OpenAI y su subida al Monte Olimpo

Las dificultades de OpenAI para construir una compañía económicamente viable a pesar del incremento de sus ingresos hacen que la empresa tenga que lanzarse a una nueva ronda de financiación que la valoraría en unos cien mil millones de dólares, veinte mil millones más que la valoración anterior de hace ocho meses.

Las características de esa ronda y las perspectivas, no de rentabilidad pero sí de tecnología y de potencial de la compañía, están haciendo que las más interesadas estén siendo las grandes compañías tecnológicas, muy interesadas lógicamente en poder incorporar parte de la experiencia que OpenAI está acumulando. En cierto sentido, la concurrida cumbre del Monte Olimpo en el que habitan los dioses de la tecnología se está preparando para tomar posiciones sobre un entorno, el de la inteligencia artificial generativa, que ha probado ser relativamente complejo de dominar.

La ronda, dirigida por Thrive Capital, ha interesado nada menos que a Apple y a Nvidia, lo que unido a la inversión anterior de Microsoft y a su más que probable ampliación de la misma podría llevar a que las tres compañías más valiosas del mundo terminasen siendo inversoras de OpenAI, un éxito sin precedentes para Sam Altman y prácticamente una carta blanca para poder desarrollar tranquilamente y sin miedo a que las cuentas no salgan.

La realidad es que, cada vez más, las Big Tech van incorporando a su oferta de productos más y más prestaciones de inteligencia artificial generativa. Apple ha incorporado ChatGPT en sus próximas versiones de iOS para todo aquello que sus algoritmos no sean capaces de responder, y Nvidia tiene un evidente interés en que este tipo de incorporaciones, que demandarán más y más instalaciones de sus microprocesadores en más y más data centers de esas big tech que son sus principales clientes, sigan tirando de la demanda.

Mientras, Amazon sigue apostando por Anthropic y planteándola como la clave para el relanzamiento de Alexa, previsto para octubre, que vería como pasamos a poder hacer preguntas mucho más elaboradas a su asistente, rebautizado como Remarkable Alexa, para que, en la práctica, sea Claude quien las conteste a cambio de unos módicos cinco o diez dólares al mes. Si quieres seguir teniendo la Alexa de siempre, seguirá siendo gratis para todo aquel que tenga un dispositivo que permita acceder a ella, pero sin prestaciones avanzadas.

¿Qué estamos viendo? Básicamente, cómo la inteligencia artificial generativa se convierte cada vez más en una parte integrante del paisaje tecnológico, y cómo las big tech quieren asegurarse su pedazo del pastel. Meta afirma que su modelo alcanzó los cuatrocientos millones de usuarios a principios de agosto, acercándose cada vez más a ChatGPT. Y mientras tanto, Google sigue impulsando su modelo gracias al acceso privilegiado que tiene a toda una web que no puede cerrarle las puertas por miedo a dejar de ser indexada.

Lo dicho: normalización. Preparémonos para ver mucha más inteligencia artificial generativa incorporada en cada vez más sitios. Y por supuesto, las actuales reinas de la fiesta tecnológica, las big tech, no podían bajo ningún concepto quedarse fuera.

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