el advenimiento de Windows 3.1, con sus ventanas absurdas y sus dobles clics, y para sobrevivir a él endemoniada desactivando actualizaciones que se reactivan como fantasmas molestos.

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