Los derechos… ¿de los ladrones?

El excéntrico fundador y CEO de Epic Games, Tim Sweeney, embarcado en una cruzada sin fin contra Apple, acaba de levantar comentarios de todos los colores al afirmar en una contestación a un artículo de 9to5 Mac en X que «la funcionalidad es una tecnología de vigilancia super creepy y no debería existir».

¿Por qué, según Sweeney, no debería existir? Según él, porque hace años, alguien robó un portátil Mac de su coche, y años después, él se quedó impactado porque estaba revisando «Find My» y le apareció un mapa con la casa donde vivía el ladrón que le robó el portátil, algo que él considera inaceptable porque «las personas tienen derecho a la privacidad», y «eso incluye a los compradores de segunda mano e incluso a los ladrones».

Lo siento, pero ahí es donde, para mí, termina la impresión de que a Sweeney le quedaban neuronas sanas. Plantear el derecho a la privacidad de quien viola mis derechos robándome mis posesiones o adquiriendo artículos robados es lo último. En primer lugar, la inmensa mayoría de los usos de la funcionalidad «Find My« de Apple no es encontrar artículos robados, sino usos muchísimo más cotidianos como «en dónde diablos he dejado el teléfono», y no hay absolutamente nada de creepy en ello, es simplemente una funcionalidad muy útil.

Pero en segundo lugar, y mucho más importante, que si tengo la desgracia de cruzarme con un ladrón que me roba, la tecnología debería ayudarme a recuperar lo que me han robado pudiendo avisar a la policía y pidiéndoles que fuesen al lugar en donde se encuentra mi dispositivo y recuperarlo, y no empezando con discusiones sobre si la presunta privacidad del ladrón. Nadie, en ningún caso, debería tratar de recuperar por su cuenta esos dispositivos cuya localización conoce fehacientemente, dado que eso puede conllevar situaciones peligrosas, pero si la policía no defiende tus derechos y esgrime que no puede violar los derechos de los ladrones, ¿qué haces? ¿Te resignas y callas?

Los derechos de una persona siempre han terminado donde empiezan los de otra, y eso está incluido en el contrato social. pero proteger los derechos de quien sistemáticamente infringe los de los demás es completamente absurdo, y precisamente rompe ese contrato social. Que la policía diga «no me voy a complicar la vida entrando en casa de un ladrón para recuperar un smartphone, un portátil o incluso unos Airpods» es una forma de quitar importancia a los derechos de aquel que ha sido víctima de un robo que no debería ser aceptable, y menos si se hace para proteger los derechos de quien le robó o de quien adquirió un producto robado.

La activación de la funcionalidad que impide que un smartphone sea reactivado sin introducir una contraseña válida en iCloud se ha demostrado especialmente útil en la reducción de la frecuencia de robos de dispositivos, y es precisamente algo que marca la dirección en la que tiene que trabajar la tecnología: convertir el robo en inútil y proteger al propietario. Pretender, como afirma Sweeney, que «cuando Find My o una tecnología similar de Google señala al propietario de un dispositivo la casa del dueño del dispositivo, uno debe anticipar la presencia de familias, niños y compradores inocentes de dispositivos usados, y preguntarse si es realmente apropiado que una plataforma use GPS y oscuras tecnologías de red para generar enfrentamientos físicos entre individuos» es simplemente absurdo. Si se producen enfrentamientos físicos entre individuos será, simplemente, porque la policía y los jueces no están haciendo su trabajo.

Pocas cosas pueden ser más absurdas que proteger a ladrones, y menos viniendo de alguien que ha violado la privacidad y los derechos de los niños de manera sistemática. El argumento de «se ven forzados a robar» es absurdo, el de los «inocentes compradores de segunda mano» también lo es, y toda la supuesta lógica del argumentario de Sweeney debería ser incluida en una antología del disparate. La destrucción de la sociedad proviene precisamente de aquellos que pretenden aplicar los consensos y las leyes que nos protegen a todos incluso a quienes las violan sistemáticamente. No vamos a linchar a los ladrones como en el salvaje Oeste, pero sí tenemos que tener formas de recuperar lo que nos han robado si la tecnología nos lo permite, sin que aparezca alguien pretendiendo proteger los derechos – más allá del obvio derecho a un juicio justo – de quien nos lo robó. Vamos a dejarnos de estúpidos y de estupideces, por favor.

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