Autenticando criptográficamente el contenido para evitar noticias falsas

En noviembre de 2019, tres compañías, Adobe, The New York Times y Twitter, preocupadas por la avalancha cada vez mayor de noticias falsas y por la también cada vez mayor facilidad para producirlas, fundaron la Content Authenticity Initiative (CAI).

La idea era intentar promover un estándar de metadatos que permitiese a la industria verificar la procedencia y la manipulación a la que pudiese haber sido sometida una imagen, vídeo, audio y otros contenidos digitales. En febrero de 2021, Adobe, junto con arm, BBC, Intel, Microsoft y Truepic, cofundó la Coalition for Content Provenance and Authenticity (C2PA), que diseñó un un estándar técnico abierto y libre de royalties, un sistema que proporciona información sobre la procedencia e historia de un contenido a los medios digitales, brindando una herramienta para que los creadores reclamen la autoría y al mismo tiempo permitiendo a los consumidores tomar decisiones informadas sobre en qué confiar.

El estándar permite la recogida de metadatos que contienen detalles sobre la procedencia de la información mostrada en un dispositivo digital, que pueden incluir desde el editor de la información, el dispositivo utilizado para grabarla, o la ubicación y hora de las sucesivas grabaciones o ediciones que en cada momento alteraron la información. Para asegurarse de que esos metadatos C2PA no puedan ser modificados, se protegen con códigos hash y firmas digitales certificadas. Lo mismo se aplica al contenido principal de la información, como una imagen o un texto: un código hash de esos datos se almacena en la sección de metadatos C2PA y luego, como parte de esos metadatos, se protege con la firma digital.

El plan, por supuesto, no se quedaba en la generación de ese estándar, llevada a cabo por C2PA, sino que incluía también la popularización, difusión y promoción del estándar por parte de CAI. De hecho, empezó a ser utilizado por BBC, CBC Radio Canada, Microsoft y el propio The New York Times, a las que se unieron después Meta, Google, Reuters y otras compañías más. La idea no es solo que el estándar funcione, sino incluso que los usuarios, cuando no lo vean utilizado en un medio digital, desconfíen de él o no den por establecida su fiabilidad.

Sin embargo, a pesar de que el estándar está desarrollado y razonablemente probado, todo indica que los medios están tardando demasiado tiempo en poner en marcha su uso, fundamentalmente por una cuestión de interoperabilidad: los actores implicados son muchos, y el camino de la adopción, muy largo. Empiezas con los dispositivos utilizados para la generación del material, con compañías como Sony o Leica que ya incorporan en sus productos firmas criptográficas digitales basadas en el estándar C2PA, pero obviamente, aún existen millones de cámaras en uso que no lo incorporan, dando lugar a un problema en el propio origen del material. Nikon o Canon han afirmado que incorporarán el estándar, pero no lo han hecho aún, y los smartphones, que son la cámara habitualmente más accesible para la mayoría de usuarios, no lo incorporan tampoco, con Apple y Google guardando silencio sobre la cuestión.

En los siguientes procesos, como la edición, también hay disparidad. Las herramientas de Adobe, como Photoshop o Lightroom, que pueden ser utilizadas simplemente para mejorar la foto de cara a su uso sin intencionalidad alguna de falsearla, incorporan ya el estándar, lo que permite a cualquiera ver los pasos que siguió el material durante el proceso. Pero innumerables otras herramientas, desde Affinity Photo hasta GIMP, no lo hacen.

Incluso en la publicación nos encontramos con que muchos de los medios, incluidos algunos de los fundadores como The New York Times o Twitter, ahora X, no presentan ningún tipo de enlace o información en la imagen que permita acceder a la información de C2PA, algo que de facto invalida su uso, porque no permite al usuario verificarla por sí mismo. Otros, como Meta, han creado su propio procedimiento para etiquetar fotos, tan agresivo que etiqueta como «generada con inteligencia artificial» incluso imégenes que han sido levemente retocadas para mejorarlas.

Finalmente, incluso aunque todos los pasos para la adopción del estándar estuviesen ya desplegados y su uso fuese ubicuo, tendríamos un último problema: muchos usuarios creen lo que quieren creer, y hacen caso omiso de las pruebas o de la información al respecto, aunque esté fehaciente y criptográficamente comprobada, o venga bendecida por el mismísimo Papa de Roma.

Pero al menos, son propuestas de soluciones que, como las marcas de agua, pueden ayudar a mejorar un problema con el que llevamos tiempo conviviendo y con el que todo indica que vamos a tener que convivir mucho tiempo. Al menos, hasta que la educación no incorpore en sus procesos lo que antes era tan solo algo que se presumía incluido en los temarios de las buenas facultades de Periodismo, y en pocos sitios más.

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